ESCENAS
El cisne, ópera prima de la directora Felicitas Kamien, cuenta la historia de cuatro mujeres que deben decidir qué hacer con la agonía del padre.
› Por Sonia Jaroslavsky
El cisne es el protagonista de una de las historias más indescifrables del mundo animal. Una vez que encuentra pareja se une a ella de por vida. Bellos, largos y orgullosos, los cisnes no emiten sonido durante toda su vida. Sólo rompen su mudez en un único momento: cuando están a punto de morir. En ese mismo instante, cantan de una manera armoniosa y casi mágica. El resto de los cisnes guarda una suerte de respetuoso reconocimiento. La escena puede durar unos minutos, después de los cuales el cisne morirá y el lago seguirá siendo el mismo, con un silencio solamente roto por el chapotear de los animales. La pareja del cisne muerto se alejará del lugar, separándose de todos los que fueron sus compañeros, y nunca más se sabrá de ella.
“Este mito de los cisnes –explica la actriz y directora Felicitas Kamien– lo conocí mientras estaba escribiendo la obra. Me fascinó y se transformó en un mito organizador de la narrativa y de las actuaciones. La obra hablaba sobre esos extraños momentos entre la vida y la muerte y esta historia terminó de redondear aquello sobre lo que yo ya estaba hablando.” El padre está en coma. De pronto, lo inexplicable: el padre despierta. La obra presenta en escena a estas cuatro mujeres: la esposa y las tres hijas atrapadas en una historia familiar que gira hacia el pasado en una rueda sin fin. Una casa derruida, un clima de mañana, todo medio adormecido y agotado, esas mujeres durmiendo vestidas, desparramadas en un comedor decaído, esa imagen inicial se convierte en el pilar sobre el que se van elevando los personajes, los vínculos y las situaciones. La escenografía a cargo de creativos artistas como Florencia Polimeni y Esteban Brenman propone una simultaneidad de espacios: los espectadores entonces observan más de lo que los personajes pueden ver. Felicitas explica que se trabajó sobre la idea de varios espacios en profundidad que permitieran a la vez ecualizar los focos de miradas. “Me interesaba mucho además la idea de que los actores estuvieran permanentemente en escena. Esto resultó singular a la hora de intentar sostener y maniobrar un proceso afectivo continuo.”
“A su vez, los cuerpos y las expresividades de los actores –a cargo de Mariana Cavilli, Alexis Cesán, Victoria Cipriota, Marta Haller y Carolina Milli– revolucionaron los “personajes” y sus distintas “líneas de acción”, explica la directora.
Propio de su experiencia teatral asistiendo a Alejandro Catalán en sus Solos (ciclos de teatro), Kamien tiene muy claro que el texto o el relato no puede quedar jamás por delante de las actuaciones y los procesos afectivos que atraviesan los distintos personajes. Y justamente eso es lo que se ve en el escenario, sensaciones e historias personales, diferentes y muy bien definidos caracteres que interactúan mientras van armando entre todos el peso de un pasado común que vuelve y los envuelve. l
El cisne. Sábados a las 23.15. El Camarín de las Musas. Mario Bravo 960. Entradas: $50 ($35 jubilados y estudiantes).
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