DEPORTE
› Por Luciana Peker
El hermano de Paula era más chico que ella. Pero era varón y entre las actividades que no se salen de lo convencional está el judo. Así que ella, a los nueve años, primero fue a acompañarlo. Y después empezó a practicar. “Ahí conocí el deporte y me pareció algo diferente al resto, y aparte tenía muchos juegos y eso también me llamó la atención.” Ahora lo disfruta como cuando era una niña: “Me gusta mucho que siempre en las luchas de torneo puede pasar cualquier cosa. Uno nunca sabe qué va a pasar, aun habiendo competido previamente con la misma persona. Ser judoca significa poder practicar un deporte muy completo y además tener la posibilidad de hacerte muchas amigas y amigos con los que pasás buenos momentos dentro y fuero del entrenamiento”, cuenta.
Las convenciones sociales existen, pero en su familia nadie le dijo que no. Y, gracias a eso, ella sí se salió de la simple práctica a ser una deportista destacada. “El apoyo de mi familia siempre fue fundamental. Nunca hicieron nada más que apoyarme como apoyaron a mis hermanos en los deportes que eligieron”, valoriza. Ella se sale de las convenciones de las jugadoras tradicionales o de las que se animan a jugar sólo como hobby. Acaba de clasificar para los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Es una de las últimas deportistas en ser confirmada y la victoria ya es que pueda jugar. Por eso, subraya: “Llegar a participar en un juego olímpico es una alegría muy grande, sabiendo lo difícil que es la clasificación y todos los esfuerzos que una hace para poder llegar y sentir que ese esfuerzo valió la pena”.
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