EL MEGAFONO
› Por Fernanda Gil Lozano *
En nuestro país, el estado de derecho sigue marginando a las mujeres. Un ejemplo puntual fue la situación procesal de las hermanas Ailén y Marina Jara. Sin embargo, la lucha de las mujeres logró que ellas dejen la prisión. Esta experiencia nos confirma que si los derechos no se defienden se pierden.
Elena Salinas, la mamá de las hermanas Jara, el último 8 de marzo dijo: “Esto les pasó a mis hijas por ser mujeres y pobres”, dos situaciones que claramente restan a la hora de buscar justicia. Es importante mencionar la excelente actuación y compromiso de la abogada de la defensa Gabriela Conder, que en su alegato expuso el discurso sexista de negar la violencia de género, la naturalización de referirse a las mujeres como el sexo que miente, de no creerles, de acusarlas de provocar y una infinidad de situaciones reiteradas por casi todos los varones violentos cuando deben defenderse.
Un capítulo aparte se lo llevan los jueces que parecen no tener en cuenta datos como que el perpetrador (por el que ellas estaban acusadas de tentativa de homicidio), Juan Leguizamón, les doblaba en edad a estas chicas, de su conducta abusiva, del encubrimiento y complicidad de la policía, de denuncias anteriores donde se demostraba una manera reiterada de violencia de género por parte de este sujeto. En fin, para este tribunal todo esto no requería ningún tipo de contemplación, un verdadero disparate.
Claramente ver la violencia de género sería cuestionar el trabajo policial, la situación de mafiosidad en nuestras instituciones, la causa creada, a partir de la desaparición de elementos relevantes como la no conservación de la remera que usaba Leguizamón, el no reconocimiento del contexto de acoso, amenazas y persecución a las que estaban sometidas estas mujeres.
Con estas salvedades y celebrando su libertad, quiero exponer ciertas críticas a la sentencia, ya que da a entender que cumplieron la condena: dos años y un mes. Ese tiempo de encierro no se reconoce como injusto, con muy malos tratos en la cárcel que dejaron marcas imborrables en sus vidas y además no se reconoce su inocencia y victimización. Esta sentencia que sigue perpetuando la violencia de género nos susurra: “No te defiendas, serás castigada, no te creemos, sos culpable, lo mereces”.
Se pudo cambiar la carátula por el compromiso de la comisión por la libertad de Ailén y Marina, por la difusión, la solidaridad, por todos los que acompañamos, abogados y feministas.
Sinceramente no puedo festejar esta condena que no les reconoce la inocencia y simultáneamente me preocupa porque estos jueces, policías y abogados siguen trabajando, al igual que el sexismo imperante que nos llevó a tener durante el año pasado 256 víctimas de violencia de género.
* Ex diputada nacional de la Coalición Cívica ARI, historiadora y feminista, directora del Instituto Transformar.
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