Vie 15.02.2013
las12

La calle es nuestra

ARTE Mujeres que eligen a otras mujeres para exhibir sus trabajos: en Urbanas, cinco graffiteras muestran sus obras de arte callejero. Intervenciones urbanas abiertas a los ojos de todo el público donde el hip hop, el comic, el esténcil y las palabras se trenzan en un callejón con salida.

› Por Cristina Civale

La universidad mira a la calle y para mostrarla la encapsula en una galería. En algo así consiste el proceso de la muestra Urbanas que se exhibe desde la semana pasada en la galería Nes, Piedras 182, hasta el 28 de febrero.

Se trata de un proyecto público de las alumnas María Belén Dingevan, María del Alba Orellana, Micaela Papandrea y Guadalupe Romero de la Licenciatura en Gestión e Historia de las Artes de la Universidad del Salvador, supervisado por la Cátedra Proyecto de Investigación y Gestión II, dictada por el profesor titular Julio Suaya.

Las alumnas-curadoras eligieron como trabajo final de sus carreras la organización de una muestra donde seleccionaron a artistas mujeres con trayectoria en la intervención del espacio público, creadoras notables de eso que hoy conocemos como street art: la apropiación de una pared de una calle determinada para convertir en arte; en arte abierto a los ojos de los transeúntes y no sólo a los elegidos que pueden pisar una galería.

En Urbanas la calle entra en la galería para poder potenciar esa fuerza callejera de las obras. Las artistas elegidas son cinco –María Bedoian, Cuore, Kilomba, La Wife y Pum Pum– y cada una preserva una estética y una intención diversa y con una impronta inconfundible en cada uno de sus trabajos.

La muestra incluye obras en diferentes formatos que representen la labor que las artistas realizan en las calles, como lienzos, pegatinas, objetos intervenidos y fotografías sobre sus trabajos en los muros de Buenos Aires. Además, María Bedoian, Pum Pum, La Wife y Cuore llevarán a cabo cuatro intervenciones murales dentro de la galería con pintura látex y en aerosol, lo cual permite recrear el ambiente del street art. La galería como simulacro funciona para entender este proceso de trabajo.

La idea de las alumnas-curadoras fue dejar planteada la pregunta sobre si hay algún rastro de género en estas mujeres que eligen la calle para expresarse. Para que haya arte callejero tiene que haber ciudad y por eso el nombre Urbanas no puede ser más preciso.

El hip hop, el comic, el stencil, las palabras, lo público que viene de lo privado aparecen en las obras de las cinco artistas. Si todo lo privado es político, podríamos concluir que estas expresiones se vinculan siempre con las premisas iniciales del feminismo, consciente o inconscientemente. Sacar esa privacidad femenina a la calle siempre es un gesto político, un gesto de visibilidad de género.

Así podemos apreciarlo en un recorrido veloz por cada una de las artistas y sus obras.

PUM PUM

Cuore es el nick de la artista Carolina Favale, considerada como una de las artistas más inspiradoras de la escena callejera. Su pincel es el aerosol. Nació en Boulogne en 1985 y antes de tomar la calle por arrebato fue pintora.

Street Art Buenos Aires, el sitio que narra la historia de los artistas callejeros, afirma que, para Carolina, “su obra tiene que ver con reclamar el espacio exterior a través de sus murales y ofrecer a la gente que los mira momentos de contemplación y estímulo”. Una marca registrada en la obra de Cuore es que siempre va acompañada de alguna palabra o frase breve que apunta cada vez a una reflexión sobre el estado de la sociedad en que vivimos. Su principal interés es generar espacios atemporales y calmos, que inviten a la contemplación y a la reflexión, cuestionando diferentes aspectos que cuestionan la condición humana. Sus mujeres desnudas rodeadas de círculos, otra marca de la artista, están lejos de representar un sujeto erótico. Más bien se podría pensar en la mujer inicial, en Eva, plantada en un particular y colorido espacio urbano.

Pamela Moure Bisaglia es el nick de Kilomba (Buenos Aires en 1979).

En 2001 se mudó a Barcelona donde, sin abandonar el diseño gráfico, carrera que estudió en la UBA, empezó a coquetear con otros soportes, incluido el street art, ahora una de sus expresiones más singulares. Kilomba no sólo pinta paredes, también pinta zapatillas y skates, todo el mundo de la calle se traduce en su obra que aplica estilos variados pero siempre con un corazón rojo latiendo en alguna parte de su trazo. Se destacan en sus obras los colores planos y las líneas marcadas, así como la diversidad de materiales empleados para crear sus trabajos.

En cuanto a Pum Pum, sus murales se inscriben en lo que podrían considerarse las formas más renovadas del graffiti: una mezcla entre la tradición pop, los dibujos del animé japonés, la iconografía digital, el comic, el diseño y técnicas de pintura derivadas de la academia. “Me gusta ir en el colectivo y ver un esténcil, un muñequito –afirma–. Algo que casi pasa desapercibido... pero está ahí.”

María Bedoian también trabaja entre la galería y la calle. Esta experimentada artista recuerda un día de trabajo que podría ejemplificar la labor de todas en su empecinado esfuerzo de llevar el arte a la calle: “Un día de mucho calor estaba pintando un mural en la calle Warnes –cuenta–. Había un solo bar en la zona y estaba cerrado. Hacía horas que pintaba. En un momento se me acerca una vecina y me pregunta si necesito algo. Agua, algo de comida, ir al baño. Yo hacía ya un par de horas que estaba medio desconcentrada porque necesitaba ir al baño; así que cuando la vecina se acercó, acepté la invitación inmediatamente.” Esa anécdota que puede parecer banal habla de la integración que naturalmente puede establecerse entre un artista que realiza un mural en la calle de un barrio porteño medio desierto y su entorno y cómo se produce un ensamble natural entre la artista y el público siendo necesarios el uno para el otro en una boda exclusiva que nos trae el street art.

La Wife, por su parte, es egresada de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón,

Actualmente, su obra se desarrolla en diferentes formatos y técnicas: pintura látex, esténciles con aerosol y pegatinas y podría acercarse a lo que se llama muñequismo, un nombre que surge inspirado por cierta visualidad de grandes muñecotes con algo de comic.

¿Street art con marca de género? Absolutamente, porque mirar como mujer es una fatalidad, un suceso inevitable.

CUORE

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