EL MEGáFONO)))
› Por Julio Raffo *
Olga Guzmán escribió su libro Esta vez decido yo. Poesías desde el encierro en estos diez años de su vida en el Complejo Penitenciario Nº 4 (Unidad NO 3 de Mujeres, Ezeiza). Y al leer sus poesías entendemos que no sólo son el testimonio de sus anécdotas, sentimientos, experiencias y vivencias sino que —y más importante aún— son el resultado de una elección de vida. Eligió donde las posibilidades escasean. Intentó vivir en un lugar donde algunos apenas sobreviven.
Desde el encierro, Olga intentó vivir de un modo distinto una realidad que le hubiera encantado poder cambiar. Con palabras de Osvaldo Bayer, al prologarla: “Olga Guzmán eligió el camino. Cuando no tuvo más libertad buscó y encontró la poesía para vivir. Sí, para vivir la vida”.
Mediante sus poesías, Olga Guzmán vive, re-vive.
A través de sus poesías sentimos cómo el tiempo y la falta de libertad no han podido vencerla ni desanimarla. Su forma de vida carcelaria fue ejemplo para muchas de sus compañeras, a quienes solidaria y diariamente contenía e intentaba enseñarles la “fórmula” que encontró para seguir adelante. En la escritura descubrió una forma sana de resistir dentro de un sistema que —sabemos— no transmite a sus “usuarios” salubridad en ningún sentido. A través de sus poesías, Olga se conecta con el afuera, traspasa los muros que pretenden limitarla existencialmente.
Mediante sus poesías acaricia y acompaña a sus hijos. Se enamora y desenamora. Se reconcilia y se enoja. Sufre pérdidas, se desahoga, grita injusticias, recuerda, extraña, anhela, proyecta. Eso es vivir.
Su libro se presentó el 23 de marzo de 2011 en el auditorio del Hotel Bauen. Días después se presentó para su lectura, reflexión y debate en la biblioteca del penal de Coronda. También fue presentado en el sindicato docente de Rosario (Amsafé). La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, por mi iniciativa, lo declaró de Interés Cultural y Social.
La atracción de sus poemas se debe a que ha logrado, como decíamos, vivir de un modo distinto el desánimo de su realidad cotidiana, año tras año. Es un ejemplo de vida sencillamente porque cree en la vida. Es un ejemplo de optimismo sencillamente porque desde el encierro sonríe a la vida. Es un ejemplo de esperanza porque transmite su fe y la convicción de que sus sueños algún día podrán realizarse. Sus sueños de libertad —confía, y lo escribe— se harán realidad.
* Legislador porteño por Proyecto Sur.
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