[IN CORPORE]
› Por Gabriela Notti *
Pretender que el modelo de belleza sea un referente para todas las mujeres es casi un genocidio en que la industria invierte millones. ¿Qué carencia, qué dolor tapamos generándonos tanto sufrimiento? ¿Qué es lo que nuestro género no quiere ver? ¿Por qué dejamos que estos modelos nos destrocen a nosotras, a nuestras generaciones pasadas, a las futuras? Veo fotos de modelos de belleza que coquetean con la anorexia y me pregunto: ¿dónde nos ponemos las mujeres cuando no hacemos posible lo que nos hace bien? Si la belleza es un derecho, ¿dónde queda este derecho cuando es utilizado para excluir?
En Europa siguen eligiendo modelos ultra escuálidas para las pasarelas y las tapas de revistas. ¿Cuáles son los sentidos para poner a una modelo anoréxica? Cuando la belleza coquetea con la anorexia, coquetea con lo imposible, excepto que una mujer se enferme o se muera por no comer. La belleza es un derecho posible, posible para todas. Podemos detectar algo muy claro: cuando la belleza es imposible –ser tan flaca hasta casi desaparecer o ser invisible– deja de ser un derecho y deja de ser posible.
Pero hay otros puntos de vista a los que muestran las casas de ropa, las publicidades o los medios. No es la frustración, ni un espejo enfermizo. La belleza nos hace sentir mejores, nos hace sentir ricas, plenas, nos levanta la autoestima y nos permite hacer muchas otras cosas que sintiéndonos feas y excluidas no podríamos o, todavía hoy, no podemos hacer.
Si se presenta un modelo en donde las comparaciones me excluyen, que necesita enfermarme u obligarme a hacer un esfuerzo extremo –una dieta casi sin alimentos que engorden o simplemente cuenten alguna caloría– es un buen indicador para saber que por ahí no es el camino. El camino es el equilibrio. Y la inclusión. La belleza es un derecho para todos y todas.
Cuando yo tengo la posibilidad de que la sociedad no me condene por no seguir determinados parámetros, también puedo ver con más claridad cuando voy a ser presa de una manipulación que me puede llevar hasta la muerte, como la anorexia.
Deberíamos preguntarnos por qué nos siguen representando estos modelos sociales de belleza y por qué la belleza es sinónimo de enfermedad y frustración y no de festejo y alegría.
También, si se compara la belleza con otros derechos, queda más claro cómo se manipulan estos derechos y se transforman en otras cosas. Cuando dejan de ser derechos pasan a ser condicionantes, y cuando son condicionantes pasan a ser exclusivos de la mirada del otro. Por eso pienso en la belleza como un genérico, no como una individualidad. Pienso en la belleza como pienso en el amor. Pienso en la belleza como pienso en la realidad. Pienso en la belleza como pienso en la vida.
Es un genocidio invitar a las mujeres a que se maten. Es una responsabilidad brindar un servicio que tiene que ver con la delgadez. Muchas dicen literalmente que se mueren por estar lindas. Mientras que la propuesta, en cambio, tiene que ser estar lindas para vivir.
¡Qué la belleza esté viva!
* Ex bailarina y fundadora del centro de estética Magnolia.
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