Vie 31.05.2013
las12

VIOLENCIAS

Dos veces víctima

Milagros tenía 14 años y una discapacidad mental cuando fue secuestrada en marzo en Burzaco. La habían marcado en una iglesia evangélica. Estuvo diez días encerrada. La violaron entre varias personas. La drogaron y le cortaron el pelo. La quisieron vender en varias villas del conurbano y la ciudad de Buenos Aires por quinientos pesos mientras su mamá, Silvia González, la buscaba y la policía apenas consignó una fuga de hogar. Milagros pudo escapar, pero a causa del estrés postraumático está encerrada en un hospital psiquiátrico.

› Por Luciana Peker

“No parí para puta”, dice Silvia González, los ojos enormes, la cara aguerrida, la furia en el cuerpo. Busca justicia para su hija, busca luchar contra la trata, busca que su hija vuelva a casa. “A mí ya no me para nadie”, dice con una mezcla de dolor, indignación y revolución. Tiene seis hijos, a los que mantiene sola como jefa de hogar. Juntos viven en una casa humilde, de esas en donde las separaciones casi no existen, donde todos se juntan, se escuchan, se contienen, se ayudan, se disputan de a ratos, y casi siempre se abrazan o se escudan, escuchan la tele, juegan a la computadora o cuentan sus dramas, se hacen la comida o se van diciendo lo que tienen que hacer. Pero juntos.

En la puerta de su casa, en Burzaco, un enorme cartel pide “No a la trata, justicia para Milagros”. También hay un patrullero. Una custodia puesta para cuidarlos. Pero es una custodia en la que les cuesta confiar. ¿Y si cuando la policía se va a comer o se va al baño les dejan la zona liberada como pasó con el testigo del caso Candela? Eso se pregunta Silvia González. Por eso pide custodia de gendarmería. Ella tiene miedo. En la calle también. Dos de sus hijas fueron interceptadas cuando caminaban. “Que su mamá se deje de joder o termina en una zanja”, les dijeron. Ahora son todos posibles víctimas.

También a Nicolás, que no quiere dar su apellido por miedo, que tiene dos hijas y una en camino con otra hija de Silvia, lo secuestraron durante un mes en la villa Betharram de Adrogué. Nicolás había consumido drogas. Pero lo secuestraron para obligarlo a vender. Tiene fotos que muestra con los pies quemados con fierros calientes. Y cuenta que mataron a un chico de la calle delante de él. Que no le dieron de comer durante un mes. Y que le daban drogas para que saliera a vender. Pero además le dijeron: “¿Sabés quién es el? El es el yerno de la mamá de Milagros”. La venganza ronda cuando la trata no se vuelve silencio o esclavitud.

Milagros, una adolescente con una leve discapacidad, se convirtió en un nombre clave en el deschave del modus operandi de la trata de personas en la Argentina. Por varias razones. La primera es porque después de ser secuestrada, el 16 de marzo, durante diez días, hasta el 26 de marzo, logró escapar. Y la otra es porque su mamá, Silvia González, con la ayuda del frente Darío Santillán y las Mariposas de Villa París, Lorena Martins y las Madres de Constitución, decidió salir a denunciar. Pero además Milagros no solamente sobrevivió a un calvario en donde fue marcada en una iglesia evangélica, violada, drogada y como una bendición, pero sin la ayuda ni de la policía ni de la Justicia –que le dio la espalda a su mamá que la buscaba– logró huir y reencontrarse con su familia.

Cuando llegó a su casa, Milagros tuvo un brote de estrés postraumático. Y fue nuevamente revictimizada. Nadie pudo ayudarla con la contención adecuada para una víctima de un secuestro de trata de personas. Intentó suicidarse. La internaron en un psiquiátrico en el que ahora su mamá sólo puede verla dos veces por semana dos horas. El equipo de Las 12 acompañó a Silvia hasta la puerta de su visita semanal en una institución psiquiátrica de Lanus. Silvia parece que se come el mundo mientras cuenta de una actividad de concientización sobre la trata que realizó la semana pasada en Constitución, y de una futura marcha que tiene planeada para reclamar justicia para que caigan los secuestradores, pero frente al psiquiátrico se le caen las lágrimas. Recuerda a Milagros pidiéndole después de las dos horas reglamentarias: “Mamá no te vayas, no me dejes sola”.

Y el encierro que sufrió por parte de sus secuestradores se vuelve un doble encierro. Nadie duda de que las secuelas que sufrió Milagros no se resuelven solas. Ella y su familia necesitan ayuda. ¿Pero el Estado no puede generar una institución amigable, especializada y contenedora en donde se tienda una mano y no un castigo para una víctima de trata que ya sufrió una múltiple violación y no puede seguir sufriendo otra violación por la separación con su madre?

El 7 de abril Milagros cumplió 15 años. Su mamá trabajaba en un geriátrico del que ahora la echaron cuando la empezaron a llamar para amenazarla. Ella empezaba a juntar la plata para una fiesta que terminó en una tragedia. Su cumpleaños lo pasó encerrada. Su mamá pide justicia, muchos le piden silencio, pero ella está dispuesta a hablar, por Milagros y para que ningún hombre pueda hacer girar la rueda de un negocio que comienza con la avidez por sexo con nenas de 14 años.

¿Cómo fue que la marcaron a Milagros en una iglesia evangélica?

–Milagros iba a una iglesia evangélica, pero resulta que, fuera de lo que era el evangelio, se vendía drogas. Ahí Milagros conoce a su secuestrador.

¿Vos sabés quién era su secuestrador?

–Le dicen El Chucky, es lo único que sé.

¿Cómo se la llevaron?

–Hay una chica, Belén, que está llena de tatuajes y tiene una lágrima en la cara que se hace amiga de las chicas y es la que recluta. Te saca el número de teléfono, la dirección, con quién vivís. Esta chica se le hace amiga y la invita a la casa. El 16 de marzo, a la una de la tarde, Milagros discute con Micaela (una de sus hermanas) y se va a Burzaco a esperarme. Ella me llama desde un teléfono público y yo le digo “esperame que yo ya estoy yendo para allá”. Esta chica le dice “vamos a mi casa” y Milagros le dice “no porque mi mamá se va a enojar, mi mamá está viniendo”. Milagros dice que la chica iba hablando por handy. De repente, aparece una camioneta. Milagros no quiso subir, pero la subieron a la fuerza. Era un hombre mayor y un chico que lo reconoce de la iglesia. La manosearon, le pusieron una cinta en la boca y la encapucharon y se la llevaron. Escuchó en el trayecto que iba camino a las latas en Esteban Echeverría. Milagros se acuerda de que le dieron pastillas para tomar y se quedó dormida. Sabe que llegó de noche, que le sacaron fotos, que le hacían poner camisitas, polleras y tacos, que le decían “te vamos a ir a vender” a la villa Betharram. Dice que había hombres y que como no era el precio que ellas pedían la volvían a encapuchar.

¿Sabés por cuánto la querían vender?

–Por quinientos pesos. Pero, además, a Milagros le pegaron en la cabeza, le cortaron el pelo, la empastillaron, le dieron de comer dos veces en esos diez días, la inyectaron mal sobre el hueso, y eso lastima una barbaridad. La llevaron a la villa 1-11-14, en donde hay una banda a la que le dicen la banda de los chinos. Pero como no les gustó el precio, porque para los secuestradores era poca plata la que les querían dar, la volvían a encapuchar y se la llevaban de vuelta.

¿Qué noticias tenían ustedes de Milagros?

–Ella llamó dos veces a casa. Los secuestradores la hicieron llamar diciendo que estaba bien, que estaba con unas amigas en Alejandro Korn. La llevaron a la puerta de la comisaría y le dijeron “mirá, tu mamá te está buscando, ahora le vamos a sacar plata a ella, ya que no te podemos vender”.

¿Cómo te atendió la policía cuando denunciaste su desaparición?

–La segunda de Almirante Brown primero me tomó el pelo me dijo “no hagas un caso Candela, seguro que tu hija se fue con un machito”.

No hagas un caso Candela quería decir que no lo denuncies mediáticamente...

–Claro... y lo caratulaban como pedido de paradero.

¿Con la Justicia tuviste este destrato?

–Tuve un destrato total. Nos investigaban a nosotros. Si era verdad que yo trabajaba, quién era el padre. Porque yo quería denunciar a la policía. Me decían: ¿para qué vamos a denunciar si ellos hicieron todo lo que pudieron? ¡Mentira, no hicieron absolutamente nada! También me acusaron a mí de vender a mi hija para prostituirla.

¿No hubo ningún allanamiento para rescatarla?

–Nada. Ni hasta el día de hoy tengo ningún detenido. Ni se investiga el número desde donde llamó Milagros a mi casa. Yo llamo y me atiende un tipo (risas). ¡Es terrorífico! Hasta el día de hoy no intervinieron el teléfono. Cuando aparece Milagros todos felices: ¡Apareció la nena que desapareció! Pero Milagros aparece sucia, drogada, flaca y lo único que me decía es “yo no puedo vivir con vos: intername”. Pero no me quería explicar por qué.

¿Cómo fue la vuelta de Milagros?

–Cuando se va a bañar apagó la luz y pidió que nos quedáramos con ella. Cuando se saca la ropa interior nos damos cuenta de que no era de ella y entonces la embolsamos. Después siguió hablando de que no se podía quedar acá porque la iban a buscar. Nosotros no entendíamos. El 27 de marzo cruza una camioneta negra y se pone a llorar. Ahí nos cuenta todo lo que le había pasado: que había sido secuestrada, que la habían violado, no sabe cuánto tiempo porque siempre estuvo encapuchada...

¿Las violaciones fueron por saña o para adoctrinarla en la trata de personas?

–Para adoctrinarla, porque le dijeron que de ahí iba a ir a un prostíbulo en Esteban Echeverría. También cuenta que ella escuchaba que había un bebé que lloraba y que una mujer les decía que se estaba muriendo, y que los proxenetas le contestaron: “Dejá, si se muere vamos y buscamos otro”. Entonces, después, en su psicosis, cuando viene a casa Milagros agarra una almohada y dice que es el bebé de donde estaba secuestrada.

¿Cómo logró escaparse?

–Cuando el 26 de marzo escuchó que no había nadie forzó la puerta y la encontró abierta. Milagros se escapó, caminó muchísimas cuadras, sacamos la cuenta y fueron cuarenta cuadras. Se tomó un tren que no sabía ni a dónde iba. Pero era a Burzaco. Quería venir a casa y no sabía cómo llegar. Me llamó por teléfono alguien que la vio. La fuimos a buscar y me dijo: “Yo te extrañé, yo te quiero mucho”.

¿Qué pasó después?

–El 27 de marzo, cuando Milagros se quebró, me dijeron en la comisaría que no fuéramos porque tenían un montón de gente.

No sólo no la buscaron, sino que no les importó que la hubieran violado y querido vender a redes de trata...

–Sí, además, en el hospital no la revisaron, sólo me dan un kit ginecológico.

El final feliz de que una víctima de trata logra escapar se convierte en una nueva cachetada...

–Es que están esperando secuestrarla nuevamente. Nosotros tenemos amenazas “vieja cortala, te vamos a reventar el rancho”. A mi hija Yamila, de 17 años, le cruzaron una camioneta y me dijeron “decile a tu mamá que la corte porque va a terminar en una zanja”. Y en mi trabajo me pidieron la renuncia porque ahí también recibían amenazas.

¿Cómo siguió Milagros?

–El 3 de abril mi hija decidió cortarse las venas. Yo no sabía dónde llevarla. El 5 el psiquiatra decidió internarla. Tenía estrés postraumático y abstinencia de tanta droga que la hicieron consumir. Lo que pasa es que no hay un lugar que sea para ella. Ya no es la dulce Milagros. La pusieron en una celda en que se muere de frío. Cuando la vi encerrada como una presa me quería morir. Vi que se arañaba, se lastimaba. Por eso me la traje a mi casa el 5 de mayo. Hablé con salud del municipio para que me ayudaran. Pero vino una camioneta que se nos tiró encima y Milagros volvió a hacer un brote. ¿Qué estaba haciendo en la zona? No sé. Nadie me explicó. El 10 de mayo me llegó una orden de allanamiento del Juzgado de Familia Nº 4 en donde dicen que yo soy nociva para mi familia y me amenazan con declararme insana y sacarme a todos mis hijos. Por reclamar que mi hija estaba en una celda y le ponían pañales me decían que era nociva para mi hija.

No hay duda de que Milagros necesitaba ayuda por el estrés postraumático, pero no un encierro que puede ser más traumático... ¿Qué pedís ahora para Milagros?

–Yo no parí para putas. Tiene que haber una ley para los clientes: ¿Qué morbo tiene el hombre de acostarse con una criatura de 14 años? Y también que el Estado se responsabilice de encontrar hogares infantojuveniles para el tema de la trata.

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