Vie 24.06.2011
las12

VIOLENCIAS

Justicia por Sabrina

Hoy vuelve a organizarse en las calles del municipio de Morón una marcha pidiendo se esclarezca el crimen de Sabrina Bellosi. La mujer que luego de acusar al hombre que intentó violarla y de que éste saliera en libertad fue asesinada a quemarropa en la puerta de su casa.

› Por Elisabet Contrera

Sabrina Bellosi tenía 30 años. Vivía junto a su familia en Haedo, en el oeste del conurbano bonaerense. Estudiaba por la mañana (a fin de año se recibía de abogada) y trabajaba por la tarde. Tenía una peluquería en el garaje de su casa. Allí, dos meses atrás y según la denuncia policial, un hombre entró armado para robarle. Según los vecinos, en realidad quiso abusar de ella, pero no lo logró. Entre amenazas y golpes, Sabrina resistió y le quitó el arma al agresor, quien fue detenido a los pocos minutos. Tenía miedo, pero no dejó de visitar oficinas judiciales y policiales para reclamar que no lo soltaran. El miércoles pasado, un hombre –de 60 años, alto, robusto– bajó de un auto, tocó timbre en la peluquería y la mató de un tiro en la boca.

El barrio sigue convulsionado y en estado de alerta. Las persianas grises y oxidadas de la peluquería están bajas. La casa, vacía. Alejandro, el marido de Sabrina, y su hijo, de 4 años, dejaron el lugar. “Todos los vecinos le habíamos dicho que se fuera, pero ella no quería”, relata Carmen, con la voz entrecortada. “El marido le insistía, pero no había caso.” La impotencia marca el ritmo del relato. “Justo me acordaba cuando llegó al barrio hace cinco años, estaba embarazada. Ella trabajaba en un local de ropa de Once y la echaron porque esperaba un bebé”, recuerda.

Poco tiempo después montó la peluquería en el garaje de la casa, ubicada a pocas cuadras de la estación de trenes de Haedo, y continuó con sus estudios de abogacía. “Era una mujer muy independiente, inteligente, siempre estaba arreglada, era linda, andaba con el auto de acá para allá, llevaba al nene al jardín”, cuenta Mariana, otra vecina. Fue en el local, donde el 27 de abril pasado, alrededor de las 14, sufrió la primera agresión.

Según testimonio de vecinos y allegados, no era la primera vez que entraba a la peluquería. “Unos días antes había ido a cortarse el pelo, le contó que era nuevo en el barrio y que le habían recomendado el lugar. Luego, volvió con la excusa de hacerse los claritos”, detalla Mariana. “Ese día, Sabrina entró un segundo a la casa a buscar las tinturas y se dio cuenta de que el hombre la seguía con un arma. La apretó contra el mostrador, pero ella se resistió en todo momento. Empezó a forcejear. El la golpeó, le pegó patadas para que lo suelte, pero ella logró sacarle el arma y terminó con dos costillas rotas.”

El atacante salió corriendo del lugar, pero fue detenido a las pocas cuadras por los vecinos que escucharon los gritos de Sabrina. “No se metan que es un problema de polleras”, habría dicho el agresor al grupo de varones que impidieron su huida. El agresor fue identificado como Luis Enrique Rossi y está detenido en la comisaría Nº2 de Haedo. Tiene antecedentes.

“Sabrina iba una vez por semana a la fiscalía para ver cómo estaba la causa, pero no le daban bola. Un vecino, abogado, se había ofrecido a tomar su caso, pero al final no pudo hacer nada”, cuenta Mariana. “Me enteré lo que había pasado de su propia boca. Yo le pregunté si le habían robado y ella me respondió que en realidad había intentado violarla. No sé por qué la denuncia quedó como robo, pero entiendo que le pudo haber dado vergüenza”, explicó.

“La última vez que la vi me confesó que tenía miedo de que el tipo se apareciera en la peluquería, y yo me ofrecí para acompañarla al juzgado. Después seguimos hablando de pavadas, de cosas para hacernos en el pelo, de cumpleaños, me contó que el nene había empezado el jardín”, recuerda Mariana. “Todavía no lo puedo creer. Tengo una hija de 15 años y la verdad es que me da miedo que le pase algo.”

El miércoles 15 de junio, Sabrina estudió por la mañana como habitualmente lo hacía y al mediodía fue a la peluquería. A las 14.15, un hombre de unos 60 años, alto y robusto, bajó de un Duna gris, tocó timbre, le pegó un tiro en la boca y se escapó. Ella todavía usaba una faja por la lesión en las costillas. Ese día, Claudia escuchó un grito y una explosión. Salió a la calle y vio al asesino salir corriendo y a Sabrina tirada en el piso. “Llamé de inmediato a la ambulancia y mientras tanto trataba de que su hijo no fuera a la peluquería, estaba durmiendo la siesta y lo despertó el tiro. Lloraba y pedía por la mamá”, recuerda.

“Creo que ambos hechos tienen relación. El tipo que intentó robarle tiene antecedentes y según la policía, se trata de pesos pesados. Sabrina no se quedaba quieta y se la pasaba en la fiscalía. Alguien quería que no se la llevara de arriba”, sostiene.

Desde el municipio de Morón pidieron a la Justicia mayor celeridad en la investigación. En tanto, unos 500 vecinos marcharon el viernes pasado hacia la comisaría Nº2 para reclamar más seguridad. Pidieron más patrulleros y la instalación de cámaras de seguridad. Hoy, volverán a las calles para pedir justicia para Sabrina.

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