Viernes, 12 de julio de 2013 | Hoy
MONDO FISHION
Por Victoria Lescano
Dos escenas complementarias aunque antagónicas que se desprenden de la Semana de Alta Costura Parisina: por un lado el desfile-celebración zen de los holandeses Viktor & Rolf, que coincidió con los veinte años de esa firma innovadora en fusionar la moda y el arte, y por otro la pasarela voluptuosa en textiles y en siluetas femeninas ideadas por Jean Paul Gaultier, indagando otra vez en el imaginario de mujeres superpoderosas, a las que calificó de Predadoras.
Una mirada revisionista de las obras referidas a la indumentaria de Viktor Horsting y Rolf Snoeren indica que en 1993, cuando egresaron de la escuela de arte de la ciudad de Arnhem, sus tesis fueron ropas y conceptos sobre el mundo de la moda en galerías y museos. Un listado de happenings que remite tanto a maniquíes acuchillados y/o ahorcados por lazos de satén, los panfletos en contra de las supermodelos, la puesta en miniatura de una hipotética tienda V&R y un perfume sin olor, envasado dentro de una botella símil Chanel Nº 5 y llamado “Launch”, que fue imposible de destapar (pese a esa arbitrariedad vendieron las 200 unidades de su edición limitada). En 1999, anticipando los preceptos para el invierno 2000, decidieron mostrar toda la colección en el cuerpo de una sola modelo –Maggie Rizer– parada en un pedestal y sobre la que superpusieron vestidos y abrigos bordados en finos cristales, cual si se tratara de una muñeca rusa; cuando no tuvieron un peso para gastar en frivolidades, tuvieron el tino de autoproclamarse “Viktor & Rolf de huelga”, y distribuyeron un planfleto temático y piquetero entre los editores de moda de París y Nueva York. En cuanto a sus vaticinios sobre la silueta emblemática de comienzos de 2000, lanzaron la tipología “Atomic Bomb Shape”, y el dramatismo se acrecentó con la colección Black Hole –Agujero Negro–, presentada en el Museo de Arte Decorativo de París en marzo de 2001, ocasión para la cual V&R pintaron sus caras de negro con el mismo betún chic que el eximio maquillador Stephane Marais destinó a embadurnar los rostros, cuellos y extremidades de las modelos. Para la celebración de la colección invierno 2003 que se presentó en un parque industrial de París, la actriz Tilda Swinton transitó la pasarela vestida en traje negro y camisa con corbata blanca, y en variaciones de camisas con hasta ocho cuellos superpuestos que le dieron un aire más andrógino que los trajes que usó en el film Orlando. Al cierre del curioso desfile de modas, posó rodeada de dieciséis modelos vestidas, maquilladas y con el pelo rojo a su imagen y semejanza. Otra acción descollante fue The House of Víktor and Rolf, presentada en la Galería Barbican y con la particularidad de haber recreado los distintos outfits de su vasto archivo para vestir los cuerpos de muñecas de porcelana de 65 centímetros de altura: la puesta consistió en una casa de muñecas dentro de otra casa para maniquíes y fue diseñada por el arquitecto Siebe Testero, el mismo que en 2005 ideó una tienda situada en Milán que fuera cerrada y célebre por jactarse del mundo del revés: estaba en el suelo y viceversa. En 2013 anunciaron la apertura de una tienda de dos pisos en París y para sus líneas más casuales, los accesorios, los numerosos perfumes que sí se pueden destapar, y la alta costura.
Volviendo a la casa de extrañas muñecas a la moda que en 2008 exhibió The Barbican Center junto a una edición limitada de muñecas –allí cautivó “Devon”, con carita negra y como emblema de la colección Agujero Negro, junto a Tilda y Erin, clones en porcelana de Swinton y de la modelo Erin O’Connor.
La semana pasada en París, luego de una pronunciada pausa en la alta costura y lejos de las apuestas rimbombantes ideadas por otros creadores de moda, los V&R recurrieron a un desfile intimista, casi zen y con apenas 20 atuendos negros que un coleccionista compró antes de la presentación en pasarela. Los cronistas allí presentes destacaron el clima de ceremonia introspectiva, el saludo yogui que escogieron los diseñadores en lugar de pasos de fox trot de antaño, y la banda sonora de mantras que siguieron su meditación. Las modelos lucieron variaciones de túnicas, cruzas de minifaldas negras con caftanes, reformulaciones de vestidos de otras colecciones con apariencia de trajes y mantos sagrados y protectores realizadas en sedas hipertecnológicas, aunque no omitieron los adornos de un jabot. En palabras del dúo actualmente asociado al creador de la firma Diesel: “Para celebrar nuestros veinte años quisimos ser otra vez conceptuales”. Tales gestos se apreciaron en la locación símil jardín japonés clásico con piedras a modo de ornamento, por donde las modelos se desplazaban calzadas con sandalias negras casi toscas. Y acerca del vuelco hacia la meditación y dejar a un lado las grandes puestas de antaño, esgrimieron: “Consideramos que en veinte años hicimos tantas cosas que ahora es un buen momento para dejar descansar la mente y exaltar la calma”.
Es vox populi que Gaultier exalta la silueta femenina y las mujeres superpoderosas, basta con remitirse a los célebres vestuarios para Madonna, el corsé en punta y una reciente retrospectiva en Montreal. Pero en la última semana de alta costura, el apodo Catwoman aludió a un vestido de animal print remixado con encajes, así como Pussy Faster indicó una chaqueta de motociclista con estampas de un leopardo, mientras que Black Panther fue el vestido con bustier modelado por Nabilla Bernattia, una modelo graduada en un reality show de la televisión francesa. Todas llevaban el cabello con chignons fálicos que, literalmente, pusieron los pelos de las modelos de punta.
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