PERFILES > PUSSY RIOT
› Por Josefina Salomon
La historia comenzó el 21 de febrero pasado, cuando tres artistas del colectivo de protesta punk rock Pussy Riot (Desmadre Vaginal) entraron en la principal Catedral de la Iglesia Ortodoxa en Moscú cubiertas con máscaras de colores, se persignaron y comenzaron a cantar, pidiendo a la Virgen María que se convierta en feminista y ahuyente al premier Vladimir Putin. Duró apenas unos minutos: de inmediato, unos guardias las obligaron a irse. Pero YouTube se encargó de potenciar la performance y el juicio que se le sigue al grupo globalizó el apoyo a las desmadradas.
Maria Alyokhina, una estudiante de periodismo y activista de 24 años; Ekaterina Samoutsevitch, programadora y activista Glttbi de 30 años; y Nadezhda Tolokonnikova, estudiante de 22 años, fueron arrestadas y acusadas de “vandalismo” e “incitación al odio religioso”.
Para ellas, el fiscal del caso, Alexei Nikiforov, pidió una condena de siete años para cada una por haber “abusado a Dios”. Amnistía Internacional las adoptó como “presas de conciencia”.
Según el corresponsal de la BBC en Moscú, Tom Esslemont, el caso ha dividido la opinión pública en la ex Unión Soviética. En una nota publicada recientemente, explica que muchos liberales que apoyan a la banda dicen que el jefe de la Iglesia Ortodoxa, Patriarch Kirill –un líder religioso que fue fan de Slade y Deep Purple–, está detrás del caso y que su reacción se debe al apoyo que el religioso tiene para con Putin. En una entrevista con la cadena británica, Patriarch Kirill dijo: “Les deberían dar trabajo forzado. Ese sería un castigo justo. De todas formas, no son verdaderas cantantes de punk, les pagan para tocar”. Lo que no impide que estas tres jóvenes reciban apoyos de músicos y músicas del mundo como los que forman Red Hot Chilli Peppers, Faith No More, Pet Shop Boys, The Beastie Boys, Genesis y también de Sting, Peter Gabriel, Björk y Yoko Ono. En su recital en Moscú, el 8 de agosto, Madonna se sumó a la campaña cantando “Like a Virgin” mientras mostraba sobre su espalda desnuda la inscripción “Pussy Riot” en la espalda. La cantante dijo que admiraba la valentía del trío ruso y que rezaba por su libertad.
En respuesta, el viceprimer ministro Dmitry Rogozin publicó en su cuenta de Twitter: “Con la edad, toda ex s (usando la primera letra de la palabra “slut”, inglés de “puta”) intenta dar lecciones sobre moralidad a todo el mundo. Especialmente durante sus giras internacionales”.
En su Informe Anual 2012, publicado el pasado mayo, Amnistía Internacional ya denunciaba una larga lista de restricciones a los derechos de libertad de expresión, libertad y asociación, incluyendo detenciones de varios activistas que decidieron ignorar las prohibiciones. El documento aclara que las organizaciones de mujeres y activistas Glttbi fueron particulares blancos de ataques y prohibiciones. De hecho, la marcha del orgullo gay, que ser realiza en buena parte del mundo, está prohibida en Rusia.
“Cada vez hay más gente que nos cree y que sabe que nuestro lugar está en la calle, no tras las rejas. Las acusaciones son fabricadas: si hubiéramos cantando ‘Madre de Dios, protege a Putin’ y no ‘Madre de Dios, echa a Putin’, estaríamos donde tenemos que estar: en la calle”, dijo Maria Alyokhina. Cuando Madonna preguntó a un estadio repleto si estaba de acuerdo con la liberación de Pussy Riot, la multitud gritó un sí desesperado. Un sí que puede leerse en el 65 por ciento de apoyo a su puesta en libertad que registran las encuestas en Rusia. Pero su suerte está en manos de un juez que hoy decidirá de qué clase de desmadre se trata este asunto.
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