VIOLENCIAS. Ni flores ni chocolates, ni serenatas: millones de activistas de todo el mundo festejaron este pasado San Valentín bailando contra la violencia de género, un problema que afecta a mil millones de mujeres a escala mundial.
› Por Josefina Salomon
“One Billion Rising” –algo así como “mil millones levantándose”– es una nueva campaña creada por Eve Ensler, la autora de Monólogos de la vagina, para aportar en la lucha contra la violencia machista.
El 14 de febrero, cientos de miles de mujeres en más de 150 ciudades de todo el mundo van a estar manifestándose públicamente a través del baile. La idea de Ensler es que la atención pública que estos actos “improvisados” de baile van a crear generen algún tipo de acción por parte de las autoridades de cada país y de la ciudadanía en general.
Según cifras de las Naciones Unidas, una de cada tres mujeres sufrirá violencia en algún momento de su vida. Una de cada tres de todas nosotras será violada, abusada sexualmente o golpeada. De acuerdo con información publicada por el Banco Mundial, las mujeres de entre 15 y 44 años, en cualquier país del mundo, enfrentan más riesgo de ser violadas o violentadas en sus casas que de contraer cáncer o malaria, tener un accidente automovilístico o estar atrapadas en una guerra.
Ensler eligió el baile como forma de protesta. “El baile demanda que tomemos un espacio, no tiene una dirección definida pero nos une. Es peligroso, alegre, sexual, espiritual, rompe con las reglas, puede pasar en cualquier lugar, en cualquier momento, con cualquier persona, es gratuito y ninguna corporación lo puede controlar. Nos une y nos hace avanzar. Es contagioso y se disemina rápidamente”, reza el sitio web de la campaña. “Queremos acabar con la violencia contra las mujeres y niñas. Que este tema es tan importante como acabar con la pobreza, el sida o el calentamiento global, que no es un tema local ni particular de una religión o país”, concluye. El video de la campaña, en tres minutos de imágenes, lo dice todo: una niña en alguna aldea del continente africano a quien le están practicando una mutilación genital, una trabajadora esclava en un frigorífico, una refugiada que escapa de la guerra a pie con nada más que una bolsa en su cabeza, una nena abusada por su padre, una madre golpeada en su propio hogar, una sobreviviente de un ataque de ácido, una oficinista acosada sexualmente. En la mitad del video, cada una de esas mujeres se levanta. Cada una levanta una mano y baila. A ellas se les unen otras. Y a todas ellas, otros. Con su baile sonríen, festejan, protestan, se liberan, dicen basta.
En una entrevista reciente, Ensler dijo que, inspirada en las recientes revoluciones de Medio Oriente, quería crear una “primavera de las mujeres” y que la violación de Jyoti Singh Pandey, la joven india que fue atacada en un autobús por cinco hombres y que murió dos semanas después (con las protestas masivas que provocó sobre las altas tasas de violencia sexual y el hecho de que el tema sigue siendo casi invisible), le hizo darse cuenta de que éste era el momento perfecto para hacer algo. “Queremos sacudir el mundo, literalmente, y anunciar que es hora de terminar con la violencia contra las mujeres y niñas”, dijo en The Guardian.
Miles de organizaciones de derechos humanos, feministas, sindicatos, intelectuales y hasta celebridades se unieron a la causa. Para algunos, la campaña va a lograr levantar barreras externas y ayudar a las propias organizaciones a trabajar de manera global para enfrentar una crisis que también es global.
En otra nota publicada en The Guardian, Natasha Walter, cofundadora de la organización Women for Refugee Women y autora del libro Muñecas vivientes: el retorno del sexismo, dijo: “Durante demasiado tiempo, el movimiento de mujeres no ha trabajado de manera efectiva y conjunta a nivel global. Muchas veces las feministas de Occidente se han puesto en una posición de superioridad cultural con respecto a otras mujeres del mundo y otras han apoyado el relativismo cultural, pero ahora se está reconociendo que el fenómeno de violencia contra las mujeres es uno que cruza fronteras. La campaña muestra el sentido de solidaridad y nos recuerda a las mujeres en diferentes países nuestras experiencias compartidas y nuestra fuerza”.
La campaña de San Valentín surgió de la mente creativa de Eve Ensler, cuando después de 15 años organizando manifestaciones en lo que pasó a llamarse VDay (algo así como Día de la Vagina) pensó que era necesario crear algo más grande, con mayor impacto, que involucrara a todos y todas, en todas partes. Ensler, de 59 años, sabe exactamente de lo que habla cuando habla de violencia de género porque ella misma es una sobreviviente. Cuando era chica, sufrió violencia física y abuso sexual a manos de su padre y de joven fue adicta a las drogas y al alcohol, hasta que encontró en el activismo una forma de canalizar su historia.
En 2011, su organización construyó varios refugios para mujeres sobrevivientes de violencia doméstica, en Estados Unidos y en el Congo. Hoy asegura que lo que ocurra después del 14 es tan importante como el día mismo y que aun si el único efecto es generar atención sobre el tema, todo habrá valido la pena. l
Más info: onebillionrising.org/
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