Vie 24.06.2011
las12

La Súper Ella

Adorada por un público mayormente femenino, que la sigue no sólo para escucharla, sino para darle ofrendas y pedirle dibujos, María Fernanda, líder de la banda independiente El Otro Yo, recorre su trayecto cerrando los ojos, y permite que se entienda mucho más por qué es tan querida y por qué luce tan joven.

› Por Santiago Rial Ungaro

Para María Fernanda ya es como un rito: basta que haya un evento público (en este caso una muestra suya en Almagro) para que se congregue a su alrededor un enjambre de chicas. Son las “otroyoístas”: fans de El Otro Yo que aprovechan la ocasión para darle regalos, dibujitos, cartas, para saludarla, abrazarla, pedirle que dibuje en el momento una guitarra eléctrica, lo que sea.

Desde las paredes de este bar cultural, las mujeres que aparecen en los cuadros de Transmutación (la muestra que ahora María Fernanda planea volver a exhibir en XX) parecen deidades femeninas: diosas del espacio, bailarinas celestiales que, al igual que las dakinis (deidades femeninas tibetanas), evocan el movimiento de energía del espacio. María Fernanda les agregó espejos; uno se puede ver de repente a uno mismo dentro de sus cuadros, en un juego que demuestra su talento para inventar espacios y hacernos entrar en ellos. En una mesa del bar se ven algunos ejemplares de la revista La Revolución de la Cuchara (www.larevoluciondelacuchara.org), en un quiosquito improvisado atendido por su amiga Govinda. “Hay muchas chicas que me quieren bien. Mirá lo que son ellas: ¡son unas genias!”, dice y se abraza a dos “otroyoístas”. Mientras la reclaman para filmarla y sacarle fotos, queda claro que va a resultar imposible hablar acá. Habrá que esperar a que ella misma proponga encontrarnos al día siguiente en un coqueto bar, llamado justamente María Bonita.

Ahora acabo de llegar, 15 minutos tarde, al bar donde quedamos en encontrarnos y la veo a María Fernanda desde afuera, a través del vidrio. Está sola, sentada y respirando profundamente, con los ojos cerrados. Finalmente, cuando me decido a entrar y a sentarme enfrente de ella, María Fernanda abre los ojos y sonríe: “Ni sé dónde estaba”, reconoce, aunque unos minutos después demuestre saber muy bien dónde está parada. “Nunca dejé de pintar: para mí, los Beach Boys, Joana Newson o The Raincoats son igual de importantes que Gyula Kosice, Xul Solar, Max Ernst o Remedios Varo. Pero la música es la compañera más leal que existe en la vida. Es cierto que lo que genera es todo una fantasía, pero si tenés eso claro está buenísimo. Si no, es la perdición.”

María Fernanda puede tener un rico mundo interior, pero no está para nada perdida: “Ahora estoy muy emocionada porque me hice amiga de Lucio, un indio toba que conocimos con El Otro Yo cuando fuimos a tocar al Chaco. Y el otro día cuando estaban en la 9 de Julio me acerqué a hablar con ellos, y estaban con la bandera de los pueblos originarios, que es sabiduría pura, con todos esos colores. Este señor es muy culto, es abogado y ya hace 30 años que está en la lucha. Y estaba esperanzado, porque están logrando lo que ellos quieren”. Cuando enumera los pedidos que hacen los indios tobas (jerarquización histórica, recuperación de tierras y Ley de Medios), María Fernanda se entusiasma. Y entusiasma: El Otro Yo, la tercera banda independiente argentina en llegar a Obras (luego de Los Redonditos de Ricota y de La Renga), a pesar de su cómoda situación individual como banda, aún sigue luchando por la promulgación de la Ley de la Música (que ya está en el Senado) y por la creación de Sonar TV, una señal de televisión digital pública de alcance nacional, libre, abierta y gratuita que, si se llegara a lograr, sería la primera en el planeta. Lo que nos lleva de nuevo a Lucio, el amigo de María: “Ellos también apoyan la Ley de Medios; imaginate lo que sería la cultura de ellos expuesta para todos. Sería lo máximo. Es lo que nosotros necesitamos: tener una identidad nacional. Yo siento que estamos viviendo un momento histórico muy bueno. Nosotros somos una generación que vivió siempre sin ninguna esperanza de poder cambiar algo. En los ‘90 no nos podríamos haber imaginado que era posible poder cambiar algo desde un lugar tan grande”.

Los hermanos sean unidos

En un par de décadas de trayectoria, El Otro Yo ha demostrado ser una banda con inteligencia para adaptarse a las circunstancias. El Otro Yo es, junto a Nine Inch Nails y Radiohead, el tercer grupo en el mundo en transformar su página web en una red social (www.elotroyo.com), donde miles de fans de todo el mundo se loguean y pueden subir fotos, videos, chatear, hacer amigos e informarse sobre las novedades de la banda.

“Yo sigo pensando que recién estamos empezando”, dice mientras se toma un té y come un buen pedazo de torta de chocolate. María Fernanda comparte con su hermano la capacidad de arengar, de motivar, de movilizar: “Somos jóvenes todavía. Y tenemos una perseverancia, un empuje, una fuerza que nos hace que siempre vayamos para adelante. Para mí es muy importante tener una actitud de revolución. Lo interesante de la Ley de Medios es que eso, si sale, puede generar una revolución humana”.

Es inevitable al hablar con María Fernanda mencionar a Cristian, su carismático hermano, guitarrista, cantante y también presidente de la UMI (sigla de Unión de Músicos Independientes, donde trabaja ad honorem): “Cristian es un chico muy atractivo y muy bueno, entonces eso hace que las chicas se enamoren de él”.

Lo mismo pasa con María: son muchísimas las chicas y los chicos que se enamoran de ella: “Yo cuando me paraba los pelos y me los pintaba de rojo, quería ser la antimoda. Vos me decís que hay muchas chicas que quizá tienen alguna influencia mía, pero eso es algo totalmente loco para mí. Aunque yo creo que más que una imitación, lo que hay es un impulso para escribir, para pintar, para animarse a hacer lo que les gusta”.

La revolución que plantea María es más femenina: la Revolución de la Cuchara.

“Cuando vos estás comiendo y pensás que hay alguien en el mundo que no come, ahí ya estás pensando en política. Y si bajara el consumo de carne, se acabaría también el hambre en el mundo porque es algo que influye en el calentamiento global, que influye en la escasez de agua: sólo para lavar una vaca se usan miles de litros. Si se pusiera más conciencia en el momento de comer, hay gente que podría estar bien alimentada. Y está todo el tema de los clones de animales: nadie se da cuenta, porque vas al supermercado y te lo comés, pero no es un cerdo lo que comés: es un Frankenstein, todo con silicona, que se te queda pegada al cuerpo. Siendo carnívoro estás siendo cómplice de asesinato. Este sistema es asesino: te dice que para ser exitoso hay que ser delgado, y entonces tomás todo light, con edulcorantes. Pero en el Primer Mundo el aspartamo y el ciclamato están prohibidos porque son cancerígenos. Si te acostumbrás a tomar todos los días una bebida diet, capaz que te da cáncer.”

La Abuela de la Nada

La pregunta del millón: ¿cómo hace María Fernanda para seguir luciendo como una adolescente, estando en un ambiente que tiene bastante de licuadora de carne?

“En ese sentido me mantengo como cuando iba a la primaria: sigo estando en la capillita, meditando. No soy de salir de noche. Si tengo que ir a ver una muestra, no voy al cocktail: voy otro día. Y si voy a ver a una banda, no me meto en el camarín. Nunca fui groupie. Aunque no lo parezca, soy muy tímida.” Y aunque las mujeres que pinta María Fernanda tienen algo profundamente psicodélico, ella está bastante alejada de los clichés del rockero reventado. “El tema de las drogas es muy delicado. Algunos quizá no tengan problemas, pero también hay gente a la que la droga le despierta la esquizofrenia. Yo conozco varios casos y es espantoso. Pero también hay drogas legales que son malísimas y que están permitidas.”

Quien haya escuchado los proyectos solistas de María Fernanda (Triángulo, incluido en el triple Esencia, del ‘98; Entresueños, libro de poesías y álbum de 2000; y el majestuoso Dios te salve María, de 2006, en el que aparece su lado mas clásico y pianístico, una verdadera joya) sabrá que, además de ser una guerrera tocando el bajo en una de las bandas de rock más poderosas del país (elogiada, por ejemplo, por Luis Alberto Spinetta), la obra solista de María Fernanda la muestra como una exploradora, una psiconauta que se ha animado a buscar su otro yo. Que incluso tiene nombre: Madhavi Devi. “Mi gurú, un maestro budista, me dio ese nombre tibetano. Yo lo amo: es tan humilde, tan sabio, tan sencillo y tan bueno. Madhavi Devi significa ‘Flor celestial que florece en las cuatro estaciones’.” Efectivamente se puede conocer a María Fernanda por sus frutos: sus canciones, sus músicas y sus pinturas la muestran como una buscadora, una revolucionaria sabia y luminosa.

“Yo pienso que mejor que decir es hacer. Capaz que lo que hacés no está tan bueno, pero por lo menos te jugás a vivir. Creo que a Cristian y a mí lo que nos pegó del punk cuando éramos niños fue esa actitud. Después todo eso de la onda del reviente a mí no me gusta. Yo valoro mucho la vida y me parece que cada minuto cuenta. Yo pienso en mi abuelita, que no se hace problema por nada: ahora se quiere ir de vacaciones. Para mí es una heroína: con su saquito de lana tiene una onda Kurt Cobain. ¡Y tiene 93 años! Tiene una parsimonia para aceptar las cosas que le pasaron en la vida y una sabiduría increíbles.” Dios te salve, María.

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