PANTALLA PLANA
Princesitas, el reality que muestra la exposición de niñas de muy corta edad al tenebroso mundo de los concursos de belleza.
› Por Marina Yuszczuk
“¡Es una muñequita!” Puede que esa frase sea el piropo más recurrente para bebitas y nenas de muy corta edad (esa edad donde el tamaño habilita la comparación), y habría que ver exactamente qué rasgos de las muñecas se recortan como ideal de niña, si en general se trata de objetos bellos y siempre congelados en la mueca de la simpatía. Objetos que ofrecen incluso un costado potencialmente siniestro en ese estatismo, en la sonrisa terca y endurecida. Pero se dice y seguirá diciendo que una nena es una muñequita cuando es linda y sonríe, y acaso el elogio bienintencionado sirva para plantear hasta qué punto estamos y no estamos tan lejos de ese carnaval de muñecas estridentes que es el reality Princesitas del canal TLC, un programa adictivo y censurable que nos lleva sin pudor a regodearnos en los brillos y miserias de una práctica casi exótica, la de los desfiles de belleza para niñas de ciertos estados rurales de los Estados Unidos.
Cada entrega de Princesitas recorre las historias de tres o cuatro nenas que se presentan, siempre de la mano de mamá y ocasionalmente de alguna abuela igualmente maniática, en concursos donde el ideal de belleza consiste en estar más producida que la Barbie más compleja. Lo extravagante de los atuendos y del maquillaje acá se llama “glitz”, término que designa el esplendor, en este caso, de lo recargado; se trata de un tipo de belleza que lleva al extremo el artificio para esconder a las nenas, con sus gestos y sus proporciones reales, y hacer surgir a la muñeca que cada una supuestamente lleva adentro (y de verdad se hace difícil distinguir a las niñas bajo capas y capas de decorado). La magia se consigue, inversión monetaria mediante, gracias al agregado de dientes postizos (porque se sabe que los dientes de leche suelen ser pequeños, y para colmo muchas de las concursantes están en trance de perderlos), bronceados artificiales, pelos en ocasiones teñidos y batidos hasta agrandar varias veces la cabeza, rulos durísimos, pestañas falsas, maquillaje, y muchas veces vestidos tan vulgares que parecen más para el carnaval que para la realeza.
El negocio de los concursos de belleza mueve millones en el país del norte, y son muchas las madres desesperadas por gastar lo que sea con tal de anotar a las hijas en las competencias y casi obligarlas a que ganen. Por eso en Princesitas se pueden escuchar cosas como “Siempre quise tener una nena para anotarla en los concursos de belleza”, frases que hablan de un destino predeterminado y de mamás grandulonas que parecen realizar en la prole sus propios sueños de muñeca. Las nenas, en cambio, la mayoría de las veces son simplemente nenas y salen corriendo cuando las persiguen con el spray bronceador, lloran cuando las peinan o suplican que las dejen irse a jugar, aunque al final la mayoría sube al escenario para repetir como una autómata los gestos vulgarmente principescos aprendidos de mamá o de algún entrenador contratado para ese fin, cuando no igualan o superan el nivel de locura de las propias madres y revelan un histrionismo descarado que levanta la duda de que no sean pequeñas mujeres de cuarenta, como la caradura Honey Boo Boo, estrella del programa que ya tiene su propio reality, y que con maquillaje francamente parece una vieja. Y aunque todo parezca suceder en una tierra muy, muy lejana, de cuentos de hadas teñidos de decadencia televisiva y sureña, en algún punto se toca Princesitas con el entusiasmo local desatado por la aparición de nuestra propia princesa y ahora reina Máxima de los Países Bajos, que ya dio a luz unas cuantas princesas. De las sonrisas perfectas de esta rubísima familia real a las sonrisas esforzadas de las Princesitas se sigue enhebrando el antiquísimo mandato para las niñas de ser lindas y buenas, y la respuesta indefensa y conmovedora de las niñas que tan lejos son capaces de llegar con tal de complacer y que les sigan diciendo muñecas.
Princesitas se emite de lunes a viernes a las 11 por Discovery Home & Health.
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