MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
El Museo de Bellas Artes de Montreal cobija hasta comienzos de agosto una muestra celebratoria de la obra y los diseños de Jean Paul Gaultier, llamada El planeta Moda de Jean Paul Gaultier. Está articulada en cinco relatos visuales: “El Boudoir”, “A flor de piel”, “Can-Can Punk”, “Jungla Urbana”, “Metrópolis” y “La Odisea de Jean Paul Gaultier”. Allí se sucede una recopilación de un centenar de trajes y distintos momentos y tipologías ideadas por quien fuese calificado una y otra vez “El niño terrible de la moda francesa”. Lejos de ese apodo y ya en sus fifties, el creador francés de formación autodidacta, nacido en Arcueil en 1952 y cuyos primeros pasos fueron como asistente de Pierre Cardin a mediados de los ‘70, fue convocado por la directora del museo canadiense, Nathalie Bondil. Quienes la visitaron cuentan que a modo de gag, las prendas emergen sobre maniquíes de rasgos humanos, y que ostenta uno a imagen y semejanza del modisto. En cuanto a las categorías estéticas de la exposición –que luego se trasladará a Texas y a San Francisco–, los capítulos de la expo aluden a sus inicios. Hay una foto en sepia junto a su abuela Marie, peluquera de oficio y figura central en su decisión de volcarse a la moda. El paso por Pierre Cardin hace hincapié en su rescate del corsé, pero ya no como prenda que contiene y esconde el cuerpo sino como fetiche para exaltar la exuberancia femenina. Fue ideado en 1980 y con Madonna como Santa Patrona de su uso (piensen en el tour “Blonde Ambition Tour” y el corsé en puntas que provocó furor y rescates de lingerie a la vista).
Pareciera que a través de su prédica y esa prenda que usaron tanto mujeres como hombres Gaultier parece haber burlado las quemas de corpiños de las feministas de los años sesenta y setenta. Continúa con apologías de su devoción por innovar en texturas, segundas pieles con tatuajes, rescates de textiles que indagaron en etnias y las legitimaron. En cuanto al punk y al can can, JPG ironizó con su gusto por la estética pregonada por Vivienne Westwood, pero también con las ballerinas del Foliés Bergere y los tesoros de mercados de usado, todos temas predominantes de sus colecciones de 1980 y comienzos de 1990, que en 2000 volvieron a irrumpir en pasarelas. Mientras que “Jungla Urbana” representa su lectura de estilos imperantes en las ciudades más cosmopolitas, de marajahs a lo Bollywood, todas las etnias y todos los estilos, pareciera que el hombre y diseñador se anticipó a la estrategia del cool hunting y al modismo de indagar en “lo que anónimos usan en cada ciudad”, que devinieron secciones habituales en los blogs y revistas de moda.
Además fue pionero en elogiar talles XXL y en buscar modelos de todas las edades y estilos, modelos de civil y sin agente que reclutó mediante el aviso: “Creador busca mannequins atípicas”. La falda para hombres de 1985 fue otro hito y ya un clásico, tanto como sus estampas a rayas marineras y la exaltación del trench coat de los film noirs. La recorrida suma a modo de correlato de los atavíos numerosas fotografías y cortos que resultaron de colaboraciones junto a Cindy Sherman, Erwin Wurm, David LaChapelle, Richard Avedon, Mario Testino, Steven Meisel, Steven Klein, Mert Alas & Marcus Piggott, Pierre et Gilles, Inez van Lamsweerde y Vinoodh Matadin, Paolo Roversi, Robert Doisneau o Jean Baptiste Mondino. Y bajo el subtítulo “Metrópolis” se cobijan sus creaciones para cine, ya diseños para Pedro Almodóvar –el hit fue la caracterización de Victoria Abril cual asesina sadomaso en Kika–, plus inolvidables sus diseños con connotaciones futuristas para Luc Besson, Marc Caro et JeanPierre Jeunet remiet a los films El quinto elemento y La ciudad de los niños perdidos. Como bonus track, en septiembre se editará un librocatálogo con entrevistas a amigos, colaboradores y musas de Gaultier, como Catherine Deneuve, Madonna, Martin Margiela, Pierre Cardin, Dita Von Teese, Marion Cotillard, Kylie Minogue, Polly Mellen y Tom Ford y un ensayo de la experta del Herald Tribune (y dueña de un peinado jopo con banana que seguramente Gaultier adora).
Retornando a los disparadores de la muestra, corresponde citar a la curadora Nathalie Bondil, quien además oficia de directora y conservadora jefe del Museo de Bellas Artes de Montreal. “No se trata de una retrospectiva, la muestra es una nueva obra. Considero que más allá del
virtuosismo técnico, resultado del excepcional savoir faire de los diferentes oficios de la alta costura, de una imaginación desbordante y de sus colaboraciones artísticas históricas, Gaultier ofrece una visión abierta de la sociedad, un mundo de locura, de sensibilidad, un mundo gracioso y a la vez impertinente donde cada uno puede reafirmarse tal y como es, un mundo sin discriminación, una costurafusión única. Porque en Gaultier hay una verdadera generosidad y un mensaje social muy fuerte, recubierto de humor y ligereza”, aseguró.
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