La invitación al lanzamiento de la colección primavera 2012 de Complot, con la modelo australiana Tallulah Morton ataviada con un short de jean meticulosamente mal cortado, un top de encaje negro y recostada sobre un parlante, su pelo largo apoltronado sobre una consola de teclados, y cual una pulsera utilitaria el palillo de una batería emergiendo de la mano derecha, auguraba que la temática de la colección y la presentación tendrían anclaje con la estética del rock.

El martes antes del mediodía, en la galería de arte de Cabrera 5800 cuyo nombre se jacta de no ser una galería de arte –This is not a gallery– cruzando el patio e ingresando en un galpón con deliberada puesta con guiños a las bambalinas de un concierto (andamios, sillones raídos, luces y floreros cuidadosamente desplegados) se podían ver andamios de los que colgaban las prendas con preceptos del verano y las proclamas de la firma.

Por un lado, la línea Arizona, que la firma calificó de “una expedición al desierto que se manifiesta en una paleta de colores terrosos, con estampados étnicos y accesorios, piedras y flecos combinados con cuero y jeans, estampas y avíos de serpientes, leopardos, plumas y reptiles”. Por otro, el estilo de los años ’70 (odas al pantalón ancho, a los estampados florales, los cinturones de cuero trenzado, las capelinas y plataformas).

Entre unos y otros, irrumpieron elogios a un “paraíso tropical”, por el sabor exótico de las frutas y las flores tropicales tanto en soleros y remeras como pañuelos, “y también un modismo calificado de ‘Cute París’ (allí abundancia de vestidos a rayas y cuello bebé).

Pero al sesgo más rockero lo implementaron el concierto y los estilos espontáneos de Artistas Varias, las cantantes María Ezquiaga, Noelia Mourier, Julieta Sky y Emme junto al productor ejecutivo y compositor del cancionero, Lucas Martí. Durante y luego del show, ellas modelaron algunas piezas de la colección, pero combinadas con otras de sus placars. Mientras que cinco jóvenes modelos que se paseaban de los sillones del patio al galpón llevaban muestrarios del total look ideado por la marca.

Algunos de los presentes en el banquete celebrado en el patio con limonadas, sandwiches deli de milanesa o de salmón, tartines y muffins –la cita fue a la hora del brunch– calificaron al clima imperante de “un after hour con luz día”.

También en el patio, la estilista de la campaña, Julieta López Acosta, comentaba los artilugios para el libro de estilos de la temporada.

Esa pequeña biblia para las seguidoras de la firma –que elogian precios bastante democráticos y la variedad de modelos que caracterizan a la marca– predica modos de uso de una clásica blusa beige con lunares sumada a una calza corta o pantalón ciclista con estampas liberty. La profusión de calzas de cuero, los tops y los leggings a rayas condimentados con cadenas de dijes tintineantes. O bien el uso del batik, una vez más último grito de la moda, combinado con el cuero negro.

Un palazzo con una blusa de gasa corta, un cardigan a rayas beige y negro que oculta un microshort, una cartera símil Kelly Bag con foulard de lunares y zapatos acordonados que revelan las puntas de los pies. Proliferan los enteritos cortos con estampas de influencia africana.

Sentenciaron también desde la firma –mientras sonaban los hits de Lykke Li y algunos asistentes se cobijaron en el galpón que proyectaba el video celebratorio de la campaña fotografiada por Nacho Ricci–: “La consigna es integrar prendas de estilos bien diferentes, combinar flores con guardas, jeans con gasas estampadas, animal print con colores shocking. Pero la monoprenda, en todas sus versiones, es el quid de la colección”.