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Viernes, 26 de septiembre de 2003

Libertad de vientres

28 de septiembre Día por la Legalización del Aborto en América Latina y el Caribe

Por Martha Rosenberg*

El 28 de septiembre de 1888 se decretó en Brasil la libertad de vientres, que abolió la esclavitud de los hijos, transmitida por la madre esclava. Desde 1990, el 28 de septiembre se trata de otra forma de transmisión de libertad: la de decidir si tener hijos y cuándo. Para todas las mujeres éste debe ser un derecho efectivo. Para muchas, ésta es una meta muy lejana. Una mujer que elige libremente la maternidad transmite la vida como acto de afirmación personal y no como accidente ciego que la engrana a la maquinaria patriarcal que reproduce la sociedad.
La deuda que nuestra sociedad contrae con las mujeres: por el plus de pobreza que se les inflige (son la mayoría de los pobres y las más pobres); por el plus de trabajo puesto a cuenta de la abnegación maternal que se les demanda para la renovación de las generaciones; por el plus de violencia sexista naturalizada, es una hipoteca para cualquier gobierno y debe ser saldada.
Es por eso que, en el XVIII Encuentro de Mujeres de Rosario (y también en la convocatoria de hoy en Buenos Aires y en todo el país), “dimos nuestro rostro y nuestra voz” a las 500.000 mujeres que abortan anualmente sin voz y sin rostro. Las mujeres se rehúsan a seguir poniendo el cuerpo a la hipocresía que separa las conductas de los discursos. Ejercen el derecho de no aceptar el molde de la maternidad obligatoria y la sexualidad tal como las prescriben el orden patriarcal, su iglesia, su cultura, sus medios de comunicación. Ese es el desafío y el escándalo. Hasta quienes desde hace mucho defendemos el derecho al aborto, nos preguntamos qué está pasando ahora, por qué esta transformación del silencio en grito, que Rosario testimonia.
En las actuales condiciones de violencia sexual, pauperización masiva, alto desempleo con marcada inferioridad de las remuneraciones de las mujeres, escaso acceso a la salud, la educación sexual y los anticonceptivos, la práctica del aborto aumenta visiblemente. Entre 1999 y 2002 –período que coincide con la peor crisis económica y política de nuestra historia–, las mujeres que fueron atendidas por abortos en los hospitales públicos aumentaron en todo el país un 46 por ciento. La penalización del aborto no lo evita ni disminuye su número. Sólo obliga a que esta intervención, que tiene riesgo insignificante cuando se realiza de manera médicamente correcta, se haga con peligro para la vida, la salud y el bienestar de las mujeres y sus hijos ya nacidos y criados.
Lo contrario del aborto-legal-y-seguro no es la no-realización-de-abortos, sino el aborto-clandestino-y-peligroso, cuyos resultados son las altas tasas de mortalidad –evitables– de mujeres por gestación. Porque la mujer cuya vida está comprometida y amenazada por un embarazo involuntario, no retrocede ante el peligro. Sabe muy bien que en una maternidad que no desea o que no puede sostener le va la vida. Su vida y la de los hijos o hijas que ya tiene, o llegaría a tener si no escapa a la fetichización del óvulo fecundado, que sólo llegará a ser un niño/a por la inversión de deseo y amor de la mujer que lo gesta y se gesta como madre asumiendo el trabajo del parto y la crianza. La legalización del abortopermitiría a las más de 500.000 mujeres que anualmente abortan, porque tienen motivos para rehusar el derecho a la maternidad (un derecho y no una obligación), hacerlo sin soportar como castigo el riesgo de muerte, enfermedad o estigmatización social.
Por otro lado, según varias encuestas recientes, más del 50 por ciento de la población está a favor de la despenalización del aborto en general y más del 80 por ciento apoya la despenalización en diferentes situaciones, como violación, peligro para la salud de la mujer, y malformaciones del feto incompatibles con la vida extrauterina. En el Encuentro de Mujeres de Rosario, miles de mujeres de todas las condiciones se pronunciaron y se movilizaron a favor del derecho a decidir. Estas mayorías se reflejan en la fuerte adhesión a la solicitada de la Asamblea por el Derecho al Aborto publicada ayer en este diario.
El Encuentro de Mujeres expresa la conjunción de los movimientos de mujeres de base con el movimiento feminista, a partir de la experiencia de las movilizaciones populares de diciembre del 2001 y del desarrollo de las diferentes estrategias para recuperar el poder delegado en los políticos y rescatarse de la pobreza y la des-ciudadanización en la que nos sumergió la política neoliberal. En estas condiciones, las mujeres crean espacios de supervivencia e intervienen en las decisiones colectivas, adquiriendo iniciativa, peso político y conciencia de su fuerza y sus derechos.
“Queremos ejercer nuestro derecho a ser madres por elección y libres de decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra sexualidad”, decíamos. “Esto será posible cuando todas las mujeres que así lo decidan tengan acceso al aborto legal, gratuito y seguro en el sistema de salud público. El aborto seguro debe dejar de ser un privilegio de las mujeres que tienen dinero. Exigimos que no haya más muertes de mujeres pobres por abortos inseguros.” El marco necesario para que el derecho a la vida de las mujeres sea efectivo es la vigencia del conjunto de los derechos económico-sociales y de los derechos humanos. El derecho a tomar decisiones de conciencia según las convicciones personales debe ser protegido de las presiones e imposiciones religiosas por un Estado democrático y laico, que respete por igual todas las creencias, diversidades sexuales e identidades étnicas.
La sexualidad es una dimensión constitutiva de los seres humanos que la jerarquía eclesiástica católica intenta reducir a sus mandatos de procreación irresponsable, cuando no puede ocultar su tolerancia hacia los abusos y violaciones cometidos por sus clérigos. Su lógica de pastores y rebaños fracasa ante una cultura que incorpora esta dimensión al ámbito de los derechos humanos de todo individuo.
Si algo indica la vitalidad y la diversidad del movimiento feminista es que desde que, en 1990, el V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe instituyó el Día Latinoamericano por el Derecho al Aborto, se sigue rebautizando a gusto de los numerosos grupos que participan en esta campaña. Legalización, despenalización, derecho al aborto, desincriminación son las variantes que denotan un debate nunca cerrado acerca de la relación entre sexualidad, procreación y Estado, que hoy vemos ampliarse a espacios sociales cada vez más amplios.Q


* Del Foro por los Derechos Reproductivos, que convoca, junto con la Asamblea por el Derecho al Aborto, el viernes 26, a partir de las 16, a concentrarse frente al Congreso para reclamar “por una sexualidad autónoma, plena y cuidada. Anticonceptivos para no abortar. Aborto legal para no morir”.

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