MUSICA
La venezolana Cecilia Todd lleva casi cuatro décadas haciendo música popular tradicional. Considerada una de las embajadoras culturales de su país, la cantante vuelve a la Argentina para ofrecer un show intimista.
› Por Guadalupe Treibel
Quien conozca la joyita venezolana “Pajarillo verde” no sólo recordará esos bonitos (y fulminantes) versos que rezan “Pajarillo verde/¿cómo no quieres que llore?/pajarillo verde/¿cómo no voy a llorar? Ay, ay, ay/ si una sola vida tengo/ pajarillo verde/ y me la quieren quitar”; también reconocerá la diáfana voz de Cecilia Todd, la artista que –en 1974– pusiese negro sobre blanco e hiciese conocida esta canción popular de la república bolivariana. Por esas vueltas de la geografía, la cantora –nacida y criada en Caracas– grabó ese y otros temas (joropos, merengues, polos, canciones de cuna y cantos de arreros) en Buenos Aires, donde residió desde 1973 hasta el ’76, y al disco, su primero, que fue considerado unos de los mejores del siglo XX por la crítica local, lo llamó justamente Pajarillo verde.
“Llegué un día de junio, y coincidió con el regreso de Perón a Argentina”, recuerda la mujer que vino al país para estudiar técnica vocal con Susana Naidich (en Venezuela sólo enseñaban canto lírico), que hizo grandes amigos (Mercedes Sosa, el grupo Buenos Aires 8, Hilda Herrera), que regresó a su ciudad natal con un LP bajo el brazo. Y a ése siguieron otros como Romanciando, Canciones de Henry Martínez, Una sola vida tengo, A tu regreso... Una vida entera dedicada a difundir los sonidos de su tierra.
“El 9 de noviembre próximo se van a cumplir cuatro décadas de mi primer concierto y aunque, al comienzo, me gustaba mucho la música venezolana, la conocía superficialmente. En la medida en que me fui involucrando, viajé por el interior el país y comencé a estar en contacto con la gente, con los cultores tradicionales. Y creo que todavía me queda mucho por hacer. Pasa el tiempo y aún descubro cosas que me emocionan”, cuenta Todd a Las12.
–Muchas veces la canción sola no te ubica en el sitio. Aunque la música o la letra sean bonitas, otro toque ubica mejor. Es como leer un libro: el escritor inventa un entorno y uno se ubica en un sitio que uno mismo inventó gracias al invento del escritor. ¡Son muchos inventos! (Risas.)
–¡Cómo no! Nosotros mismos estábamos aislados y no conocíamos la música que –por ejemplo– se hacía en el estado Táchira. Ahora estamos moviéndonos alrededor del país y eso ha ayudado mucho. El otro día, una señora de la Capital me decía: “Conocí una cosa maravillosa; se llama tamunangue”. Y yo no lo podía creer; porque el tamunangue es una manifestación muy importante. Afortunadamente, ahora hay espacios que antes no existían, se hacen muchos encuentros, viene gente del interior, hay más conciertos, eventos de danza, cine y poesía, se abren teatros y la gente –que no sabía que el teatro también le pertenecía– ahora asiste.
–No se han quedado en el espectáculo en sí mismo –que es importante–; también hacen cosas a nivel de formación, que es mucho más importante. La gente se siente comprometida a ese traspaso de saberes y creo que estamos asumiendo el compromiso con responsabilidad.
–Es que aquí ha pasado un fenómeno que ha hecho mucha bulla y tiene sus problemas: el movimiento de orquestas infantiles. Por una cuestión mediática (está permanentemente en televisión y es un producto de moda), todas las madres quieren a sus hijos tocando en una orquesta. Me parece muy bien, pero esos niños ¿saben tocar cuatro? Primero, a tocar cuatro porque mientras más conozcan la música popular y manejen el instrumento, mejor van a tocar la música académica. Hay que empezar por el lenguaje de uno; no podemos darle preferencia a una música centroeuropea y dejar de lado nuestra cultura.
–Suena en fiestas infantiles, está en las publicidades... Yo creo que la crisis del planeta es problema del sistema y, en el sistema, el único valor que existe es el del dinero y que se haga lo que sea por conseguirlo. El reggaetón es eso: que no importen los valores. El otro día iba manejando y vi una publicidad en vía pública donde una mujer decía “¿Qué hago? ¿Pago las deudas o me hago las lolas?” No sé cómo no choqué... Ponerles esas ideas a las mujeres... y que se dejen...
–Siempre. ¡Ni me acuerdo cómo aprendí! Antes el cuatro era un instrumento que estaba en todas las casas de Venezuela. Después fue desapareciendo y los medios de comunicación influyeron mucho en ello, con todas las músicas que han venido de afuera y la televisión.
–Se negaba a verme. Una cosa muy extraña porque la mayor parte de sus amigos eran músicos aficionados; sus reuniones eran con ellos, que tocaban de todo, y él se divertía como loco. Conmigo no le gustó para nada. Había esa idea de la farándula, de que una niña decente no podía estar en la música. Era la no aceptación, la negación total. Imagino que la curiosidad lo llevó al concierto y, después, siempre fue el primero en llegar y sentarse en primera fila.
–Llegó por mar a Venezuela y, aunque mi familia dice que era marino mercante, yo creo que era pirata (risas).
–La idea del ciclo es que sean solistas que se acompañen a sí mismas. Desde hace muchísimos años que no estoy sin el grupo, de modo que será un reto y una oportunidad muy bonita. El año pasado canté varias veces con la Sinfónica de Venezuela, dentro y fuera del país; estuvimos también en Cuba compartiendo con la Sinfónica Nacional de allí. En este caso, el cuatro será mi compañero; los dos solitos, a ver cómo nos llevamos.
–¡Imposible dejarla afuera! Me la piden mucho pero no me molesta porque es una canción muy querida que nos representa. Representa a la música venezolana.l
Cecilia Todd ofrecerá el show Sólo ella en Café Vinilo (Gorriti 3780) el jueves 21 y domingo 24 de junio a las 21. El viernes 22 y sábado 23 dará doble función: a las 21 y a las 24. Localidades $ 120.
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