PERFILES > MóNICA FEIN
› Por Sonia Tessa
En sus recorridas por los distintos lugares de Rosario, Mónica Fein nota una diferencia. Al intendente Miguel Lifschitz le dicen intendente, ingeniero, Lifschitz y algunos pocos lo llaman por su nombre de pila. El es un cultor de la presencia permanente en cualquier lugar de la ciudad que lo requiera. A ella, flamante intendente electa, casi todo el mundo le dice Mónica y algunas personas se animan a llamarla, simplemente, Moni. La sensación de proximidad que genera de inmediato esta mujer serena, siempre sonriente, dispuesta a escuchar, pudo haber sido una clave del 52,3 por ciento de los votos que obtuvo el domingo pasado, en una elección que marcó sorpresas en la provincia de Santa Fe, pero ella surfeó sin sobresaltos en la ciudad, con una diferencia de 20 puntos. Rosario vota al Partido Socialista desde 1989, así que habrá múltiples razones, pero vale la pena hacer foco en esta mujer que será la primera intendenta socialista del país. Al día siguiente de los comicios, en el céntrico –y mitificado por su parroquiano más famoso, Roberto Fontanarrosa– bar El Cairo, una chica joven se le acercó y le tomó las dos manos. “Mónica, felicitaciones, que dios te bendiga”, le dijo a modo de augurio. Ella agradeció, emocionada, y siguió sonriendo.
Bioquímica, de 53 años, Mónica recuerda sus épocas de militancia universitaria con la marca de la dictadura. La sensación de ser segregada por sus propios compañeros de estudios debido al miedo que provocaba su pertenencia al Partido Socialista Popular todavía la acompaña. Se afilió al partido fundado por Guillermo Estévez Boero muy temprano, en 1974. En la función pública, en 1992, participó en la creación del Laboratorio de Especialidades Municipales, que produce medicamentos para los hospitales. También fue la primera directora del Instituto del Alimento, instancia superior del instituto de Bromatología. En esa función, compartió gestión con Antonio Bonfatti, actual gobernador electo de Santa Fe, que entonces era secretario de Salud Pública. Y lo sucedió en ese cargo neurálgico, ya que la salud recibe el 30 por ciento del presupuesto municipal rosarino. Dos veces, con Binner y con Lifschitz, fue secretaria de Salud Pública.
Después asumió como diputada nacional y durante mucho tiempo fue una de las militantes más cercanas al gobernador Hermes Binner. Estaba en su banca cuando el Partido Socialista apoyó la Ley de Servicios Audiovisuales y la estatización de los fondos previsionales. Mónica no era una candidata cantada. La propuso Miguel Lifschitz como figura de unidad ante la posibilidad cierta de que una división del socialismo en las elecciones primarias dejara la candidatura del Frente Progresista en manos del radicalismo. Con ella, se evitó ese peligro. Cuando estaba en plena campaña electoral, se publicó la solicitada de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito que llevaba su firma. Es un tema que la mayoría de los políticos esquivan en esas lides, pero ella no se escondió. “Este es un debate pendiente, que se debe dar a nivel nacional. Es un tema de salud pública que debe preocuparnos e involucrarnos. Quien diga que no es un problema, niega los indicadores de mortalidad materna, o las situaciones de muchas mujeres. Me tocó una situación cuando era secretaria de Salud Pública, de una nena de 11 años, con discapacidad, abusada. Y me pregunté qué se le puede plantear cuando pone en riesgo su vida”, respondió en una entrevista. En ese momento, se le llenaron los ojos de lágrimas.
Mónica sabe que le esperan cuatro años intensos y por eso su primer agradecimiento en la noche del domingo fue a su familia. Hace 28 años que está casada y tiene dos hijos, una chica de 26 y un varón de 23, que nunca tuvieron una mamá dispuesta a quedarse en casa haciendo la comida. Siente que por primera vez en su larga militancia, ser mujer significó un plus y recuerda riendo una que otra situación durante la campaña electoral. La más graciosa: estaba reunida con los colectiveros de la empresa de transporte municipal, cuando uno se le acercó excitado, con el celular en la mano. “Por favor, salúdela a mi mujer, que si usted no habla con ella no puedo volver a casa”, le dijo, y Mónica tomó el celular para saludar a la esposa del colectivero.
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