Vie 09.11.2012
las12

MONDO FISHION

Dame más moda

› Por Victoria Lescano

Tanto el vestíbulo, la sala principal de la galería Van Riel –Juncal 790–, como la vereda lindante se hicieron eco del clima de efervescencia de arte, moda, cruces generacionales y nuevos modismos, en ocasión de la reciente apertura de Te amo, te odio (y cómo llego a amarte a pesar de todo), la nueva muestra de Delia Cancela.

Vestida con una chaqueta de cuero, Delia se refirió a su devoción por Pierre Bonnard, mientras que Celeste Leewenburg, su hija artista y autora de las fotografías que ilustran este texto, ataviada con gestos de moda afrancesados, conversó con su amiga, la diseñadora Julia Schang Vitón, referente de nuevos indicadores de la moda local.

En la tertulia arty, Gerardo Dubois, el diseñador de Bandoleiro, y su amigo modelo lucieron atavíos de Boliwaxo, su colección sobre el imaginario de La Salada celebrada unos días antes en el Malba, así como también el diseñador de zapatos Chelo Cantón conversaba con la periodista Felisa Pinto, autora del libro Vanguardias del siglo XX, un tratado de historia de la moda que Cancela ilustró para la ocasión a comienzos de 2000 y que aún oficia de material de referencia para nuevas generaciones de estudiantes.

Las nuevas obras de Cancela remiten a innovadores dibujos en lápiz y pastel sobre tela y entre ellos asoman, a modo de estridencia, peinados o dibujados en líneas azuladas. Su flirt con el lenguaje de la moda despuntó luego de estudios en Bellas Artes, en la escena del Instituto Di Tella (algunas de sus piezas eran figurines que simulaban revistas de moda), en 1967 gracias al Premio Braque, una beca otorgada por el gobierno francés y durante tres décadas, de 1966 a 1999, cuando vivió en Nueva York, Londres y París. Así como la editora inglesa Grace Coddington quedó cautivada con las piezas de moda y accesorios de Pablo y Delia, y les encargó portadas para la edición británica de Vogue, a comienzos de 2000 hubo un redescubrimiento de las labores de moda de Delia en la escena foránea y un ciclo de conversaciones con Coddington que celebró la galería inglesa Judith Clark.

Es ineludible deslizar que tanto por los trazos como por la temática, las obras 2012 de Cancela lucen cual piezas surgidas del imaginario de algún artista generación treintaypico: recurrió a los artilugios y nuevos enseres de la tecnología en la vida cotidiana, pero sin omitir citas poéticas afines a su propia generación. Así, en medio de la muestra, una mesita azul exhibe tanto un libro de Bonnard como una cabeza de ajo dispuesta de modo casi imperceptible bajo la mesa y cual pieza destacada la fotografía de una jarra azul.

¿Cómo definís tu aproximación a la obra de Bonnard y tu nueva muestra con énfasis en la ilustración?

–El amor por Bonnard comenzó hace seis años, luego de ver una muestra sobre su trabajo como pintor y dibujante, siguió con una investigación en Internet, las lecturas de un libro sobre su obra. Entré en su mundo y caí en la cuenta de la similitud entre mi trabajo y mi vida y la suya. Y, como en todas las relaciones, hay amor y odio, pero prioricé el amor. Hace mucho tiempo que trabajo con la imagen femenina, pero en este trabajo pasé a otro abordaje sobre la mujer.

La sucesión de gadgets que representan tus obras en lápiz y pastel sobre tela pareciera que aluden a modismos en banquetes y situaciones cotidianas del siglo XXI... Un nuevo impresionismo techie: ¿acaso refleja el clima de tu taller y casa actual en Colegiales?

–Exactamente, refleja todo eso, pero otra vez tengo que establecer una analogía con Bonnard y la exaltación de esos objetos del entorno cotidiano (de una cafetera a un jarrón, un mantel a cuadros, la mesa). Si bien yo ya los apreciaba y los aprecio, reflejan la idea del tiempo detenido que tiene Bonnard y que comparto. Sabía que él tomaba los objetos del cotidiano: buscando más y más entre sus obras encontré una jarra azul con un jarro de flores que él pintó y descubrí que en la cocina de mi casa tengo la misma jarra comprada en París, por eso decidí incluirla entre los dibujos. En mi entorno cotidiano existen los ipads, la computadora, los libros. Por supuesto que esos usos y costumbres me hacen estar comunicada con mi hija –que ahora vive en París– vía Skype, pero creo que ilustra el cotidiano de muchos. Sin duda, las piezas u objetos que elegí no son tan intimistas como las de Bonnard, pero me permiten comunicarme con el mundo exterior.

Hace unos años que enseñás moda en ABM (Asociación Biblioteca de Mujeres) y recientemente comenzaste con la dirección de arte para desfiles de la firma Mishka. ¿Cúal es tu relación actual con la moda?

–Amo la moda, es un medio de expresión que como artista me pertenece, el trabajo como docente responde a que sentí que tenía que transmitir conocimientos. Al actual lo llamaría dirección de arte más que estilismo, tanto para la revista Harper’s Bazaar como para Mishka. Fui directora creativa de Pablo y Delia, la marca inglesa que armé con Pablo Mesejeán y después de muchos años de trabajar sola me gustó volver a hacerlo con equipos y tener mucha afinidad. Así como el proyecto Pablo y Delia fue una conjunción de dos personas muy creativas, manifiesto de artistas que hablaba de la moda y actitudes. Ahora me emociona mucho otra vez abordar proyectos conjuntos, ya con mi hija, mis alumnos, otros artistas. Bonnard decía que él ansiaba llegar a ser como una mariposa y posarse entre artistas de otras generaciones, coincido absolutamente con esa idea de alimentarse de nuevas generaciones y que los jóvenes se alimenten de quienes ya tenemos experiencia.

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