› Por Maria Victoria Arias *
No es lo mismo tener la posibilidad de elegir que tener que asumir un destino marcado por la exclusión y la mirada estigmatizante de una sociedad que no puede –ni quiere– aceptar ni reconocer a los cuerpos que rompen las normas impuestas. Las mujeres trans tienen pocas posibilidades de escapar de caminos y rutas donde ofrecerse como intermediarias de un placer a escondidas. Sus feminidades interpelan, incomodan, desacomodan. Se las busca y se las desea, pero se las denigra, golpea y mata. Es la lógica misógina llevada al extremo.
En la dinámica escolar, donde todo debe ser normalizado, nombrable, manejable, no hay lugar para estas disidencias, que no pueden ni quieren ser disimuladas. Las travestis relatan sentirse así, como son, algunas desde siempre y otras desde la pubertad, cuando desearon ser nombradas en femenino y añoraron ver crecer en su pecho los relieves que después debieron obtener con prácticas peligrosas y hasta mortales. Algunas tuvieron apoyo en las familias, otras debieron huir. Pero casi todas coinciden en el mismo dolor: la escuela no las tuvo en cuenta, no les permitió ser y la mayoría no terminó el nivel secundario, empujadas por la humillación, los golpes en el baño, el desprecio, el acoso, la indiferencia de lxs docentes. Las que sí lograron su título relatan la desilusión de ir a buscar trabajo y que sólo las vean como prostitutas, sin importar su preparación e idoneidad.
Los hombres trans (personas asignadas como mujeres al nacer, pero que sienten y viven como hombres, con mayor o menor intervención sobre su cuerpo) probablemente puedan disimular más tiempo, pero deben sufrir en silencio ese ocultamiento y circular en una sociedad que ni siquiera los nombra.
Desde el 2006 contamos con una herramienta para cambiar esta realidad: la Ley de Educación Sexual Integral. Pero es poca la intención de que llegue a las aulas, no hay capacitación suficiente para todxs lxs docentes y la mirada sigue siendo binaria y heteronormativa. A pesar de ser una ley, las resistencias de todo tipo siguen operando para desbaratar todo intento de liberar los cuerpos.
En este momento, un grupo de docentes, investigadores, activistas estamos creando un espacio para comenzar a soñar con una escuela inclusiva: el Bachillerato Popular Mocha Celis, destinado (sin ser excluyente) al colectivo trans. Como decimos en nuestra página en Facebook, “nuestro objetivo es generar un espacio de capacitación y contención que habilite a lxs estudiantes a conseguir mejores condiciones laborales y que revierta la situación que conduce a la prostitución”.
Hacemos acuerdos, pensamos juntxs, compartimos y construimos conocimientos. Les explicamos a nuestrxs posibles alumnxs que somos amigables, que vamos a respetar su nombre elegido, su identidad, que lxs vamos a hacer sentir lo que son: personas dignas, que merecen la oportunidad de estudiar, tener su carpeta, sus lápices de colores, para dibujarse a sí mismxs, narrarse, tomar la palabra que les ha sido negada.
* Profesora de Lengua y Literatura. Capacitadora en Educación Sexual (UTE).
Más información: cuidarnosesquerernos.blogspot.com
saberesmiderecho.blogspot.com Bachillerato Popular Mocha Celis:
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