Viernes, 13 de abril de 2012 | Hoy
MúSICA
Jepchumba es una artista originaria de Kenia, que creó una comunidad on line desde cero. Vino a nuestro país en el marco de una conferencia de Google y habló de los alcances del arte digital y de cómo la tecnología sigue estando más asociada a los hombres, pero cuán estimulante es ver cómo la utilizan las mujeres.
Por Paula Carri
African Digital Art (www.africandigitalart.com) es una plataforma para artistas gráficos y profesionales de disciplinas tecnológicas, allí donde el arte de hombres y mujeres se encuentra con lo techie y genera nuevos lenguajes y plataformas, todavía en construcción y definición de sus límites y posibilidades. Su creadora, Jepchumba, estuvo en Buenos Aires como oradora del Think Infinite with Google, un encuentro anual que tuvo por lema 2012 “Rompiendo moldes de pensamiento”. Hubo speakers de primera línea a nivel mundial (como Russell Stevens, el creador de la campaña social de Barack Obama en 2008) y otros y otras más periféricos que plantearon los nuevos desafíos de la web.
El término arte digital fue un tópico muy mencionado, aunque su definición exacta no esté clara: abarca una amplia gama de la producción artística, audiovisual, de producción, animación, e implica proyectos interactivos, sitios web, cortometrajes, artes gráficas y diseño. “Lo que la tecnología ha traído al Africa es una oportunidad para que definamos nuestro continente y podamos aportar otra visión de la que siempre se ha dado de este continente oscuro y salvaje, donde una parte del mundo cree que sólo ha habido safaris y pobreza”, dice y cuenta que su primera y ardua tarea fue identificar a los artistas que estaban produciendo en Africa,
y cómo abarcar la enorme variedad de culturas que habita su continente. “Africa son 54 países y es el continente donde existe la mayor diversidad del mundo, la mayor cantidad de idiomas coexistiendo y la mayor cantidad de razas diferentes. Por esto es que nació African Digital Art. También para salirnos de esa historia como pueblos oprimidos que necesitan que Occidente los venga a rescatar”, dice y cuenta que tanto la tecnología como el diseño son las que menos mujeres tienen trabajando en sus filas en Africa. Ella tiene una maestría en Medios Digitales que hizo en Londres, antes de la cual asistió a una escuela de mujeres. “La tecnología y la conectividad son un espacio muy estimulante para nosotras, particularmente en Africa del Este, donde las mujeres tienen mucha influencia en los negocios. Allí las mujeres controlan no sólo la manera en que se organizan las familias, sino cómo se organizan los ingresos. En la actualidad hay mujeres que están reunidas en grupos para dar apoyo e inversión a grupos de tecnología. Son informales por ahora, pero están creciendo. La tecnología sigue estando más asociada al hombre, pero sin duda es más estimulante ver cómo la utilizan las mujeres”, aclara. “En Kenia, Akirachix (www.akirachix.com) es una comunidad de mujeres tan obsesionadas como yo con el tema de la tecnología”, aporta y cuenta que siempre se juntan en los eventos del sector, porque son minoría. Pero que “ahora se forman filas en la puerta de los baños de mujeres, lo cual es una buena señal”.
Todos estos emprendimientos on line tienen que tener un correlato off line, por eso es que está poniendo todas las energías en un media lab (laboratorio de experimentación y formación artística digital). “La mayor parte de Africa está off line y los mayores esfuerzos que estamos haciendo ahora son en esa dirección, en hacer creative commons (bienes comunes creativos, que faciliten la circulación de contenidos), porque además los creadores están aislados. Buscamos conectarlos para que puedan capacitarse y trabajar juntos. Y tener visibilidad.”
Ella, como cualquiera que inicia una plataforma, empezó con un nicho. “La razón por la que yo hice arte digital en Africa es porque no existía. Sencillamente porque faltaba y nadie había pensado en él”, explica. “A medida que crecés, vas descubriendo que no es tu ubicación geográfica ni tu lugar de origen lo que te está uniendo, sino un mismo interés.” En ese sentido, su sueño es que la comunidad de African Digital Art crezca tanto como para que, por ejemplo, “un artista de Lagos, Nigeria, pueda estar trabajando con otro de Berlín para enviar arte a la Argentina”.
Así sucedió también con Ushahidi (www.ushahidi.com), la red informativa comunitaria fundada por cuatro bloggers keniatas. Con tecnología vieja inclusive, se les dio voz a quienes hasta entonces no la tenían, permitiendo a cualquier usuario publicar información mediante un dispositivo móvil en momentos de crisis sociales o políticas, creando así una nueva voz, colaborativa, en los medios. Porque hasta entonces había una gran desconexión entre las fuentes y los medios masivos de comunicación. “En sitios como Africa, con pocas computadoras y poca electricidad, un smartphone no es sólo un teléfono inteligente. Es una revolución en potencia”, grafica.
Muchos bloggers movilizaron a las comunidades off line, durante emergencias en el continente. Y de paso crearon esta suerte de pensamiento acerca de que la tecnología es algo que debe compartirse. “No necesitamos valernos de un George Clooney ni de ningún artista famoso. La tecnología nos está dando una manera nueva de cómo comprendemos, cómo vemos y cómo visualizamos esa información. Igualmente la tecnología es ya parte de las comunidades. Antes, en los embotellamientos, los vendedores ambulantes vendían periódicos. Hoy venden cargadores de celulares. Y hay estaciones de recarga para celulares”, cuenta.
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