Vie 09.03.2012
las12

PERFILES

La inconveniente

Nina Brugo

› Por Flor Monfort

“Un embarazo no deseado puede ser por miles de causas. La mujer puede decidir no querer continuar con ese embarazo. Muchas veces pasa que nos tenemos que hacer cargo de todo lo que ese embarazo implica. El derecho a decidir tiene que ser nuestro: cuándo, de qué manera y en qué momento queremos ser madres. Es hermoso tener un hijo para muchas, pero eso es cuando la circunstancia lo permite”, dice Nina Brugo en 2004, en una charla de las tantas en las que participó, coordinó y donde subió la voz todo lo que pudo para decir la importancia del aborto legal, seguro y gratuito, no solo dando por hecho sus razones sino explicando, generando la chispa de la duda en las que puedan pescar de oído, en asambleas barriales, en mesas redondas, que abortar no sólo debería ser un acto de libertad sino una cuestión de derechos humanos. Por eso se enojó cuando en septiembre del año pasado, convocada por el programa A dos voces, el conductor Marcelo Bonelli seseaba “a ver chicaz, pónganze de acuerdo” y demostraba con todos los dientes su simpatía por la especialista en bioética preferida del canal de todas las noticias: Inés Franck.

Para quienes no la conocen, Nina Brugo es abogada laboralista especialista en Derechos de la Mujer, pero sobre todo una activa y ferviente militante política. El miércoles 7 fue declarada Personalidad Destacada de los Derechos Humanos y, antes de entrar al salón Montevideo de la Legislatura, su amiga Dora Barrancos decía que no puede contar una anécdota porque tiene de a millones: “Soy torpe y estoy emocionada, somos muy cercanas. Su lucha por la legalización del aborto es fundamental, pero también su labor como abogada de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, en la recuperación de tantos chicos”. Barrancos recordó que Nina es egresada de la Universidad Católica Argentina y comenzó su militancia en la década del ’60 en movimientos religiosos y sociales de Los Polvorines, Grand Bourg y José C. Paz. Por lo tanto, cuando en aquel programa la especialista Franck empezó a torearla con el derecho a la vida del niño por nacer, Brugo sabía con qué bueyes araba: su marido es además teólogo, le aclaró, y Tomás de Aquino, Padre de la Iglesia de Franck, decía que hasta los tres meses de gestación el feto no tiene alma. Pero a Brugo le galopaba el corazón y cuando volvió de la grabación escribió a las compañeras de RIMA (la Red Informativa de Mujeres de Argentina), como catarsis y anuncio de lo que se vería en el programa: “vengo enojada. Los conductores se la dan de árbitro, no lo hacen bien, desconocen el tema y les importan un bledo las mujeres y menos las situaciones o conflictos sociales que podamos vivir. La representante de bioética de la UCA dice todo el tiempo mentiras con gran serenidad y desparpajo, cambia la Constitución, el Código Civil, asevera que no habla desde sus creencias, pero es una fiel representante de los fundamentalistas de la jerarquía católica actual. Como se podrán imaginar, perdí los estribos –no debía, tal vez, hacerlo– pero la defensa de la vida y nuestros derechos no me dio opción y me calenté”. No hay que olvidar que la misma señora que dice “me calenté” tiene 68 años y usa traje sastre. Allá por los ochenta, nunca se olvidaba de calzarse la bombacha y el DNI como únicas pertenencias cuando iba a una marcha, por si quedaba detenida. De esas tantas detenciones habló en el acto, donde también participaron Nelly Minyersky y Elsa Mura.

María José Lubertino, impulsora del reconocimiento, destacó el pasaje que hizo Brugo de la Iglesia al feminismo. “Fue el desencanto del rol de la Iglesia durante la dictadura lo que nos llevó por distintas vías a la convicción de los estados laicos y en el caso de ella a su exilio, primero interno y después a Brasil, México y Canadá, su hermano desaparecido (Gerardo Brugo, quien la ayudó a salir del país y luego fue secuestrado) y el contacto con otras compañeras lo que enriquece su regreso para fortalecer su posición política feminista.” Encuentros nacionales de mujeres, la pelea por la ley de salud sexual y reproductiva, la bandera del aborto y esa capacidad de mediar entre las troskas y los grupos ultracatólicos, destaca Lubertino, es tal vez su mayor valor, pero sobre todo por la militancia sostenida, enérgica y sin concesiones es que hoy es reconocida.

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