DIEZ PREGUNTAS A RAQUEL ALBENIZ *
› Por Clarisa Ercolano
–El autor y director Hugo Ramos me la dio para una lectura en el marco de un taller de dramaturgia. Cuando la leí, me dijo “Quiero que lo hagas vos”. Me asusté al principio, consideré que era un material escrito para un hombre. Pero siempre me sedujo la posibilidad de hacerla, me enamoré inmediatamente del texto, la poética y la libertad que Hugo pone en juego en este material. Dije que sí, y estoy feliz de haberlo hecho.
–No, no lo creo. En todo caso nunca hubo una intención al respecto. No es una obra de tesis. Es la puesta en acto de las voces de un (Hernán) Cortés y una Malinche alejadas de una visión historicista. Transita desde algo que el autor quiere decir y lo induce con metáforas e imágenes: el resultado es un texto dramático. Sin embargo, hay premisas generales. El poder destructor del imperio español; “ese” conquistador y la “colaboración de la princesa india” que ha generado el concepto cultural de “el malinchismo” como sinónimo de la traición y la entrega.
–Si nos referimos a las mujeres aztecas en relación con los conquistadores, se repite el esquema general de esclavitud y servilismo (sometimiento sexual incluido) con las variables respecto de las mujeres pertenecientes a la aristocracia con las cuales algunos jefes conquistadores se emparentaban para compartir el control de los reinos. Cortés entregó a Malinche a un capitán de su tropa, con el cual se casó, y se fue a vivir a España. Las mujeres españolas en la América colonial adoptaban según su clase las costumbres europeas. Luego el mestizaje fue influyendo culturalmente.
–El ansia de libertad y la lucha por la identidad es un permanente deseo de los pueblos sojuzgados. De acuerdo con el contexto y desarrollo de éstos, la resistencia al coloniaje que se sigue manifestando en la actualidad a pesar de la existencia del cipayaje colonizado.
–El texto propone un juego de entrega no sólo a las voces de Cortés y de Malinche como personajes de carne y hueso, sino que invita a meterse en los olores, las texturas, los colores, la sensualidad de estas tierras que el español pisó sin misericordia pero también con fascinación. No me resultó difícil internarme en este mundo: Hugo Ramos me lo sirvió de manera inapelable.
–Para generar vida, proyectos, futuro, como cualquier mujer.
–De nada.
–A la militancia por los derechos humanos.
–Legalizar el aborto.
–La mujer tiene derecho a decidir si está preparada o no para la maternidad, y si la desea. Desde luego que lo ideal sería prevenir los embarazos no deseados, pero es una lucha que se está librando desde hace muchos años e implica un cambio cultural y social muy profundo. Mientras tanto, hay que defender a las mujeres con leyes que las protejan para evitar los riesgos que implica el aborto en la clandestinidad.
* Raquel Albéniz es actriz. Actuó en Esperando la carroza, de J. Lagsner, con dirección de Villanueva Cosse; Los pequeños burgueses, de Máximo Gorki, con dirección de M. Iedvabni; Avalancha de y con dirección de Paula Etchebeher; Omisión, de Hugo Men, con dirección de M. Mangone; Big Bang, de Carlos Ares, con dirección de Corina Fiorillo; Batir de alas, de Gilda Bona, dirigida por P. Etchebehere, entre sus puestas más conocidas. Actualmente interpreta a la Malinche en Juicio de residencia, obra que describe un tramo del saqueo a América latina luego de la conquista española y portuguesa y que refleja, además, cómo ese factor permitió a España convertirse en el Gran Imperio, manteniendo las viejas estructuras feudales, hasta hoy.
La obra puede verse en teatro El Espión, Sarandí 766, todos los viernes desde las 22.30.
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