TEATRO
Al olmo no hay que pedirle peras y sin embargo, si existe esa cita, es porque el lugar común es pedir eso que parece imposible. Sobre esto reflexionan a través de diversas situaciones Natalia López y Toni Ruiz en un obra que en cuanto empieza sabe llegar hasta el final sin dar respiro.
› Por Sonia Jaroslavsky
La pera del olmo es lo imposible, aquello que no puede suceder, lo que se espera sabiendo (y olvidando) que nunca va a llegar. “La pera del olmo reúne en una idea algo que no se sabe muy bien qué es, pero que en definitiva parece que muchos deseamos”, es lo que enuncia la presentación de esta obra.
En el espacio hay una silla y un banquito, ambos de madera. El actor Toni Ruiz (El) y la actriz y bailarina Natalia López (Ella) a lo largo de La pera del olmo, modifican los comportamientos, las dinámicas expresivas, las tonadas, las formas de hablar, de gesticular y de moverse. Así como suman y/o restan algunos elementos para cada situación, componen diferentes personajes en cada escena. Los cambios de una a otra no están preanunciados, a veces son sorpresivos y otras veces están ocultos en una transición dinámica de la propia escena. Pero lo singular de esta obra es que una vez que arranca no se detiene hasta el apagón final.
Vamos a alguna de las escenas que se despliegan a modo argumental: 1. En un mediodía de domingo, un cumpleañero llega a un festejo que no es para él, ni está hecho a su medida. En una seguidilla de preguntas realizadas por la dueña de casa se desnudará la absurda realidad por la que él está pasando, contagiando de amargura a la anfitriona. 2. Dos socios intentan vender los servicios de una administración fantasma. Ineficientes y mentirosos, no se ponen de acuerdo, aunque lo intentan a través de señales que se confunden todo el tiempo, dejando en evidencia la inconsistencia del plan. 3. Ella acaba de llegar a Madrid sin avisar. El no hubiera esperado jamás semejante sorpresa. Habiéndose conocido sólo a través de Internet, la posibilidad de enfrentarse cara a cara y tener que pasar tiempo juntos, aterroriza al local. 4. Un niño queda al cuidado de los tíos. Estos, ignorantes y temerosos de lo que significa la tarea, despliegan pensamientos fatalistas intentando prepararse para el momento.
El espectáculo pone el foco en distintos aspectos miserables de seres humanamente reconocibles. “Esta idea de crear personajes aborrecibles unas veces, lastimosos otras, tamizaba la selección en el momento de recortar el material surgido de las improvisaciones. La tensión o el ritmo fue buscado justamente desde una noción más musical del armado, tal como si fuera una composición”, cuenta Natalia López. Los seres y las situaciones se transforman mágicamente ante los ojos del espectador, sin artificios. “Teníamos que ‘enseñar’ a verla, ya que los mecanismos de transformación van de lo convencional a lo delirante”, afirma Toni Ruiz. López agrega: “Además, el conjunto de las escenas debían formar una obra y, para eso, unas tenían que estar en relación con las otras: generar contraste, desde lo rítmico, desde el lenguaje, formando en su totalidad una especie de paseo en montaña rusa o en tren fantasma”.
López y Ruiz, radiante pareja de actores y de la vida dicen casi al unísono: “Somos fanáticos de la actuación, de la buena actuación, de los actores que te hacen creer”. Natalia cuenta que ahí querían poner el foco de las situaciones: “Que podían ser absurdas o realistas, cómicas o dramáticas, pero siempre debían generar adhesión por creencia”. “Es por eso que la actuación debe estar muy afirmada”, agrega Ruiz y sigue: “la puesta en escena despojada favorece además de la actuación su transportabilidad y su adaptabilidad a cualquier espacio”. Hacerla en cualquier lado fue una condición sine qua non para los actores, entre otras cosas porque Toni Ruiz es español, y eso de ir y venir de España a Argentina o de realizar giras por el interior de nuestro país estuvo al momento de generar esta pieza. “Nos quisimos dar ese placer y esa liviandad.”
En la obra los problemas no son específicos de la mujer o del hombre, son problemas humanos: la incomunicación, la traición, la violencia, los desacuerdos en las relaciones, el éxito o el fracaso... “Nuestro vínculo –dicen Ruiz y López–, como equipo de trabajo y como pareja, parte de la equidad y no incorpora esta cuestión como un problema, sino como algo superado. Esto se tradujo a la temática de la obra. Nuestros aportes a la creación de La pera del olmo fueron equitativos en todas las áreas: dirección, producción, dramaturgia y actuación. Esto hace que la obra sea representativa de esta igualdad.” ¤
La pera del olmo. Sábados, 21 hs. Silencio de Negras. Luis Sáenz Peña 633. 4381-1445. $35.
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