Vie 02.09.2011
las12

GRACIELA ALFANO

Con el pasado al cuello

› Por Marta Dillon

TKM, Toy, besi, <3, Luv u; @alfanograce aprendió rápido a usar el Twitter a pesar de que cuesta creer cómo es que tipea tanto en su teléfono con esas uñas dignas de Cruela DeVille. Es que entre besis y corazones no se siente tan sola ni siquiera cuando va de cuerpo, que hay que decir que lo hace bastante seguido y no solamente en el baño; aunque fueron sobre el inodoro las fotos que le devolvieron lustre a su personaje de jurado belicosa y un poco chapita, un tanto de capa caída después de que su pelea con Aníbal Pachano –Pachasco, según la jerga que ahora cultiva la ¿modelo? ¿vedette? ¿actriz?– la dejara más afuera de las grandes ligas que a todo el plantel de River Plate. Ni los desmayos en escena ni el pedido de disculpas público ni la reconciliación transmitida en directo para los programas de la tarde entre la sex symbol y el bailarín de tap sirvieron para opacar del todo que en pleno 2010 la señora de los pómulos erguidos se negara a tomar de la misma botella de gaseosa que alguien que vive con vih, que de eso se trató el entuerto con Pachano. De un outing –una salida forzada del closet del vih– violento para el bailarín que no tenía por qué poner sobre la mesa de los chismes cotidianos su diagnóstico, aunque después no se privó de llorar en cámara ni de explotar un perfil de víctima más propio del siglo anterior a la vez que se despachaba con cuanto comentario misógino le pasaba por la lengua. Estigma, homofobia, violencia y misoginia se mezclaron entonces en un cóctel que mereció más de un antiácido, aunque estómago es el requisito número uno para quien se asome al prime time de Canal 13. Pero eso ya es pasado. Como son pasado sus conversaciones con las tostadas, aun cuando siga desayunando con “dos tostis y un yogurt desc” todas las mañanas. Y pasado más que pasado es el baño de espuma que supo darse en bolas y a los gemidos junto a Matías Alé, el muchachito al que vio crecer e independizarse de su sombra para seguir alentando la misoginia que suele volcarse contra la figura de la “despechada”, tan fácilmente representable en tanto estereotipo que poco se dudó de hacer encajar ahí a la mujer madura que calificaba mal a su ex y a la entonces actual de su ex en el programa de los sueños. “Me atacan porque soy una mujer sola”, se la escuchó decir en los últimos días en los que también dijo otra serie de barbaridades. Y es probable. Porque hay algo en ese estar sola que evidentemente exhibe un lado flaco y que le da un tufillo loser a sus poses de chica sexy, a su botox siempre renovado, a los escotes generosos. No en vano su coequiper en el jurado del Bailando..., Moria Casán, pone siempre por delante a sus “sex toy” como para que se sepa que aunque esté más gorda o más vieja ella coge y coge mucho, con chicos jóvenes e incluso desechables para que nadie piense que no tiene pareja porque no consigue, sino sencillamente porque no quiere. A la Alfano el desplante de Alé en vivo y en directo –refrendado después de dimes y diretes por un comunicado conjunto– melló lo suyo sus glúteos tan bien sostenidos por hilos de oro. Aunque hay que decir que, para abollarse, ella se arregla muy bien solita. Ahora que el pasado se le ha enredado entre las piernas por obra y gracia de la vieja rencilla mediática que sostiene con el Barón del periodismo botón –Jorge Rial, el mismo que suele sacar chapa de serio en su programa de radio y en alguna que otra columna en revistas de actualidad como Veintitrés–, Alfano no pudo hacer más que ponerse el chisme al cuello. Sobre su amantazgo con el genocida representante de la Armada en la primera junta dictatorial, dijo muy suelta de cuerpo que “acostarse con un genocida no significa levantarse con los 30 mil desaparecidos”, para después intentar una odiosa y fallida comparación entre desaparecidos y víctimas de delitos comunes, para después mostrar arrepentimiento y pedir disculpas casi al borde de las lágrimas pidiéndole al pasado que la suelte. O al menos que la suelten quienes ahora lo esgrimen como si estuvieran en temporada de caza. Pero, Grace, si el pasado no te suelta es porque hay mucho más que ver ahí que las encamadas con el almirante genocida. Ahí nos vemos todos y todas, ese espejo deforme que ponía en las tapas de revistas tanto el esbelto cuerpo de Graciela en bikini como el de los asesinos en uniforme de gala, todo en el mismo plano y sin más respiro que el que tomaban para decir que en Argentina somos derechos y humanos, es el pasaje a la impunidad que compró una sociedad que creía que el silencio era salud porque si escuchaba algo después no podría decir que no sabía.

La misma sociedad que veía las películas de Palito Ortega y Carlitos Balá y llora de emoción cuando les hacen homenajes a esos ídolos que convertían en simpáticas las figuras militares que se dedicaban al exterminio de opositores, a la vez que sí, hacían las mieles de quienes éramos niños y niñas en esa época.

Pero si Alfano abrió cierta temporada de caza sobre lo actuado por la farándula, también se pudieron leer argumentos increíbles para explicar el hecho mediático, como el que acuñó Pablo Sirvén en La Nación, poniendo a la señora de las tostadas parlantes como una opositora al Gobierno contra quien se apunta el “chisme de lesa humanidad”.

En el espejo de este ¿escándalo? sin duda hay algo que ver, pero para verlo es mejor apagar la tele y no hacerse falsas ilusiones sobre lo que podría destaparse de la relación entre sociedad civil y dictadura a partir de las amantes de los genocidas. Esa relación fue fuerte, estable y hasta el día de hoy se puede ver su huella en empresas como Ledesma o Papel Prensa, por citar sólo algunas. Pero eso es tema de otra columna y probablemente cuando salga ésta @alfanograce se habrá reinventado en un nuevo chisme, ojalá más cerca de las tostadas y más lejos de la desaparición y el exterminio de decenas de miles de personas.

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