Vie 14.12.2012
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Pasar el trapo

Pasar el trapo

medios Este año el Congreso discutió una ley para mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras del hogar. Pero el tema estuvo invisibilizado en los noticieros. Aunque en las ficciones ellas ocupan un lugar importante que, generalmente, reproduce estereotipos y estigmatizaciones, aunque también muestra la tensión entre cariño, intimidades familiares y derechos. Por eso, el Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión elaboró un informe para dejar de barrer a estas mujeres debajo de la alfombra.

› Por Luciana Peker

La Cenicienta tenía que limpiar pisos con baldes y trapos y fregar la ropa y limpiar con un cepillo. No había electrodomésticos, pago, ni derechos. Pero sí cuentos. Por eso, pasó de ser la explotada a convertirse en princesa cuando el príncipe descubrió que tenía el pie más chiquito del reino. Pero ésos eran cuentos donde la magia reinaba. Ahora ni quedan los cuentos de princesas para pensar en un ascenso social. Con roles más o menos pintorescos –pero no protagónicos–, las mujeres que cubren las tareas del hogar o la crianza de los hijos de otros hombres y mujeres son retratadas más como personajes que como mujeres reales por la televisión.

El Observatorio de la Discriminación en Radio y TV se propuso analizar, entre julio y octubre de este año, cómo la televisión abierta en Argentina caracteriza a las personas que ejercen trabajos domésticos en casas particulares, que en la Argentina serían alrededor de un millón de personas, con una enorme feminización del sector.

Y con un valor agregado de que no hay índice que pueda medir su inflación: una gran carga de intimidad y –muchas veces– de amor. “Con frecuencia surge una relación de confianza y afecto entre trabajadoras/es y empleadoras/es y a veces se establecen situaciones que rozan los vínculos de parentesco –con lo positivo y negativo del caso, pues a cambio de concesiones se desconocen derechos–. Sucede que el ámbito doméstico en general aparece como el de lo afectivo, el de los secretos familiares, y cuando alguna persona trabaja en él se le exige implícitamente que lo realice con amor, como si la casa, las y los niñas/os fuesen propios”, dice la investigación.

Pero si de amor se trata, nada mejor que las novelas, en donde las más relegadas pasaban a ser protagonistas. “En nuestro país, por ejemplo, algunas nacieron de los antiguos radioteatros y luego se transformaron en Carmiña (1975), que retomaba a Nuestra galleguita (1969), mientras que en ese mismo año otra telenovela muy vista fue Simplemente María, que encontró una famosa versión en Rosa de lejos (1980). El motivo central entonces se iba aggiornando, según el paso del tiempo y, por ejemplo, en los ’80 Grecia Colmenares encarna una María, de nadie tímida y con el perfil de la dulce chica de provincia que ya en los ’90 muta en la Muñeca brava que ofrece Natalia Oreiro. Así, más allá de las diferencias, persiste el estereotipo de la empleada doméstica joven, buena y bonita que tiene como contracara a la empleadora malvada: la representación del bien siempre triunfa. No obstante, para que gane realmente la “Cenicienta” tiene que dejar de ser quien es, ya que se induce que la protagonista no se merece estar en ese lugar inicial, sino convertirse en patrona y dueña de casa”, indica el informe.

Estereotipos

de siempre

En la actualidad no se ven protagonistas. Pero sí nuevos signos de los tiempos que cambian o se estancan. Para el trabajo del Observatorio se visualizaron novelas de este año como Sos mi hombre (en el que se ve a Elsa con un trato cercano y hasta incluida en un video familiar para un casamiento); Dulce amor (donde un gay llamado Emilio vive su vida a través de las chicas de la familia Bandi), La dueña (en la que Elena tiene un trato cercano con el personaje de Mirtha Legrand, la cuida, la reta y es su confidente) y Graduados (donde Clarita maneja el humor de la casa y rompe con los moldes) y Los pibes del puente, de Canal 7 TV Pública. A ciclos anteriores pertenece “Cuestión de poder” del unitario Maltratadas, de Canal 2 América (2011); “La mucama”, primer capítulo del unitario Proyecto Aluvión de Canal 9 (2011) y las novelas Contra las cuerdas de Canal 7 TV Pública (2010) y Valientes (donde Alma se siente humillada y tratada como una sierva), difundida por Canal 13 (entre 2009 y 2010).

Pero, para esta mirada, es disruptiva la aparición de Clarita Acuña en Graduados. “Clarita es graciosa, metida, espontánea, malhumorada. Trata bastante mal a la señora, a las visitas que llegan a la casa. A Loly no le hace mucho caso y organiza el hogar con bastante independencia de sus indicaciones.” También está marcado que no trabaja por amor al lavarropas, sino por un sueldo que defiende. “Sobre su vida se muestra que es de Córdoba, y que ha viajado en algunas ocasiones. Su madre, quien también es empleada doméstica, la ha venido a visitar y permaneció en la casa de los Catáneo junto a ella, hospedándose y ayudándola con el trabajo. Durante su permanencia en Buenos Aires se quejó y señaló que era mucho el trabajo para su hija, y así logró que le aumentaran el sueldo. Clarita también en algunas ocasiones logró un pago suplementario cuando le agregaban trabajos, como realizar una fiesta o cuando Pablo le pidió que fuera a atenderlo a la casa del hermano. El tema del pago salarial en esta novela es importante, ya que la cuestión aparece repetidas veces, no queda claro si está registrada o no; pero es importante que se hable de sus derechos y se delimiten sus deberes.”

Sin dudas, Clarita muestra una realidad hasta ahora tapada y es que, aunque ella no sea la protagonista de la novela, es protagonista en la vida de la familia. Por ejemplo, si no está ella la dueña de casa no tiene desayuno (“No está Clarita, ¿qué querés?”) le dice a su amiga Vicky. “Todos dicen querer a Clarita, la escuchan dar sus opiniones acerca de la vida de todos, pero en ocasiones son abusivos, no respetando su trabajo o sus horarios de descanso y haciéndola trabajar en varias casas a la vez. Ella siempre señala lo que cree que es un abuso”, marca el Observatorio. Y apunta: “Es interesante remarcar que, en el capítulo del 9 de noviembre, Clarita responde al hermano de Pablo (que le pedía tomara partido por ellos y no por Loly), que ella no lo iba a hacer por ‘solidaridad de género’. Cuando el muchacho se ríe del término que utiliza, Clarita se defiende con una clara fundamentación acerca de lo que está diciendo”.

Pero además de los abusos, muchas veces, hay un cariño genuino, como cuando Loly acompaña a Clarita a realizarse una ecografía. Y, muy especialmente, en la relación edípica entre Betty –una empleada vip– y Tuca, que tiene una severa depresión cuando ella quiere dejar la casa. “Betty (que en general usa uniforme de mucama) vive en la mansión de Tuca, a quien cuida desde hace muchos años como su madre. Sus amigos también muestran querer a Betty y tienen buen trato con ella”, refleja el monitoreo, aunque hace hincapié en que aunque hay un cariño genuino el dueño de casa también comete abusos.

Con relación a los géneros informativo y periodístico, se observaron las coberturas mediáticas en el presente año, del conflicto laboral entre la conductora Mirtha Legrand y su empleada Lina Rosa Díaz, expuesto en programas de variados formatos como Infama, Desayuno Americano y Duro de domar, así como la cobertura que los noticieros realizaron sobre el caso de un presunto abusador sexual que habría atacado a varias mujeres empleadas en casas de la zona de Tigre.

Pero hay un lugar en donde limpiar los pisos parece una tarea digna de un orgasmo, y ganarle a la suegra en una receta o a una amiga en la destreza para lavar los platos, un rito no sólo femenino sino muy placentero. Sin embargo, ni la limpieza es placer ni, por lo general, la realizan las mujeres de clase media, sino las invisibilizadas trabajadoras domésticas, mucho más si son migrantes o integrantes de pueblos originarios. Estela Díaz, representante de género de la CTA, subraya: “Hay una gran invisibilidad de las trabajadoras de casas particulares en las publicidades. Especialmente cuando observamos la promoción de productos de limpieza, suelen aparecer casas de sectores medios/altos, que son atendidos por ‘sus dueñas’. Es sabido que estos sectores contratan personal para realizar estas tareas, no es a ellas a las que vemos sino a la supuesta ‘ama de casa’, muy atildada, siempre esbelta y con un aspecto muy prolijo. Este tipo de mensajes no sólo invisibiliza el trabajo doméstico asalariado, sino también el que no se remunera que mayoritariamente siguen haciendo las mujeres. En especial, las de los sectores más populares”.

Myriam Pelazas, coordinadora del Observatorio de la Discriminación en Radio y Televisión, explica por qué se focalizaron en esas mujeres que –todavía– se muestran con uniforme negro y delantalcito blanco, aunque la TV –hace años– se ve en colores.

“A lo largo de más de cinco años de trabajo, la discriminación de género fue la que con mayor frecuencia el Observatorio rastreó en televisión. En ese marco, a fines del año pasado, decidimos que el informe anual de 2012 tuviera que ver con relevar cómo aparecen en TV las mujeres que trabajan en casas particulares, en tanto entendemos que ellas, más que otras mujeres, son sujetos de múltiples situaciones de discriminación: pobres, migrantes, muchas veces jefas de hogar y, en varios casos, con escasos niveles de educación alcanzados, pero además sometidas a condiciones de trabajo desventajosas respecto de otros/as trabajadores/as. En ese marco, veíamos que la TV durante este año prácticamente en ningún momento dio cuenta de la lucha que están dando en pos de sus postergados derechos, por ejemplo, la licencia por maternidad. De modo que el informe del Observatorio muestra en qué únicas ocasiones los programas periodísticos y noticieros durante 2012 se refirieron a ellas. Pero, además, registramos algunas de las ficciones más vistas o premiadas en los últimos dos años. Así pudimos ver que el cuento de la Cenicienta fue desapareciendo y que, en rara ocasión, ellas eran protagonistas. No obstante, algunas de esas nuevas producciones pusieron en cuestión las descalificaciones y los maltratos.”

El Observatorio depende de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), el Instituto Nacional contra la Discriminación (Inadi) y el Consejo Nacional de la Mujer (CNM). Además este informe contó con la participación de diversas especialistas en el área, de la Red Par, de Hugo Yaski (de la CTA) y del diputado Héctor Recalde, autor del proyecto de ley que el Ejecutivo presentó el 8 de marzo de 2010 en pos de los derechos de las trabajadoras de hogar. Es una deuda histórica que la Ley de Contrato de Trabajo excluye expresamente de su ámbito de aplicación a las/os trabajadoras/es del ámbito doméstico que no tienen derecho, ni siquiera, a licencia por maternidad, cuando suelen cuidar a los hijos e hijas de las familias para las que trabajan.

En marzo del 2010 el Poder Ejecutivo envió al Congreso un proyecto de ley para establecer igualdad de derechos. Pero no es un punto –aun en un año de fuertes discusiones entre el sindicalismo y el Gobierno, por ejemplo, por la aplicación del impuesto a las ganancias– que sea central en la agenda legislativa, sindical, política ni mediática. No lo son sus derechos, pero sí la riqueza de su característica entre ajena y familiar con los personajes centrales de las novelas. Recién este año se vio algún tono de rebeldía en Clarita. Pero en 1888 una empleada francesa, de 15 años, se negó a usar el uniforme, en lo que la historiadora Mirta Lobato recoge como “la huelga de las sirvientas”. En el programa más exitoso del 2012, Clarita era cualquier cosa menos sumisa. Pero su forma de contestar o su porte para hacer o no hacer lo que quería e, incluso, su embarazo apoyado por Loly (el personaje interpretado por Nancy Dupláa), la pintaban irreverente. Pero, en su vestuario, siempre estuvo uniformada, incluso en jornadas especiales como una fiesta de casamiento.

Ella siempre hizo sus almuerzos con empleadas también uniformadas, pero este año tuvo un conflicto real con Lina Rosa Díaz que fue cubierto por programas de chimentos o periodísticos. También en América se realizó, con cámaras ocultas, una investigación llamada “El cuento de la mucama”, donde se mostraba cómo engañaban a las chicas para sacarles plata. Eso es una trampa. Pero la ley también. La ficción tiene sus matices. Pero no supera a la realidad, donde ellas siguen teniendo menos derechos que cualquier otro trabajador/a.

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