MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
Medora Manero nació en 1920, estudió Bellas Artes, música e interiorismo en Buenos Aires, tuvo un atelier de modas en Acassuso circa 1964, luego una tienda en la Galería del Este y posteriormente una casa y atelier en San Telmo. Murió el lunes 28 de julio. Sus diseños remitieron a vestuarios para cine, teatro y televisión en Buenos Aires, atuendos para teatro de revistas en Caracas y en Nueva York, sus colecciones se presentaron en desfiles celebrados tanto en la discoteca Mau Mau como en la quinta Borg o locaciones de Sierra Leona (Africa). En todas oficiaron de maniquí desde Mirtha Massa a Mercedes Robirosa, Laura Ocampo y Norma Sebré en sus comienzos en las pasarelas. La diseñadora y artista textil Constanza Martínez, creadora de Mucha Tela y del atelier de estampas homónimo, se refiere a sus diseños más representativos con barracanes, picotes, jerseys y a la influencia de Medora en sus labores.
–La conocí estando en la panza de mi mamá. Cuando era chica acompañaba a mi madre a las pruebas en su tienda de zona norte o al local de la Galería del Este y siempre me ponía la ropa de los percheros. Cuando terminé la secundaria trabajé para ella y fue Medora quien me habló por primera vez del diseño textil. Le dije que quería pintar pero necesariamente cuadros, y que si bien me gustaban las telas no quería hacer ropa, entonces ella me aconsejó “tenés que ser diseñadora textil y conocer a Rosita” –se refería a Rosa Skiffic–. Creo que sin Medora abriendo puertas y marcando circuitos no sería lo que soy, me influyó mucho su uso del color, la libertad para crear y su rapidez para con los materiales. Ella hacía la prenda en el cuerpo, prácticamente sin moldería y sin costuras porque afirmaba: “La tela manda”.
Del listado de prendas más representativas de Manero, Constanza destaca las musicales: “Las capas con cascabeles fueron su sello, el no uso de botones, a los que reemplaza con tiritas. Una amiga de mamá siempre recuerda cuando se puso un vestido con cascabeles para un examen escrito en la facultad y un profesor preguntó a la clase ¿pero quién está haciendo ese ruido? Considero que dejó huellas con su renovación del barracán y sus mezclas con piel, cuero y mantones de Manila plus los accesorios en plata.
–Su estilo era muy particular, usaba monóculo, pantalones, polainas en las manos o guantes cortados en una mano, el pelo lacio con flequillo impecable, flaquísima y cero maquillaje. Recuerdo una anécdota que me contó hace años referida a cuando tuvo la boutique en la Galería del Este: un día en el que iba vestida de verde loro de pies a cabeza –minivestido, las botas hasta la rodilla, medias de red al tono y sombrero de ala ancha también verde– se bajó de su Citroën comiendo una banana y unos transeúntes le gritaron “Loca”, a lo que ella respondió: “Atrasados”.
–El vestido de casamiento de mi madre fue verde agua y cortito a lo Mary Quant, con zapatos al tono y tapado amarillo limón, llevaba también una bufanda muy larga formada por dos triángulos anudados en color violeta. Otras de sus piezas insólitas fueron los vestidos de jersey que exponían la piel de la usuaria, porque ella les decía a las clientas “te voy a hacer un vestido de jersey con piel” y parece que una vez alguien argumentó “pero me va a salir carísimo” y Medora le aclaró “me refiero a que voy a diseñar con tu propia piel”. Usaba las texturas de manera tal que formaran rombos y que las mangas fueran sucesiones de tiras entrelazadas que generaban ese efecto de transparencia. Del placard de mamá con diseños de Medora recuerdo también un vestido violeta y turquesa claro con muchos flecos que terminan en cascabeles, o bien un jersey grueso de angora violeta y negro con puños de charol negro. Acerca de sus modos indumentarios, cada temporada hacía a sus clientas tres o cuatro prendas que combinaban entre sí. Mi mamá argumentaba que su ropa era mágica, que no te dejaba pasar inadvertida. Me llamaron especialmente la atención las estampas que desarrollaba junto a Vicente Gallego y Simonetta Borghini, eran absolutamente geniales: una falda estampada con tomates que eran dos rectángulos de tela unidos por snaps en los laterales. Su frase de cabecera era “Hagamos, hagamos”. Hasta hace poco solía venir a mi taller y le encantaba estar entre las telas y darme ideas. Como a ella le encantaban tanto los ángeles, la llorona como los guairuros, con tales iconos hicimos una línea de broches, adornos, vinchas y cinturones. Así fue que, siguiendo un diseño de Manuel Morales, juntas hicimos la capa que Gustavo Cerati usó en los conciertos del regreso de Soda Stereo. Y Medora dijo acerca de esa pieza “es una capa para fumar, para cantar, para conversar, comer o pintar”.
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