MEMORIA
El 25 de mayo de 1975, veintiséis presas políticas se fugaron de la cárcel cordobesa del Buen Pastor –cuando todavía a las mujeres se las encerraba bajo la supervisión de monjas–, el mismo lugar donde ahora funciona un shopping. Las voces de las sobrevivientes se superponen al trajín de los negocios de marca en un documental que rescata las tensiones de las políticas de memoria.
› Por Maria Sol Wasylyk Fedyszak
Un ir y venir en el tiempo. Hoy, quienes visitan las instalaciones del Buen Pastor pueden apreciar y disfrutar de “un complejo cultural, turístico, recreativo y de contemplación”, según anuncia la web del gobierno cordobés. Pocos imaginan que bajo su fuente de aguas danzantes se encontraban hasta hace pocos años las celdas de castigo del penal de mujeres. Buen Pastor, una fuga de mujeres es un documental presentado por Cine El Calefón y el Grupo de Ex Presas Políticas del Buen Pastor, quienes plasman ese quiebre y se enfocan en el 24 de mayo de 1975 disparando interrogantes: ¿qué es la libertad?, ¿cómo se compromete cada generación con su tiempo? ¿Es ingenua la transformación de los espacios? ¿Qué mirada se ofrece sobre la historia?, ¿qué se oculta?
Eran los tiempos posteriores al golpe del jefe de la Policía provincial Antonio Navarro, quien destituye al gobernador Obregón Cano en febrero de 1974. Ahí comienzan las persecuciones a agrupaciones y movimientos políticos. En marzo de ese año, Perón interviene la provincia. En julio muere y asume María Estela Martínez. El interventor fue Raúl Lacabanne.
La película arranca con imágenes de los vestigios de la cárcel, haciendo un breve recorrido por las instalaciones, e inmediatamente se superpone la fiesta de apertura en 2007 del shopping que se construyó sobre esos muros.
“Yo, después, pude hacer una catarsis por partes. Primero conté que fui violada una vez. Luego, que fueron dos veces. Después, todos los días”, narra María del Carmen Claro sobre el momento en que la detienen en el ex centro clandestino D-2 a los 22 años, antes de ser llevada al penal. Ella cayó cuando la provincia ya estaba intervenida.
Esta historia, poco conocida para la sociedad cordobesa por fuera de los círculos militantes, para Viviana García, una de las productoras e hija de una de las fugadas, Cristina Salvarezza, era un relato escuchado desde niña. La idea surge de un trabajo conjunto entre ella y Mariana Tello, que desarrollaba una investigación para su tesis de maestría en antropología. Ellas comienzan con la primera entrevista, a la madre de Viviana, en el 2003, y siguieron con la investigación en los años venideros, a la par de que iban derrumbando el edificio.
En ese proceso, algunas de las ex presas políticas comienzan a incorporarse al trabajo pero ya no como entrevistadas solamente, sino como parte del equipo. El film muestra cómo la dictadura se adelanta en Córdoba, provincia sede del Cordobazo, la Reforma Universitaria. Donde hoy hay una confitería, antes había dormitorios. El penal comenzó a recibir presas políticas en el ’71.
La maternidad, el temor de que les quitaran los bebés, parir esposadas. Cada cosa se conseguía con mucha lucha, con motines, no comer, para oponerse a las requisas vaginales, anales, a todas con el mismo guante. Ahí empezaban los golpes, las patadas. La cárcel, también, un lugar de resistencia donde muchas mujeres soñaban con un país hermoso. Persiguiendo eso, saltaron por una ventana en un operativo armado junto a los compañeros de afuera.
No fue fácil. Como en el penal había muchos bebés con sus mamás, primero fueron sacando a todos los hijos con distintas excusas en momentos en que hacían huelga de hambre, que duró 20 días, porque los presos políticos de todo el país reclamaban por el No a los traslados. Todo estaba organizado. En el patio, por donde debían pasar las compañeras, se lavaron y colgaron sábanas para que los guardias no se percataran de las corridas. La excusa para andar reunidas era hacer una obra de teatro con motivo del 25 de Mayo. La hora precisa del escape se desconocía. La señal fueron unas bombas de estruendo afuera del penal. De afuera arrancaron las rejas y por ahí saltaron las 26 y se subieron a los vehículos que las esperaban. Después de eso, muchas no volvieron a verse y todas pasaron a la clandestinidad. Fue el 24 de mayo del ’75. Después, 9 fueron “desaparecidas” y otras volvieron a ser detenidas.
En 2003 el penal fue trasladado y, cuatro años después, en ese mismo lugar, un shopping vio la luz en medio de fuegos artificiales. Allí también durante la última dictadura nacieron niños que aún no fueron encontrados. “Y como todo ese terreno fue rellenado, no se puede usar como prueba en los juicios”, cuenta Lucía Torres, una de las directoras.
El documental interpela al espectador para que cada uno reflexione sobre su tiempo y a sabiendas de que la transformación de los espacios no es ingenua, que tiene que ver con una decisión política y una mirada sobre la historia.
Después de mucho andar, la organización de ex presas logró que en la pared donde estaba la ventana por la que escaparon, ya demolida, se colocara una reja similar como símbolo de memoria. Ese día se colocaron 9 baldosas en el shopping en homenaje a las compañeras desaparecidas.
Buen Pastor, una fuga de mujeres está disponible para organizaciones y establecimientos educativos: [email protected]. Además, se encuentra a la venta en Solo Cine, en Rodríguez Peña y Corrientes, y en Pasaje Giuffra 311, San Telmo.
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