MúSICA
Ciclotímica, la dupla musical que conforman Martina Vior y Lola Torres, presenta canciones que coquetean con el culebrón.
› Por Laura Rosso
El encuentro se remonta a muchos años atrás, cuando ambas tenían nueve años. Una de Lanús, otra de Banfield, coincidieron en sus tardes de infancia en el Conservatorio de Música Julián Aguirre. Lola eligió piano y Martina, guitarra. No eran amigas, sin embargo había cierta complicidad entre ellas. Como vivían en barrios distintos, al terminar la escuela primaria dejaron de verse. Y rumbearon para otros lares. La vida siguió y muchos años después, de golpe, dio un giro. Como de sorpresa, a la vuelta de la esquina volvieron a encontrarse. Fue cuando Lola Torres leyó en el diario que Martina Vior se presentaba con su guitarra por algún lugar de la ciudad. El nombre le resultó familiar y, decidida, fue al (re)encuentro de aquella compañerita del conservatorio. “La escuché cantar y después me acerqué”, se acuerda Lola. “Me encaró ahí nomás”, se ríe Martina. Hubo un gesto, una química que evidentemente perduró. Al poco tiempo, Lola llevó sus tambores y se incorporó a la banda de Martina. El piano, ese primer instrumento que le permitió acercarse a la música, había quedado atrás. Lola incursionaba en la percusión (“un viaje de ida”, define). Tocó con Martina durante dos años, hasta que empezaron a escribir canciones a dúo. A partir de ahí, algo nuevo empezó a sonar. Y ganó el proyecto compartido. Juntas le dieron vida a Ciclotímica –la agrupación musical que reúne a Lola Torres y Martina Vior, que hoy tiene más de diez años, un primer disco editado y un segundo trabajo en gateras–. Compusieron varias canciones que confirmaban, cada vez, que eso era lo que querían hacer. Aquellas complicidades que fluían de chicas seguían resonando con el devenir de la vida. “La música fue el factor que siempre estuvo”, advierte Lola, un condimento que las unió de entrada. Las piruetas de la niñez volvieron a hacerse presentes para consolidar un proyecto que rescata la apertura, el entusiasmo y que las hace navegar por un canal creativo donde flotan sus deseos.
Lola recuerda su admiración por Andrea Alvarez y ese estilo de mujer al frente. “Tomé clases de percusión con ella, compartimos algunos proyectos pequeños, y me reenganché. Los cueros, la cuestión visceral que da la percusión, tan primitiva..., sumado al movimiento y al contagio que produce, me resulta como terapéutico. Tocás el tambor y te mete en otro lado.” Martina, en tanto, siguió por el camino de las cuerdas: guitarra, charango, ukelele y cuatro. Esos son los roles en Ciclotímica, donde las canciones fusionan elementos hispanos y latinos, y sus letras coquetean con el culebrón. Aunque el descubrimiento de nuevos timbres y la posibilidad de tocar otros instrumentos es lo que hace que la sorpresa sea la invitada de honor. Los años que pasaron, entretanto, hicieron madurar este proyecto, que transitó idas y vueltas. “La verdad que no es lo mismo sostener un proyecto ahora con nuestras vidas, nuestras maternidades, nuestros tiempos y obligaciones que hace diez años”, da cuenta Lola. “Sabemos que no es fácil. Pero sostenerlo es un valor en sí mismo.” “La música y la experiencia compartida nos lleva a lugares que nosotras no conocemos”, revela Martina. “Hay más proyectos que nacen cuando estamos juntas. Dan ganas de seguir. Nos moviliza no saber determinadas cosas e ir a explorarlas.” Las dos asumen que Ciclotímica posee la capacidad de transformarse y recrearse; así encaran el proyecto con eso que son y les pasa hoy. “Somos permeables a lo que nos emociona. Pasamos de una que la sepamos todos y una que la pasamos todas”, cuentan entre carcajadas. Son amigas y trabajan juntas, y juntas lograron una dinámica de trabajo, de registro y de entendimiento. “Ya no hay tantas ansiedades –puntualiza Martina–. Al contrario, hay más proyectos que nacen.” Los años pasaron y los tiempos son otros. No obstante, persiste la certeza de que hay más por delante. “La amistad con Lola es a prueba de todo, y empezar a transitar otros lugares y otros espacios nos hace muy bien.” Lola agrega: “A eso mismo que soñaba a los seis años, cuando decía ‘voy a tener una banda’... le sumo una amistad, y el placer de poder trabajar con una amiga. Es así: estamos grandes y felices”.
Ciclotímica se presenta el 25 de agosto a las 21, en el Teatro Municipal de Lomas de Zamora, Manuel Castro 262. Entrada libre y gratuita. Las entradas se retiran en el teatro hasta el sábado 24 de agosto.
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