Vie 18.01.2013
las12

EL MEGAFONO

El idioma de la violencia

› Por Marcela D’Angelo *

Leo la noticia que “una asociación de prostitutas del estado de Minas Gerais (Brasil) decidió brindar cursos de inglés, francés y portugués” a sus agrupadas, ante la proximidad del Mundial de Fútbol - Brasil 2014. La información fue publicada en infinidad de medios de todas las regiones, en la mayoría de los casos, en la sección “deportes”. Fue comentada por quienes la leyeron en Internet como “me encanta”, ironizada por la generalidad, elogiada por la mayoría de los medios de comunicación como signos de apoyo de la organización que las agrupa y visualizada como “aspiración de progreso”, “ganas de superarse”.

Sin embargo, detrás de esta noticia hay siglos de desigualdad de género, pero también de clase, siglos de discriminación, de construcciones culturales apuntaladas por el mito de la “superioridad masculina”. Esta noticia nos habla de una sociedad patriarcal capitalista, que acepta violar los derechos de muchas mujeres convertidas en “cosas” para satisfacer a varones prostituyentes que las usarán sin ningún remordimiento como quieran, cuando quieran, haciendo de sus cuerpos objetos mediando el dinero que “ellos” tienen y “ellas” no.

Nos habla de un sistema de dominación que necesita de la aceptación de los y las sometidos/as, si no no puede imponerse. Así el sistema prostituyente nos regala otro escalón de aceptación. Son sus propias asociaciones, que pretenden representarlas, las que hacen que queden cada vez más atornilladas a las violencias, así se les facilita “aprender idiomas”. Nos habla de una categorización de los derechos humanos, de una falta de empatía, de una banalización del sufrimiento ajeno.

Pienso que este discurso es para “el afuera”, para que la sociedad acepte y naturalice con otra “vuelta de tuerca más”, y sin considerar ninguno de los argumentos del abolicionismo, que la prostitución es una opción con “futuro y con perfeccionamientos”. Es para que se termine de aceptar que la prostitución puede ser “trabajo”, los proxenetas “empresarios” y la trata “traslado laboral”.

Una sociedad que dispone de una parte de sus mujeres, niñas /os, travestis, transexuales y transgéneros para ser prostituidas, está favoreciendo la desigualdad, la violencia, la explotación, la opresión, el sometimiento, el machismo, la discriminación, el racismo y la trata. En definitiva es una sociedad “de mierda” como la que ciertamente tenemos.

Propongo que apostemos a un mundo sin explotación, sin opresión y sin prostitución. Propongo banderas en cada estadio expresando: La prostitución no es trabajo Es violencia - No sos “cliente” sos prostituyente - Sin prostitución no hay trata.

* Integrante del Seminario de Derechos Humanos con perspectiva de género de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA y de la Campaña Abolicionista Ni una mujer más víctima de las redes de prostitución.

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