SEXUALIDADES
Todas y todos
“Cuerpos ineludibles” fue un foro latinoamericano sobre sexualidades –y sus prácticas, representaciones y políticas–, organizado por el grupo feminista Ají de Pollo y el Area Queer del Centro Cultural Ricardo Rojas. Muchas preguntas abiertas y una gran fiesta celebrando el encuentro fue lo que tuvieron en común activistas y teóricos.
Por Florencia Gemetro
Cuerpos que se están haciendo, que están siendo, que quieren ser, que buscan el deseo. Ese punto de fuga que rompe las feminidades y las masculinidades. Cuerpos femeninos, masculinos, ambos, ninguno o todos los cuerpos. Tortas, putas, putos, transexuales, transgéneros, travestis, bisexuales, heterosexuales. Todos y todas se encontraron entre el 4 y el 6 de este mes en “Cuerpos ineludibles”. Un foro latinoamericano organizado por el grupo feminista Ají de Pollo y el Area de Estudios Queer –del Centro Cultural Ricardo Rojas, dependiente de la Universidad de Buenos Aires– donde se reunieron más de 200 asistentes, una treintena de activistas, realizadores y expositores del país y el exterior –entre ellos la reconocida teórica feminista de Estudios Poscoloniales, Gayatri Chakravorty Spivak– para intercambiar prácticas políticas, modos de pensar, interpretar, representar y des/producir la sexualidad en sus más amplias expresiones. La cita terminó con una fiesta queer que sacudió el lóbrego museo Roca en una celebración de la diversidad.
El encuentro se planeó después de la polémica acerca de la inclusión de las travestis en el Encuentro Nacional Feminista del año 2000. Fue entonces cuando Ají de Pollo comenzó a trabajar en la creación de un espacio donde confluyan los múltiples cuerpos, géneros, sexos y sexualidades con las intervenciones de los movimientos sociales, con las producciones académicas y las artísticas. Y lo lograron. Las discusiones se repartieron en tres largas jornadas de diez horas cada una en las que se avanzó sobre la articulación, resistencia y lucha de los movimientos socio-sexuales, las proyecciones políticas de la mirada académica, la regulación y el discurso médico, la identidad intersex y transgénero y la internalización del racismo.
Hubo numerosas producciones que ocuparon las paredes, pisos y jardines del antiguo edificio en Recoleta. Desde el interior se vieron cuadros, fotos, instalaciones audiovisuales y sonoras. La acuarela de una femme hincando su delineador sobre los ojos de un hombre versión Miguel de Molina. Algunas fotos de las marchas del Orgullo Gay Lésbico Travesti Transexual y Bisexual desplegándose en serie sobre las imágenes de varios cacerolazos. Un stand con periódicos y libros del colectivo Mujeres Creando, de Bolivia. Todos representaron la diversidad en sus distintas manifestaciones.
¿Qué resultaría de esta articulación? ¿Cuáles serían los vínculos entre una acción política concreta y la producción académica? “Las concepciones de izquierda –dicen Josefina Fernández y Paula Viturro, dos de las organizadoras– nos han permitido producir cambios sociales a partir de una concepción crítica del pensamiento académico, pero nos han paralizado a la hora de generar reivindicaciones primarias concretas como el aborto legal, los derechos sobre de salud reproductiva, la Unión Civil y el acceso a la ciudadanía para las y los travestis. Todo lo que se teoriza se vive en acto en el cuerpo de los activistas. Esta visión crítica del pensamiento también se expresa en el arte como un fuerte transmisor que amplifica el quiebre del pensamiento binario –hombre/mujer como polos opuestos en la mirada hegemónica de los sistemas patriarcales– en varios campos. La idea sería poder articular una práctica política global que incluya la multiplicidad de las opresiones sin perder los reclamos específicos de cada actor social.”
Las ponencias/intervenciones/exposiciones fueron tan heterogéneas como las experiencias. Julieta Paredes y Lidia Quisbert Quispe, activistas de Mujeres Creando de Bolivia, presentaron su palabra de manera visceral, provocativa, polémica. Descubrieron sus espaldas desnudas con un “No” prendido al dorso. ¿Por qué? “Buscamos comunicar contenidos a través de formas que conmuevan sin ser tradicionales ni espectaculares. Nos convocaron a un espacio donde había que poner el cuerpo. Y lo pusimos. Como lo hacemos en la construcción del feminismo, de la teoría, del significado de lo que soy como lesbiana, activista, aymara. Nosotras pusimos ese cuerpo a partir de la construcción y la realidad política. Yo hago realidad la utopía que quiero de manera conjunta a otras gentes. ¿Cómo es esa utopía? Es como una niña, ¿sabes? Salvaje, espontánea, suave. Ese algodón sobre el cual te tiendes segura a dormir y a soñar con lo que más quieres. El lugar de la felicidad y el placer. Donde te sientes a ti misma desde el vientre y desde el corazón.”
También hubo desacuerdos para superar la visión dicotómica en las concepciones basadas en “lo masculino” y “lo femenino” fundantes. Es decir, el ser mujer como contraposición al ser hombre en el marco de una sociedad heterosexista. Desde su lugar de enunciación, Mauro Cabral interpeló las teorías y las políticas de la corporalidad. “Donde las corrientes más ortodoxas clausuran la existencia o las corporalidades femeninas o masculinas, nosotros las cuestionamos para decir que no todas las personas nacemos con los mismos cuerpos. La reproducción de las diferencias sexuales sobre esos cuerpos ‘otros’ conlleva a violaciones de los derechos fundamentales de las personas intersex.” Mauro es una de las voces del movimiento Intersex. Un grupo de personas que han decidido, que continúan decidiendo, cuál es el cuerpo de su goce a pesar de las prácticas normalizadoras de lo masculino y lo femenino. A pesar de la mutilación genital. Pertenecen a un orden de corporalidades “no estándares ni sujetas a las diferentes regulaciones sociopolíticas de lo masculino y lo femenino”.
Una voz femenina recita Girondo. “Se miran, se presienten, se desean...” Dos mujeres sostienen una bandera que identifica a las chilenas: “Colectivo de Mujeres Lesbianas Las Otras Juanas”. Otra mujer salta sobre la mesa y se desnuda en escena. Su cuerpo lleva pintadas, como marcas, algunas inscripciones que destacan la “tortura”, la “discriminación” y la “injusticia”. Las intervenciones que les suceden avivan el clima. Leyla Star, una voluptuosa travesti envuelta en ropas semitransparentes, va quitándose las prendas bajo la encendida agitación de los asistentes. Su performance mezcla a todos y a todas en una insólita festividad que promete otro encuentro. Una danza irreverente a la que no faltó nadie.