EDUCACION
La educación sexual siempre está. Si en el colegio no se aplica la actual ley, las aplicaciones de Internet y las redes sociales son un espejo donde se replican los estereotipos culturales que diferencian a mujeres y varones. La propuesta no es demonizar las nuevas tecnologías, sino que las escuelas y la sociedad propongan usos no sexistas de la computadora.
› Por Luciana Peker
Quiebran la cadera y apoyan la mano en la cintura. Miran a cámara. Y suben lo que saca a YouTube, Twitter, Facebook u otras redes sociales. Ellas sienten a las redes sociales como un espejito en el que tienen que mostrarse lindas y ser percibidas como sexies. Ellas sienten que ése es su lugar –un no lugar a la vez global– en un mundo virtual que, a la vez, reproduce los estereotipos culturales sin red.
“Las pantallas sirven de ordenamiento para la reproducción de órdenes sociales. Las diferencias sexuales se trasladan a Internet. En Facebook las mujeres se sacan más fotos y, muchas veces, en pose de seducción o en ropa interior. Además suelen hacer tests sobre cuántos hijos van a tener o si son sexies. Los hombres, en cambio, realizan comentarios sobre carreras de auto y fútbol”, compara la docente Mirta Gundin.
Ella es la autora del trabajo “Los adolescentes y las pantallas. Las nuevas formas de construcción de identidades”, que expuso en el taller “Ideas para implementar la Educación Sexual Integral con el uso de las TICS: transformar el problema en solución”, coordinado por María Victoria Arias, en el IV Coloquio Internacional “Educación, sexualidades y relaciones de género”, realizado a fines del 2011, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. “Las nuevas tecnologías tienen elementos democratizadores. Parecen maravillosas, pero generan algunos problemas”, advierte la socióloga y docente de Ciencias de la Educación Clara Bravin que también coincide en que los géneros se diferencian en la forma de enredarse virtualmente.
“Los varones y las mujeres son afectados, pero lo femenino está en el centro de la escena –subraya– al exponerse en las redes como un objeto que se valoriza más por su figura o sus habilidades eróticas y se muestra como una mercancía. El cuerpo en el capitalismo se convierte en una mercancía, pero las consecuencias son más gravosas para el cuerpo femenino.” Estoy mal, bien, triste, loca, angustiada, contenta, de novia, separada, desilusionada. Las redes sociales narran, cuentan, exorcizan, publicitan, exponen. Son un signo y un eco de la época: un confesionario donde la vida privada es casi un rasgo del pasado. Un confesionario masivo, permanente y portátil. El diagnóstico es claro. Ahora no sólo hay que ser, sino que también hay que aparecer en la pantalla del teléfono, la computadora, la tablet, el ipod para poder ser en el espejo del siglo XXI.
La muestra permanente de la intimidad y una intimidad signada por el sexismo parece bastardear la dignidad femenina. Sin embargo, el lema feminista “la intimidad es política” pone en jaque el cuestionamiento a la exposición de la intimidad que se producen en las redes sociales. ¿Y si esta vida sin barreras ni puertas fuera un logro a la distinción entre vida pública y vida privada contra el que lucharon tantas mujeres?
¿O si pudiera usarse ese diario no íntimo para construir una mayor igualdad?
Sin negar los problemas de la vida en vivo y en directo, son muchas las que se niegan a demonizar todo lo que tenga send. “No me gusta caer en la idea nefasta de que los adolescentes van a quemar su cabeza. Pero sí creo que tiene que haber un cambio institucional en las escuelas apropiarse del lenguaje audiovisual y para estimular a los y las adolescentes con otros recursos que no se agota en el reparto de netbooks”, aporta Gundin.
En el proceso de cambio, la implementación efectiva de la ley 26.150 de Educación Sexual Integral; que todavía no llega a las aulas de jardines de infantes, primarios y secundarios de todo el país; es imprescindible. Las chicas no saben todo porque tienen acceso a Internet. Por el contrario, tienen más necesidad de saber algunos lineamientos sobre el cuidado de su cuerpo y el respeto a sus deseos, justamente, porque tienen acceso a Internet. “La educación sexual puede lograr una transformación y si no hacemos nada jamás se inicia la transformación”, propone Bravin.
Esa microtransformación la iniciaron las comunicadoras Paula Alicia Morales y Agustina María Beltrán Peirotti en un taller realizado en un quinto año, de un colegio público que definen como urbano-marginal, de estratos medios bajos, de Córdoba, con el objetivo de prevenir y desnaturalizar la violencia de género. Los treinta y cuatro chicos y chicas con los que realizaron una experiencia piloto tienen entre 15 y 18 años y viven en los barrios San Rafael, San Roque, Villa Unión, Los Granados, Los Plátanos y Estación Flores. Ninguno había aprobado todas las materias y algunos terminaron el año con once materias desaprobadas. Igual que las antenas de televisión, las zapatillas o los celulares para esos pibes/as la tecnología –mucho más a partir del reparto gratuito de computadoras– en una alfabetización tecnológica que forma parte del ABC de su cotidianidad.
“La multimediatización es parte de la vida de los y las jóvenes. Tuvimos que encontrar el modo de poder llegarles porque nos cuestionaban que les parecíamos negativas o mala onda y que en todo encontrábamos violencia. Había veces que gritaban en las clases y volvíamos desilusionadas. Sin embargo, los spots (sobre estigmas, aborto, etc.) mostraron que lo que se necesita es escucharlos desde su propia perspectiva”, sostiene Paula Morales. Ella y Agustina son licenciadas en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y a través del programa de extensión “Derechos Humanos, Juventud y Género Herramientas para la prevención de la violencia de género desde un abordaje de la violencia mediática” pudieron realizar spots radiales con los y las adolescentes.
Entre otros temas, los chicos y chicas hablaron de aborto. Y hablaron. “Uno de los países de Latinoamérica con una elevada mortalidad materna es nuestro país: Argentina. El aborto es penalizado pero se sigue realizando en mujeres de poder económico y a puertas cerradas. El aborto está penalizado pero se sigue realizando. En Francia se legalizó el aborto en 1975. Desde ese momento la mortalidad bajó más de un 30 por ciento en veinte años y en Italia un 50 por ciento en el mismo período. ¿Por qué todas no podemos? ¿Aborto sí? ¿Aborto no? Eso lo decido yo”, dice una adolescente en el micro radial que se puede escuchar en el Facebook de Violencia Mediática Cba o en la web http://www.rednosotrasenelmundo.org. Las nuevas tecnologías son una herramienta. El problema no es el martillo sino para qué se martilla.
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