SOCIEDAD
Sexualidad y equidad
Por Maria Elena Naddeo*
Para quienes trabajamos en programas de promoción de derechos con adolescentes, la experiencia de los últimos años muestra la necesidad de incorporar al debate y al análisis algunos emergentes y nuevas o recurrentes expresiones de los y las jóvenes, todavía sin respuesta suficiente.
En el programa “Nuestros derechos, nuestras vidas” acordado por nuestro organismo con la Secretaría de Educación y el Programa de Salud Reproductiva de la Ciudad se realizan desde el año pasado talleres en los primeros y segundos años de las escuelas secundarias. Uno de los módulos más solicitados del programa es “sexualidad y conductas de género” –cuyo desarrollo contiene encuentros con docentes, padres/madres y los chicos y chicas–, que abordan con criterios participativos temáticas como la igualdad y desigualdad entre varones y mujeres, la democracia entre pares, violencia y no violencia, sexualidad, el cuidado del cuerpo, la prevención de situaciones de riesgo, la anticoncepción y prevención del embarazo no deseado y la prevención de infecciones de transmisión sexual.
De manera progresiva y gradual los talleres se han extendido como espacios de reflexión y capacitación constituyendo un recurso valorado y demandado por las escuelas ya que hay una fuerte preocupación de los adultos, de los docentes en particular, por el aumento del embarazo adolescente. Hace unos años fue necesario crear un programa de Retención Escolar para alumnas madres, y modificar el régimen de asistencias para garantizar la permanencia de las jóvenes alumnas en el sistema escolar.
Al mismo tiempo insistimos en ampliar los espacios de educación sexual con perspectiva de género, herramienta principal para prevenir el embarazo en esta edad.
Algunas expresiones de los y las adolescentes, no mayoritarias pero sí reiteradas o recurrentes, revelan la brecha cultural que sigue vulnerando derechos. Para muchos varones el tema del embarazo y de la anticoncepción “es un problema de las chicas”, reproduciendo esa ancestral irresponsabilidad masculina legitimada a través de las generaciones. Para otros jóvenes el tema no se discute, debatirlo y reconocer dudas o desconocimiento implica debilidad frente a las y los otros.
Para muchas chicas el tema del embarazo y de la anticoncepción se limita a depositar en el varón la responsabilidad y el conocimiento: “Mi novio se cuida... ellos se cuidan”, expresión que encierra una de las mayores definiciones de la subordinación del género femenino: el varón como depositario del saber, del poder de elegir, de decidir. Todavía es bastante generalizada en las chicas la sensación de que proponer algún método anticonceptivo las coloca en una incómoda situación de “chica fácil” frente a los otros.
Hay otro grupo –demasiado numeroso, observamos con preocupación–, en general chicas de sectores populares, que reconoce desear y buscar el embarazo aún sin pareja estable, con todo el traumatismo familiar e individual que esto implica. Investigaciones del CEM de los años ‘97 y ‘98 alertaban ya sobre una reafirmación de roles tradicionales por parte de jóvenes mujeres de sectores populares. La búsqueda de la maternidad como la gran, la única, estrategia de afirmación personal. En un contexto de pobreza estructural y falta de horizontes laborales o profesionales para nuestros adolescentes y jóvenes no es contradictorio ni sorprendente el fuerte impulso por aferrar lo afectivo, en este caso la maternidad, como proyecto de vida salvador y excluyente.
Uno de los ejes conceptuales que se afirma una y otra vez a la luz de los encuentros y el acercamiento con los jóvenes es que la información sola no basta, es necesario provocar cambios de conducta, conciencia de los derechos, sentido de la responsabilidad, del cuidado de la salud y el fortalecimiento personal para tomar decisiones. Al mismo tiempo se impone realizar una lectura crítica de los procesos sociales que vivimos y atraviesan la vida de los chicos y sus familias con brutalidad devastadora.
La perspectiva de género permite analizar con mayor profundidad algunos de estos temas. Tenemos que pensar cómo incluirlos en la mirada, en la conciencia, desde más temprana edad. Propongámonos empezar a tiempo.
* Presidenta del Consejo de los Derechosde Niñas, Niños y Adolescentes, GCBA.