MONDO FISHION
En la búsqueda de modismos localistas y de una interpretación del crisol de estilos latinoamericanos, se yergue la colección de doce trajes diseñados por Gerardo Dubois, el diseñador de Bandoleiro, para Proyecto Llanero. Corresponde aclarar que los atuendos fueron concebidos para los diversos protagonistas del film El llanero solitario, dirigido por Gore Verbinski, que se estrenará en Buenos Aires a comienzos de julio.
El trabajo funciona casi como una colección de nueva alta costura cimentada con recursos de reciclaje (contempla variaciones del mítico Levi’s 501), la exaltación de texturas de aguayos, pompones, cascabeles y lentejuelas que componen un collage visual junto a piezas de toalla con estampas de caballos. Pero la colección de atuendos ideados por Dubois y en colaboración con Marcelo Cantón, de la firma Mishka –responsable de las botas texanas que acompañan cada outfit–, la exhaustiva documentación y el editorial de moda fotografiado por Gustavo Di Mario, luego de presentarse durante esta semana en la tienda Levi’s de Palermo será exhibida tanto en los locales Mishka de Patio Bullrich, Paseo Alcorta y Palermo, como en tiendas Levi’s de Abasto, el centro comercial Dot y el nuevo multimarca Panorama (donde Dubois comercializa sus prendas: República de la India 2905).
El llanero latinoamericano surgido de este proyecto colectivo ilustra una mirada arbitraria sobre los personajes de El llanero solitario: el guerrero nativo Toro, el caballo Silver, el bandido Butch Cavendish, los personajes femeninos que componen tanto Rebecca como Red Harrington plus las duplas de vaqueros y nativos americanos del film y un personaje ficticio y localista llamado La Llanera Pachamama.
Desde su hogar y estudio en La Paternal, prologado por una escalinata rica en cuadros de petit point, carpetas de ñandutí, herraduras de la suerte y mientras invita a un recorrido por el placard ideado para el Llanero, rico en arbitrariedades que hacen pensar que el vestuario oficial del film nos resultará tedioso y poco risqué, Gerardo Dubois se refiere a su construcción de los personajes, las tipologías y los trajes. “El personaje principal del film es Toro, un indio compañero del Llanero que protagoniza Johnny Depp. Así como en la película el look es americano clásico, con pechera de tablitas, nuestra versión propone que Toro use un pantalón jogging con sumatoria de flecos, aguayos y un taparrabos, que en la realización del atuendo fue concebido como un accesorio de quitar y poner y que se puede adaptar al uso cotidiano. Se complementa con una musculosa de red y una pechera con claras alusiones a la estética incaica, de ella penden maxi cascabeles que resuenan casi con las cadencias de gongs en miniatura.”
El paneo por ese perchero exhibe además los atuendos para Silver, el caballo blanco del film y que en su reinterpretación humana vestirá pantalones blancos derivados del mítico 501, ya en una versión texana y con pompones. “Disney friendly”, dirá el diseñador y también en una versión más ajustada, casi bondage, con lazos y orificios que exhiben la piel. Pero la chaqueta negra del Llanero –con su ineludible antifaz en charol– surgió de la hipotética figura de un llanero latino y motoquero: luce chaqueta con flecos glam y sus pantalones ostentan un curioso collage de leather realizado con reciclaje de materiales usados para la realización de los zapatos Mishka.
Continúa Dubois acerca de la impronta de los atuendos de estilo western: “El llanero original usaba un catsuit celeste y un sombrero blanco, a la distancia su vestuario resulta ropa para ir a la disco. En la construcción de la estética investigué la del western”, dice. Para la morfología del traje que representa al cuervo y que en la secuencia documental ideada por Di Mario luce la modelo Binta Diakite, de la agencia Satoko, destaca que fusiona lo deportivo: “Mis siluetas oversize pero realizadas con pailletes y pompones negros. El personaje lleva además un sombrero de plumas y considero que el uso del negro fue un desafío para mi habitual paleta de colores”.
Entre los atuendos femeninos, allí las camisas western y las faldas plato, construidas con bolsas de compras y de apariencia chiquérrima, cautivan la figura más poética y arbitraria: los ropajes para La Llanera Pachamama, que en las tomas realizadas en la agrupación El Lazo y entre pulperías y carretas del 1800 representó la modelo Agustina Montiel Moreno y que se compone de crochet, pasamanería boliviana, brocatos, terciopelo, pompones de uso habitual en los tocados de las cholas y piel de conejo: el resultado es un vestido lo más parecido a reliquia de algún museo etnográfico. Para Dubois, tanto el boceto como el traje representan el amuleto y el fetiche del proceso creativo, así como también un indicador de la fusión entre lo indio y lo americano y las raíces latinoamericanas a las que aludió la premisa del proyecto.
Acerca del procedimiento propio, el diseñador, que ya había abordado la estética de Bolivia y con anclaje deportivo durante un desfile en el Malba fechado en 2012, fue uno de los favoritos de Björk en su búsqueda de atuendos, quien le encargó varios trajes a medida y actualmente realiza vestuarios por encargo de varias bandas de la escena paulista. “Mi método es intuitivo, uso simbología y recursos que encuentro en constantes visitas al barrio boliviano situado en Liniers, establecí una relación con quienes trabajan y viven allí, me venden los textiles, me cuentan sobre recursos y modos de uso para festividades y hasta me invitan al santuario.”
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