Vie 03.02.2012
las12

TENDENCIAS

Máxima velocidad

Usan medias de red, tatuajes dignos de piratas y exhiben una pasión por el vértigo que se traduce en moretones y frutillas sobre la piel. Las hay lesbianas, bisexuales o héterosexuales -categorías que para ellas dicen poco- aunque todas en la pista tienen que elegir una esposa. Son amantes del patín, más precisamente del Roller Derby, un deporte para mujeres que delimita una tribu urbana bien definida cuya edad promedio es indescifrable: desde adolescentes hasta madres de varios hijos. Chicas bravas que disfrutan del cuerpo a cuerpo antes, durante y después del juego.

› Por Flor Monfort

Entrenan en un club bajo techo, sin música ni gritos, se calzan sus patines como en una ceremonia, los cascos, algunos tuneados, otros minimalistas. Usan rodilleras y coderas por protección y se ayudan entre ellas a calzarlas y ajustarlas pero en silencio, con ese eco de los polideportivos y el fondo del gimnasio, la pileta, ruidos que vienen de más allá pero que no afectan el ritual.

Se lanzan a la pista, se deslizan y hacen que parezca fácil, pero siguen sin hablar demasiado porque empieza la ronda. Patinan en círculo, adquieren velocidad, de repente toman ventaja por sobre una compañera agarrándola de la cintura, pero pueden ser suaves en la marcha frenética que les impone el vértigo. Se miran y sonríen, como una banda que está tocando, y bien, sin pifiar una nota, o errando de repente pero recuperándose rápido. Una meditación en movimiento. Después de 20 minutos se tiran a elongar, de rodillas en el piso estiran toda esa fibra que las mantuvo en danza, como gladiadoras.

Lo que hacen se llama Roller Derby y empezó como un deporte de exhibición en los años ‘20, en Estados Unidos. Al principio era mixto, invitaba a multitudes a clamar por los ídolos y las piruetas de que eran capaces en cuatro ruedas. Después se dieron cuenta que las chicas solas, toqueteándose por hacer un punto, eran más atractivas y allí fueron por el pancho y la coca: el Roller Derby pasó a ser una atracción para hombres, que la Segunda Guerra y el fervor militante del flower power dejaron fuera de juego.

LA VIDA DESPUES

Hasta que Dan Policarpo decidió reflotarlo, un tejano que la noche del 31 de diciembre del ‘99, cuando el cambio de milenio llenaba el aire de promesas, brindó por hacerlo grande y célebre como en las épocas de gloria pero sin esa pátina sexista de principio de siglo. Ya purificado como deporte de contacto, con una mujer/jugadora que no iba a prestarse a ser carne de cañón de la masa voyeur exaltada, se creó una asociación (la Women’s Flat Track Derby Association) para escribir las nuevas reglas y una entidad mundial que nuclea a las que quieren participar. La actriz Drew Barrymore intentó en su primera película como directora, Whip it, mostrar la esencia del deporte circular, pero si bien no logró empoderarlo como las verdaderas practicantes hubieran querido, sí logró ponerlo de moda, y muchas de ellas se acercaron a conocerlo (acá y en el mundo) gracias a ese film lleno de destrezas glamurizadas y lugares comunes, con la premisa de que si sos una loser pero tenés ovarios el RD te puede llevar a la cima de la popularidad que nunca tuviste. ¿No hay nada de eso? “Bueno, no como está mostrado en la película, pero es verdad que todas sentíamos que no encajábamos en ningún lado y acá encontramos un lugar de pertenencia que te une con el resto porque el RD te consume mucho tiempo. Nosotras decimos ‘el amor es por el patín’ porque la que viene con una bronca o una pena de amor, empieza a rodar y se olvida. El mundo deja de girar en algún punto y el tiempo que nos consume es el suficiente para hacernos amigas y olvidarnos del resto. Acá tenés que ser valiente, ágil, inteligente para entender la estrategia detrás del juego y, sobre todo, tenés que ser fuerte. Todas cosas que no se esperan de una mujer”, dice Juliana, de 21 años. El equipo que forman ella y las 14 entrevistadas para esta nota se llama Sailor City Rollers y hace pocas semanas se conformó como liga independiente de las ya existentes en nuestro país: la BARD (Buenos Aires Roller Derby) y la 2 x 4, que existen hace aproximadamente dos años en Argentina. Un deporte nuevo, con ambición de crecimiento y ganas de reclutar futuras jugadoras pero no sin dificultades. Para buscar lugares para entrenar, el hecho de ser todas mujeres y de portar un look diferente (medias de red, tatuajes, perforaciones y demás abalorios de los que hablaremos más adelante) es un obstáculo. Padres enfurecidos las conminaron a liberar espacios públicos para que sus vástagos pudieran patear la pelota. Enfundadas como van a todos lados de rodilleras, coderas, los propios patines, cascos, rodeadas de un séquito de amigos, fotógrafos, entrenadores y demás entornos: ¿mujeres practicando un deporte de velocidad y riesgo? Sospechoso. Las echaron de la Plaza de la Unidad Latinoamericana, en Medrano y Costa Rica. “Nos tiraron pelotas, nos mandaron a echar con la policía, nos argumentaron que el fútbol es más importante que nuestros paseítos en “rollers” (los patines de RD se llaman quads y tienen cuatro ruedas). Ahora conseguimos entrenar en el Club Huracán pero fue una odisea encontrar un espacio donde no nos quieran sacar”, cuenta Nancy, de 23 años. El fútbol, deporte macho nacional por excelencia, excusa esgrimida no sólo por padres ofuscados sino también por los propios padres de las chicas. Cuenta Priscila, de 21, que cuando le quiso hacer entender al suyo que el principio de estrategia de juego entre dos equipos que quieren vencerse mutuamente es el mismo en el RD que en su amado deporte de 11 contra 11, no hubo manera. “No lo entienden, si bien es difícil hacer entender el mecanismo, hay algo que debería ser ‘ok, entiendo, es un deporte como cualquier otro, dos equipos, reglas, uno gana el otro pierde’. Esa predisposición no está. Nos han dicho a todas ‘no vas a durar’, ‘ahhh es patinar en redondo y sacarse la pelota’ por más que no hay pelota, y demás variables ridículas como pronunciar ‘Roller Baylis’. Debería ser simple de entender, pero nosotras seguimos para adelante”, dice Juliana.

A QUE JUEGAN

El Roller Derby consiste en una serie de carreras llamadas “jams” que tienen como máximo dos minutos. El juego dura una hora y se divide en dos tiempos de media hora. Es rápido y parece violento pero las chicas saben lo que hacen, no es costumbre que salgan lastimadas. En los “jams” se anotan los puntos. Dentro de la pista hay dos equipos y cinco jugadoras de cada uno por jam. Se juega en una pista ovalada, que en algunas versiones del RD es inclinada y en otras es plana, como las que usan acá.

Una de esas cinco jugadoras es la jammer, una líder de equipo que puede anotar puntos y se distingue de las demás porque tiene dos estrellas en el casco, a cada lado de la cabeza. El resto de las jugadoras son bloqueadoras, se encargan de evitar que pase la jammer del equipo contrario y de ayudar a su propia líder. Las bloqueadoras se ubican en lo que se llama línea de pivote, que es una jugadora, identificada con una franja en la cabeza, que tiene la capacidad de transformarse en jammer si la jammer le pasa su cubre casco de la estrella, cuando está muy cansada o porque no puede pasar el pack. Cada una trata de cubrir todas las posiciones que pueda, pero hay mejores bloqueadoras, mejores jammers, etc. Cada una tiene un derby name (nombre) que la identifica y su derby wife (esposa), que es su mejor amiga o aliada dentro de la cancha.

Se ubican las bloqueadoras en la línea de pivote y las jammers se ordenan tres metros más atrás. Suena el primer silbatazo y sale el pack de bloqueadoras de los dos equipos, cuatro y cuatro. Cuando la última bloqueadora pasa la línea de pivote suena un segundo silbatazo y salen las jammers. Las jammers intentan pasar una vez el pack, la primera que logra salir del pack legalmente, esto es sin cometer ninguna falta, es la jugadora que puede cortar el jam, por eso dura dos minutos o menos. Los puntos se anotan a partir de la segunda vuelta, donde por cada bloqueadora del otro equipo que se pasa, se logra un punto para el propio equipo. Ahí es donde se ven los roces, las agarradas, los saltos, esquivadas, agachadas, piruetas en velocidad que impresionan por los reflejos y la destreza. Si la jammer cuando suena el silbato de la vuelta ya no es líder, la otra segunda vuelta anota cuatro puntos porque pasó a las bloqueadoras del otro equipo. Durante esos dos minutos tiene que tratar de hacer la mayor cantidad de vueltas posibles para sumar la mayor cantidad de puntos sin que las bloqueadoras del otro equipo la saquen.

Amores, celos, parejas de hecho y divorcios escandalosos se tejen en aquello de la derby wife: uniones que se sellan desde el minuto cero, como el de Daiana (25) y Merlina (20), mejor apodadas Batman y Robin porque andan juntas desde el primer entrenamiento. Pero Batman tiene su Gatúbela y la historia mucho tiene que ver con el deporte: Priscila, conocida como Ms Trouble (Señorita Problema) es su novia desde mayo, pero las cosas no fueron tan fáciles. Cuenta Priscila: “Yo estaba de novia con un chico hacía tres años y medio. Era heterosexual y jamás me había planteado otra cosa. Pero cuando la conocí a ella me pasó algo, al principio era haberla notado, sentir nervios cuando la veía, incomodidad, pensaba ¿qué me pasa? Empezamos a conocernos y me di cuenta de que quería estar con ella, que podía desarmar todo lo otro porque para mí las cosas son así, cuando tomo una decisión es así y punto. Nos la pasamos chateando durante semanas, y en una fiesta pasé y le toqué la cintura. Sabía que pasaba algo y que era muy fuerte. Nos quedamos mirándonos un montón de tiempo en la barra, sin hablar, y Daiana me dijo ‘mirá que tenés que estar segura’. Pasamos la noche juntas y yo sentí como si toda esa identidad anterior se me hubiera borrado. Fueron varios días de no entender nada, pero de repente todo fue claro, estar con ella era mi lugar. A pesar de que mis viejos no lo acepten”, dice. La orientación sexual de las chicas es tan natural para ellas que no es algo que tienen que saber o no. “Ni siquiera decimos tal es lesbiana o no, por ahí decimos torta pero ni siquiera. Cuando entró Batman, como no hablaba, le decíamos ‘pequeña tortita’, pero la verdad es que no nos importa, ni siquiera como chisme, como cosa curiosa. Hay chicas que son bisexuales, qué sé yo, tal vez ese es uno de los secretos por los que te sentís tan cómoda cuando entrás acá, porque lo que iguala es el amor por el patín”, dice Juliana, conocida como Bachicholina, en una mezcla de apodo de niñez y mujer fatal cero pudorosa que inspira ella y que recuerda a la diosa porno italiana.

MUJERES EN RED

Clasificar a las chicas que practican RD es difícil porque hay chicas de 18 que recién terminan el colegio y otras de casi cuarenta. Thelma es de la BARD y tiene ocho hijos. Paula cumplió 38 y forma parte de las “fresh meat” (carne fresca), que son las principiantes, las que concursan por un lugar en los equipos. María tiene 24 (Meiga) se está por recibir de médica y fue nombrada princesa de la comunidad gallega (sin tatuajes a la vista) y Milena (20, Catrina Machete) es mexicana y estudia artes visuales, vino a Buenos Aires siguiendo a un novio pero se peleó y acá se quedó. Tiene el cuerpo lleno de frases en distintos idiomas. “Con la definición empieza el conformismo”, en japonés; “Ama el arte en ti mismo y no a ti mismo en el arte”, en ruso; “De mi cuerpo podrido saldrán flores y eso es la eternidad”, en noruego, dicen algunos.

Las medias de red son un must en los looks. Si bien insisten en que no quieren caer en el estereotipo de “chicas que usan medias de red” saben que es una marca de tribu, algo de lo que se apropiaron para hacer equilibrio en esa cornisa que se impusieron: son aguerridas pero no por eso dejan de amar los tacos o los brillos. El RD les da esa libertad, esa amplitud. Bachi está rapada pero jura que usa “vestidos de florcitas”, renegando de los estilos marcados para las mujeres: que las que caminan por Santa Fe tienen el pelo lacio y usan planchas, que las que escuchan hardcore campera de jean cortajeada, que las punks usan borcegos. “Aunque cada día es más difícil (Bachi viene de tatuarse un ancla en el antebrazo izquierdo) si quiero puedo tapar los tatuajes y ser la señorita linda. Lo mejor es poder moverse, aprovechar lo mejor de los dos mundos: la fuerza masculina, la habilidad, el poder de armar una estrategia deportiva y explotarla al máximo y sin piedad. ¿Quién nos puede negar eso? Y a la vez todo lo que nos gusta de ser mujeres. Yo soy una heterosexual feliz, me encantan los varones, pero el que se acerca a mí ve esto, los tatuajes en los muslos, el pelo casi al ras de la cabeza. Bueno, obviamente es un tipo de hombre, no cualquiera. Mejor que sepa de entrada a qué atenerse”, dice Bachi, y asegura que lo de los tatuajes tampoco es un acuerdo o una marca para entrar en el grupo. “Fue pasando que muchas teníamos tatuajes de antes, otras se los van haciendo pero nadie habla de eso, es algo que está ahí, como un accesorio. Son más importantes nuestros códigos que lo que tenemos puesto”, dice.

PONER EL CUERPO

Por más que están protegidas, el cuerpo se expone. Las chicas tienen moretones, quemaduras, frutillas recién hechas y cascaritas. “Al principio te da miedo –dice Bachi– pero en mi caso fue una liberación. Sentirme tan reprimida es asfixiante, todos necesitamos sacar algo, había algo adentro que necesitaba salir. Yo ahora voy con todo, no es que voy y pego, tengo estrategia, pero me lanzo, no me reprimo nada.” “A mí me cambió mucho la forma de ser, como que puedo ser yo, como que mi forma de ser está bien, es aceptada. Y además me siento que soy parte de algo. Venís un día cargada y liberás acá”, dice Priscila. “Fui bastante kamikaze de entrada, me eligieron a las dos semanas de haber participado, en un try out nos hicieron jugar enseguida, yo no tenía idea de lo que tenía que hacer, me dijeron ‘patiná’, me tiraban al piso y yo seguía patinando. Nunca tuve problema en ese sentido, si me lastimo no me importa, sé que me voy a sanar. De hecho me fracturé el peroné patinando y, bueno, estuve cuatro meses parada”, cuenta Daiana.

Cuando se les dice que lo suyo es una especie de militancia acuerdan y dicen que las define la acción, no el discurso por la política no les interesa. Sentarse a leer teoría, menos.

–¿Si les dicen “feminismo” qué les pasa? ¿Qué significa para ustedes?

Bachi: –Los ismos no me gustan, cuando ya es extremo todo es malo: feminismo, machismo, sexismo, pero entiendo que somos parte de una evolución que empezó con el feminismo. La revolución de sacarse el corpiño o de tomar la píldora nos abrió camino. Yo estoy orgullosa de ser mujer, pero también quiero demostrar que tengo mi otro lado, puedo ser dura, rebelde, fuerte si quiero.

Priscila: –El feminismo siempre me interesó mucho, pero cuando era más chica me cabía más lo que era el feminismo extremo. Luchar no por la igualdad de condiciones sino porque las mujeres tengan más derechos que los hombres. Pero bueno, fue mi etapa de rebeldía. Y después cuando fui creciendo un poco más, me parece que se trata justamente de eso: un balance. No de ser más porque sos de tal o cual género. Sino justamente que no te encasillen y te digan en qué lugar deberías estar. Que todos estemos en el lugar donde sentimos que queremos estar sin ser juzgados ni señalados.

Bachi: –Pero es verdad que algún tipo de extremismo practicamos, el rollerderbismo por lo menos.

FANTASIAS ANIMADAS

Quieren que el deporte sea conocido, que los mundiales salgan en ESPN, que los sponsors se peleen por tenerlas. No les importa tanto que haya tipos que paguen para verlas tocarse, si eso los calienta, quieren hinchadas, cantitos, público apasionado. Quieren que el RD sea popular, que ese lugar de pertenencia que a ellas les reforzó identidad y las llenó de amigas sea tan digno de ver como espectáculo como un partido de tenis. Saben que la popularidad tiene un precio pero están convencidas de que las que se acercan a caretear para ponerse las medias de red y nada más no duran ni una semana. Los entrenamientos son muy fuertes, los horarios son exigentes, hay que ser puntual, constante, despertarse temprano, trabajar después de hora en la propia liga, que se extiende en las redes sociales y necesita cada vez más roles: relaciones públicas, tesorera, reclutadoras... El último (y único) mundial de RD que se jugó en el mundo fue en Canadá, el año pasado. Ellas lo vieron por Internet soñando que el próximo, en 2013, las tenga en el campo de batalla. Suzy Hotrod, estrella del Gotham Girls Roller Derby de Nueva York, salió en una producción en la Sports Illustrated con sus tatuajes en los muslos y sus abdominales firmes como rocas. Abrió un camino. Cuando se les pide que sueñen a lo grande, alguien grita

–¡El living de Susana! Que nos diga: “Ay! ¿pero cómo se juega a eso? ¿Se tiran al piso? ¿Son lesbianas? ¡qué asco! Pero... ¿Están vivas?

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