PERFILES > LAURA ELíAS
› Por Flor Monfort
Si ser una víctima de violencia de género ya es algo difícil de probar, a Laura Elías le tocó el antipático rol de denunciar desde las sombras y sentirse caballito de batalla en la guerra “Clarín versus el gobierno”. “Yo salí por primera vez en TN a denunciar a Ottavis, por eso creo que nadie quiere separarlo, pero me parece que es lo justo en una gestión que se precia por defender a las víctimas de violencia de género”, dice. El trasfondo de la cuestión: una relación cruzada por los golpes que Elías comenzó a visibilizar a principios de este año contra José María Ottavis, con una denuncia sobre fraude electoral. La verdadera guerra entre el diputado provincial por el FpV y vicepresidente de la Cámara de Diputados de la provincia de Buenos Aires y quien fue su esposa durante tres años incluye a una ex pareja que, como tantas, entraron en el espiral de la violencia desde muy temprano pero con la particularidad de un ascenso político mediante. Pasaron once años, un matrimonio, un divorcio, un hijo en común y más de diez expedientes por violencia abiertos entre ellos para que la historia empiece a descoserse según la versión de Elías, porque Ottavis de esto no quiere hablar públicamente y así lo expresó, pidiendo una medida cautelar que la jueza María Isabel Di Filippo, del Juzgado Civil nº 58, habilitó para esta causa: no se puede hablar de Ottavis en el contexto de su conflicto judicial con Elías por la tenencia del niño.
En 2001 se conocieron, en 2002 se casaron y en 2009 empezó el juicio por la tenencia del hijo único, cuenta Elías desde un bar cerca de su casa de toda la vida en Villa Adelina, donde ahora vive sola (sus padres murieron entre 2000 y 2009) y donde el eco de su hijo de 9 años todavía rebota en las paredes que le recuerdan que ella es, antes que nada, una mamá desesperada pero, sobre todo, una víctima imperfecta.
Elías perdió el miedo a las amenzas que colecciona por parte de Ottavis, y enumera que sólo en juzgados de familia hay abiertas entre ellos: una causa por la tenencia del hijo en común desde 2009, una medida cautelar por violencia, ejecución de alimentos, tenencia provisoria, dos incidentes y una demanda iniciada contra Elías por daños y perjuicios. No hay ni consta ninguna denuncia por violencia de Ottavis hacia Elías, como se dijo en algún momento, ni consta que ella ejerciera violencia sobre el hijo de ambos, un nene de 9 años que hoy, según la causa, pasa sus días medicado, sin ver ni hablar con su madre desde hace 16 meses y con un diagnóstico dando vueltas por los expedientes que tramitan la tenencia: le dan un antipsicótico pero nadie puede explicar por qué, dice Elías, y abre el número de expediente de la causa, la 1003/09, para quien quiera verla en el juzgado n° 26 de Lavalle 1220.
El 6 de agosto de este año toda esta trama se hizo más pública cuando una pintada apareció en una pared de la casa de Elías: “Matar a una puta y una hormiga sale nada. ¡Cerrá la boca!”, decía. El 28 de septiembre el chofer de Ottavis, Víctor Leyes, impidió que la madre y el hijo se vieran a la salida del colegio del nene, según ella, apartándola a los golpes y pidiéndole al chico de 9 años que corriera. Excepto esos segundos en que el nene reconoció a su mamá y trató de saludarla, Elías no ve a su hijo desde julio de 2011, en una suerte de dominó judicial que Ottavis instauró a fuerza de peticiones, abstinencias de los funcionarios que deben mediar y denuncias por insania de una mujer que fue su esposa, es la mamá de su único hijo y hace constar que ningún diagnóstico avala esa teoría. Y aunque así fuera, cualquier juez de familia habilitaría el contacto. Por eso, las diputadas Graciela Ocaña y Diana Maffía le mostraron su respaldo y le ofrecieron abogados: para hacer avanzar una causa que hasta hoy y, como tantas cuando de violencia de género se trata, parece girar en falso.
Elías se emociona cuando habla de su hijo, sabe que no es la víctima tradicional ni la que pide el imaginario: ya no tiene marcas de los golpes y enumerar el derrotero político de él como prueba de algo es una elección que, por el momento, le está costando cara. No le importa, dice, y jura que va a probar que es tramposo, que es violento y que quiere tirldarla de loca. Todos los días hace memoria para recordar la charla que tuvo por última vez con su hijo, el 12 de septiembre del año pasado, cuando juntos repasaron las palabras mágicas antes de dormir, cantaron “El ángel de la guarda” y él le preguntó “¿por qué, mamá, está pasando todo esto?”. Elías se recompone y dice que entiende por qué: “Ottavis, además de ser un violento, es un patotero profesional sacando chapa de ‘amigo íntimo de Máximo’ (“Es un tipo que está hablando con vos y te dice ‘Esperá un segundo, ¿Máximo? sí, ¿qué tal?’ y no está hablando. El y Máximo tuvieron una relación pero se terminó por estas mentiras. Y eso me consta porque estábamos casados”, dice), hizo un trabajo fino para enloquecer a Elías, decir que está loca, despechada, que le pegó a él y al niño... Algo que no consta en ninguna de las causas que los tienen como protagonistas pero que, se sabe, forma parte del derrotero habitual de cualquier acusación. Asegura que Cristina mandó a preguntar por los antecedentes violentos de Ottavis. “Yo sé que Cristina nunca lo quiso, que no da con el perfil de militante, no tiene formación y no le interesa tenerla. Todo el mundo me dice que él es un muerto político, que a Ottavis no lo quiere nadie, ni en La Cámpora ni en ningún lado”, asegura Elías, que vive de dar clases particulares de latín. Antes hacía correcciones free lance para editoriales, pero cuando se hizo pública esta situación dejaron de darle trabajo.
En 2006, Ottavis y Elías se divorciaron y, tres años después, él le inició una demanda a ella por la tenencia. “Pedía tener la tenencia completa. Transcurrió como un juicio normal, hasta que en julio de 2011 me enteré que José había pedido a través de una medida cautelar que me dieran un régimen de visitas asistido. Hasta ese momento, mi hijo vivía conmigo y él lo veía viernes, sábados y domingos.” Las cosas que constan en la causa de parte de Ottavis, que supuestamente prueban que Elías no puede vivir con su hijo, son que ella vive con 16 perros y 11 gatos (lo que es falso) y que está bajo tratamiento psicológico. La jueza indicó que con esas denuncias no alcanzaba para esa medida, hasta que el 13 de julio Ottavis denunció a la jueza Norma Abou Assali en el Consejo de la Magistratura. Y el 15 de julio, con los mismos argumentos que antes no eran suficientes, le dio la tenencia y firmó que Elías debía ver a su hijo tres veces por semana con la presencia de un asistente social. Pasaron ocho asistentes sociales por el expediente y se abstuvieron. “Ese mismo 15 de julio se había fijado una audiencia para notificarme del pedido de él pero Ottavis jamás me avisó y yo quedé como ausente, y como eran vísperas de vacaciones de invierno entramos en feria, con lo cual pasamos esos 15 días hablando por teléfono con mi hijo.”
¿Qué te decía tu hijo?
–No entendía, lloraba, preguntaba por qué. Los primeros días de agosto nos presentamos a una audiencia con las asistentes sociales y ahí me entero de que Ottavis lo llevaba a una psicóloga nueva y a un psiquiatra del Fleni, Claudio Michanie, que es quien lo medica. Cada vez que pido una entrevista con este psiquiatra me la niega, me dice que él no tiene por qué recibirme. El psiquiatra de Ottavis es un tal Pedro Herscovici, un tipo nefasto ligado a los Padres del Obelisco, así que ése es el entorno de mi hijo hoy. De esas vacaciones de invierno mi nene nunca volvió conmigo y no lo puedo ver porque no hubo asistente social que haya aceptado acompañarme en las visitas. Yo creo que él los aprieta, les dice que si hacen un informe contra él no trabajan nunca más pero realmente no sé cuál es la verdad y entiendo que las denuncias son difíciles siempre, en cualquier contexto.
En la causa constan además un psicodiagnóstico de Elías hecho en el Centro Municipal de la Mujer, que realizó la psicóloga y perita judicial en causas de violencia Cristina Vila, que es totalmente positivo. Nada en contra de Elías. “Recién ahora él se tuvo que someter a las pericias a las que se tendría que haber sometido al principio. Las pericias arrojan que su inteligencia está por debajo de la media, que tiene rasgos violentos y una severa impulsividad, dice que sus relaciones sociales son endebles porque tiene un modo de relacionarse absolutamente narcisista: a él en una relación no le importa nada, sólo calcula lo que va a obtener a cambio. Ottavis todavía no sabe los resultados de la pericia pero creo que cuando se entere va a buscar 800 mil peritos para refutarla.”
Hoy Elías confía en que esa pericia la ponga más cerca de reencontrarse con su hijo: “Ojalá sea antes de Navidad. Esto no solamente me cambió la vida porque no veo a mi hijo, no veo a nadie, todo el mundo te dice ‘uy pobre, qué feo lo que te pasa’, pero por miedo prefieren no venir a visitarte y mucho menos invitarte a ningún lado. El año pasado me pasé las fiestas encerrada, tomando helado y mirando películas, espero que este año sea diferente, y si no, voy a seguir luchando”.
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