DIEZ PREGUNTAS
› Por Laura Rosso
–Cierta melancolía de los pueblos de llanura, el horizonte con el sol inmenso poniéndose en el campo, los juegos con los chicos del barrio bajo el foco de luz de la esquina de casa, el cine al que íbamos con mi hermana los domingos, las excursiones hasta el río Tercero, a la altura de Pampayasta, en Rastrojero o en el acoplado del camión de unos vecinos...
–No sé cuándo empezó, estaba en mi casa antes de mí y está conmigo desde siempre. De niña, como una pasión un poco enfermiza, para nada prestigiosa porque leía desde diccionarios hasta fotonovelas y desde poemas y letras de canciones hasta revistas de crímenes o papeles de diario con los que el carnicero envolvía la carne que me mandaban a comprar. Pero a los 12 años, cuando comencé la secundaria, en la modesta biblioteca de la escuela, descubrí a los cuentistas argentinos. Ficciones y Bestiario fueron los dos primeros libros que leí comprendiendo que eso que leía era literatura.
–Primero, hacia los nueve años, aparecen la fabulación y la mentira, el vicio de inventar historias (o hacerlas pasar como propias) para mis amigas; en la adolescencia la poesía, mis torpes intentos. Desde entonces escribir me ha acompañado siempre, pero es a mis 28 años, después de una enfermedad, cuando la escritura toma otro lugar y buena parte de la propia vida empieza a ordenarse en torno de eso. Así y todo, publiqué por primera vez, a los 40.
–Escribir “para jóvenes” es algo que llegó bastante más tarde que la escritura y llegó de un modo algo casual. En cuanto al refugio, sí, los libros me han cuidado de toda cosa, en los momentos más amargos leía para olvidar, o para hacer más corta la espera, y en los momentos felices, siempre aparece el deseo de compartir algo que he leído. También fueron los libros los que, de un modo u otro, me han proporcionado el pan, el diario vivir, así que ¡les estoy muy agradecida!
–Muchas marcas, enormes, todas las que dejan los oficios. El trabajo nos organiza y nos permite relacionarnos con otros y enseñar es un trabajo, apasionante, porque nos liga a las cuestiones más profundas y entrañables de algunos otros y porque muchas veces regresa hacia nosotros en agradecimiento.
–En una casa de las sierras chicas cordobesas, con mucho verde, muchos libros, buenos vecinos y amigos. Es una buena época.
–Muchos de los reales proyectos de ley que están pendientes, desde la ley del aborto hasta la de tierras, desde una (mejor) ley de minería que restrinja la minería a cielo abierto, hasta una ley que regule y proteja la posesión de tierras de los pequeños campesinos, entre otras muchas leyes que todavía nos debemos.
–Me cuesta decir que no a la demanda, a la necesidad de otros.
–Para nada y para nadie, pero a mí me resultan imprescindibles algunas personas y algunas pocas cosas, entre ellas, saber que tengo algunos libros a mano...
–De mi torpeza, demasiadas veces. De mi incapacidad de comprender, muchas veces. De mi ingenuidad, algunas veces.
* María Teresa Andruetto nació en Arroyo Cabral, Córdoba. Publicó los libros de poemas Palabras al rescoldo, Pavese y otros poemas, Kodak, Beatriz y Sueño americano. Es autora también de las novelas Tama, La mujer en cuestión y Lengua Madre, y del libro de cuentos Todo movimiento es cacería. Como autora de literatura infanto-juvenil publicó entre otros El anillo encantado, Huellas en la arena, Stefano y Campeón. Obtuvo el Premio Novela Luis José de Tejeda, Premio Novela Fondo Nacional de las Artes, Premio Iberoamericano a la Trayectoria en Literatura Infantil y, en varias ocasiones, el White Ravens de la Internationale Jugendbibliothek (Alemania). Es la actual candidata por Argentina al Premio Hans Christian Andersen 2012. Sus últimos títulos son La niña, el corazón y la casa, y Miniaturas.
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