ESCENAS
La esencia de una forma de ver el mundo se despliega en Villa Argüello, un espectáculo de danza que bucea en el espíritu de Córdoba a través de su baile más famoso: el cuarteto.
› Por Sonia Jaroslavsky
“Villa Argüello nace de la inquietud de vincular de algún modo la danza contemporánea con un género tan popular, masivo y característico como es el cuarteto de Córdoba”, dice la bailarina y directora Celia Argüello Rena a propósito de Villa Argüello, su segundo trabajo como coreógrafa (el primero se llama Azúcar y se lo puede ver en Café Müller).
A esta altura podrán pensar que el nombre de la obra remite al apellido de la directora, ¡y están en lo cierto! pero además el apellido remite al nombre de una localidad de Córdoba y, para más coincidencias, es el lugar donde se crió una de las bailarinas. Por supuesto, es ella quien guiará el relato en el intento de dar respuesta a qué será lo mismísimo cordobés.
Celia, que nació en Córdoba y vino a Buenos Aires a estudiar danza, se preguntaba cómo aproximar algo personal, cómo hacer para compartirlo con otros y cómo transmitirlo en un montaje de danza. “Mi querido maestro, el director Ciro Zorzoli –cuenta–, cuando vino a ver un ensayo, me dijo: ‘Ahora tenés que sacar la tapa de la olla y recuperar aquel primer lugar sensible’. Entonces, la costura final fue ir hacia ese lugar primero y original de mi relación con Córdoba y lo cordobés.”
Villa Argüello se presenta en un espacio no convencional como el de un club de barrio. Lugar buscado para intentar darle un marco popular a esta fiesta cordobesa. “Decidimos hacerla en un espacio alternativo, por fuera de las salas del circuito independiente, porque quisimos que la gente venga a este mágico salón en donde el tiempo y el espacio toman otra dimensión. El espacio ya da una contención distinta al espectador, lo coloca en un lugar más amable, más cercano, más barrial”, dice su directora.
Con fernet en mano, los espectadores verán transitar a siete excelentes intérpretes (Andrés Molina, Diego Rosental, Jimena Pérez Salerno, Josefina Gorostiza, Ollantay Rojas, Pablo Castronovo y Teli Ortiz) en el intento de pertenecer y recrear un mundo cordobés. A lo largo de la obra y guiados por un referente autóctono, irán construyendo y vivenciando aquel lugar del recuerdo y la añoranza. “El proceso de ensayos fue en un comienzo bailar cuarteto por varios meses, intentando no perder la naturalidad y la pulsión que tienen los ritmos bailables que hacen bailar a todos por igual”, explica Celia. “Después, el baile se fue complejizando y estilizando. Las coreografías están hechas con el material que aportaron los intérpretes sobre todo, e incluso el armado fue en conjunto.”
La escenografía e iluminación están en manos de Agnese Lozupone: con pocos elementos, brinda referencias a algo lejano y no urbano, al igual que con las luces y la escenografía: “Aunque sea un trabajo arduo, ya que en el club hay que montar y desmontar absolutamente todo para cada función. Por ahora, creemos que vale la pena”, explica Rena. Con la vestuarista Estefanía Bonessa trabajaron en una paleta de colores y modelos que sugieran pero no brinden una referencia cerrada a una época o estilo. La música a cargo de Alfonso Barbieri, un cordobés que a Celia le entusiasmó por sus discos solistas y su grupo Los Cocineros. El cuarteto está en toda la obra pero de un modo indirecto: “La música tiene ese dejo cordobés, la medida justa para que no suene obvia o evidente”. Además, varias letras de cuartetos relatadas y escenificadas por los bailarines-actores darán uno de los momentos más brillantes y alegres de la obra.
Fuente de inspiración absoluta fue el cuarteto e imágenes de cuarteteros entre los que no puede dejar de citar al indiscutible La Mona Jiménez. Además abordó el libro Músicos, mujeres y algo para tomar, de Gustavo Blázquez, un antropólogo cordobés. Otras reflexiones, explica Celia, tienen que ver con “la añoranza, la nostalgia de abandonar el lugar de origen y perder las referencias primarias. La elección de dejar todo con convicción y verse a la distancia, un poco desamparada”.
Villa Argüello: sábados, 20 hs. Sociedad de Fomento y Biblioteca Popular Gral. Benito Nazar. Antezana 340. $ 60 y $ 45. Reservas: [email protected]
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