Imágenes de una novela transcurre en el encuentro de tres amigas muy jóvenes (interpretadas por Valeria Actis, Camila Palacios y Clara Virasoro). Una de las tres murió hace un tiempo, las otras dos no han podido elaborar el duelo. La difunta vuelve para ayudarles a reconstruir aquel momento a las otras dos y en ese devenir surge el entusiasmo por seguir reviviendo las imágenes del pasado. Pablo Iglesias, director y dramaturgo de la obra, explica que también aparecen momentos “de infancia, de juegos, de complicidad, de erotismo, de violencia. Las tres van rellenando los hiatos de la memoria mientras chapotean en una pileta vacía. La memoria se va aceitando de a poco gracias a los recuerdos. La pileta fue el último lugar que compartieran juntas antes de que todo se detuviese para siempre. Finalmente ayudadas por algunas canciones y las imágenes que volvieron a dar vida a sus mundos, las amigas pueden procesar lo sucedido y la tercera puede irse en paz.”

Iglesias, director y dramaturgo (La constancia del viento; Bestiario Grimm; La patria submarina) investigaba en materiales que puedan ayudar a sus actores a abordar en escena la evocación de los recuerdos. En su vínculo con el escritor Luis Cano éste le brindó generosamente unos textos que indagaban sobre la pérdida y la muerte, material que le vino como anillo al dedo para el encuentro de esos recuerdos que se escabullen tanto en la vida real como en la ficción. Iglesias convirtió en dramaturgia y puesta en escena estos textos llegando así al montaje de Imágenes de una novela.

En relación a los procedimientos de Imágenes..., el eje está en la actuación poniendo el énfasis en lo que los personajes ocultan. Iglesias dice que si hay necesidad de recordar es porque decididamente no se recuerda con claridad. “Ese vacío –sigue el director– genera en el actor un estado emocional muy intenso, muy vivo y pone indefectiblemente en estado de alerta al espectador; los textos provocan interés a través de sus imágenes.”

Los movimientos de la obra están determinados por un único objeto presente: la pileta que se resignifica en otros objetos según se va configurando el relato, y juega así con la idea de multifuncionalidad no realista. Se exponen dos músicas muy distintas y dos tipos muy diferentes de iluminación que se oponen entre sí y que sirven como lazos o descansos entre las distintas situaciones temporales que plantea esta pequeña novela en imágenes. El montaje escénico se completa con una instalación fotográfica realizada por la artista plástica Gabriela Delmastro, que se va construyendo a medida que avanza la obra. El espectáculo no maneja cortes, lo que suma fluidez pudiendo llegar a un desenlace muy claro de manera vertiginosa y penetrante.

Iglesias dice que aunque suene obvio, le interesaron los textos porque estaban muy bien escritos. Luego, por su libertad poética: “Algo ligado al fraseo musical que tienen esas letras también y claro, por pura pedantería, su dificultad para llevarlos a la escena”, dice. Entre las cosas más interesantes que sucedieron en los ensayos fue la de realizar una puesta en escena con su mirada masculina pero sobre un mundo femenino. Así lo explica: “la mirada del autor de estas imágenes es masculina pero el universo personal encarnado en escena por las actrices es femenino: un universo extremadamente vivo, agudo, inteligente, erótico y poético. Es en ese acto voyeurista entre miradas masculinas y cuerpos femeninos en acción, donde aparece la nueva criatura, gestada gracias a la cópula gozosa entre ambos géneros pero de existencia autónoma, hermosa y lista para ser presenciada: la obra de teatro.”

Imágenes de una novela. Sábados, 21 hs. Buenavía Teatro. Av. Córdoba 4773. Reservas al 47718901 o [email protected]. $ 40 y $ 30 (descuentos a estudiantes y jubilados)