Vie 27.09.2013
las12

VIOLENCIAS

El ocaso de las monarquías

Mientras en Francia se discuten los efectos patéticos de la hipersexualización de las niñas utilizándolas como modelos y participantes de concursos de belleza, en nuestro país un grupo de feministas de Bahía Blanca fue por más y exigió que se terminen todos los concursos de belleza, por lo que implican en tanto cosificación de las mujeres, discriminación y violencia simbólica, agresiones que no pueden justificarse en nombre de la tradición. ¿O acaso el machismo no es también una ideología “tradicional”?

› Por Sonia Tessa

A veces es necesario patear el tablero cuando nadie se lo espera para poner en discusión aquello que proliferaba de tal modo que pasaba inadvertido. Eso hizo el colectivo Acciones Feministas, de Bahía Blanca, con la firma de Verónica Bajo, el 17 de septiembre pasado. Puso el foco en el contenido sexista y discriminatorio de las elecciones de reinas en las fiestas nacionales, regionales y provinciales. Más de cien reinas nacionales, del automóvil hasta el chacinado quintero, son sólo una parte del fenómeno que se extiende y multiplica por todo el país. Chicas que conjugan los mandatos de belleza con los que pueblan los cuentos infantiles tradicionales, en los que se abren dos destinos para las mujeres: brujas o princesas. Para desnaturalizar esas violencias subyacentes, Acciones Feministas le envió una carta al director del Instituto Cultural de Bahía Blanca, Sergio Raimondi, para que “ponga a consideración el cese de las elecciones de reina dentro de las actividades culturales vinculadas con el organismo que representa”. Todos los años, en abril, en la ciudad costera del sur de la provincia de Buenos Aires se elige la reina del camarón y el langostino. “Estas elecciones son selecciones discriminatorias basadas en estereotipos opresivos de mujeres y niñas”, dice la nota firmada por Bajo y subraya que “refuerzan concepciones patriarcales de los roles de las mujeres en la sociedad, incluida la cosificación y degradación de las niñas, generadoras de otras violencias”.

Enseguida, algunos medios de comunicación de Bahía Blanca contrapusieron el reclamo de Acciones Feministas con las propias reinas del camarón y el langostino, que declaraban encantadas su “libertad” de participar en los certámenes. No les alcanzaron la voz y las manos a las integrantes de Acciones Feministas para señalar que reclaman el cumplimiento efectivo de la ley nacional 26.485, de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar las violencias contra las mujeres. Tanto la simbólica como la institucional están tipificadas. “Desde nuestra agrupación estamos impulsando la visibilización de esta práctica como una forma más de violencia”, señalaron.

Ante las interpretaciones que forzaron el enfrentamiento con las jóvenes que participan de los concursos, Verónica Bajo aclara: “Esto no es en contra de las chicas, sino que queremos evidenciar que el Estado ejerce violencia simbólica con estos concursos de belleza disfrazados de fiestas culturales, y defienden como tradición algo que es impuesto”. Eso que es impuesto, con tanta sutileza que parece inmanente, es el patriarcado. “Esperamos aportar mínimamente a desnaturalizar la cosificación de las mujeres, la mercantilización de su cuerpo como objeto decorativo, la hipersexualización de las niñas, la opresión a través de la ‘estética’, así como también la alta discriminación que implican estos concursos de belleza”, dijeron desde el Facebook las integrantes de Acciones Feministas.

Desde hace meses Verónica Bajo acumula información, videos, reglamentaciones sobre las elecciones de reinas en todo el país. En esa recopilación, encontró algunas perlitas como la elección de Miss Duraznito, en Hernando, una localidad cordobesa. Allí eligen entre niñas de 4 a 8 años, que desfilan y son juzgadas por sus atributos físicos por un jurado que muchas veces incluye funcionarios públicos. También eligen “reinitas” en otras localidades, como “la del capullo” en Escobar (la más grande es reina de “la flor”) y de “la espiguita” en Tres Arroyos. Bajo lo categorizó como “tinellización” y mostró su espanto de ver funcionarios públicos “examinando” a niñas por su belleza.

Las “mayores” son apenas más grandes. Los reglamentos imponen requisitos inapelables: las postulantes deben ser solteras, sin hijos, tener entre 16 y 25 años, medir más de 1,65 metro. Desfilan en ropa de noche y también en malla. Durante el año que dura el “reinado”, las chicas deben estar a disposición de los eventos para los que son convocadas.

El revuelo que armó la presentación de Acciones Feministas fue inesperado, incluso, para las impulsoras. El tema entró en la agenda pública de inmediato y el Instituto Cultural salió a aclarar que no organiza la elección de la reina –algo desmentido con sólo visitar la página oficial– y concedió la entrevista pedida por el colectivo, que se concretará la semana próxima. “La idea es instalar el tema a nivel nacional, pero empezamos por nuestra ciudad. Existen más de cien fiestas nacionales y nos llama la atención que se siguen inventando. Cada uno de estos festivales tiene su elemento decorativo, con la elección de la reina”, expresó Bajo.

“Hay algunos reglamentos que indican a las participantes que llenen una ficha bajo declaración jurada con sus medidas, y también las miden. Nos preguntamos quién les mide busto, cintura y cadera”, señaló la activista bahiense. A Verónica le provoca cierto estupor que funcionarios públicos –e incluso funcionarias– convoquen a “debatir públicamente” la propuesta. “Me pregunto si las leyes ya sancionadas se debaten, porque nadie discute que una mujer siendo evaluada por su físico es violencia simbólica. Ya está tipificada. Es un atraso ponerse a discutir si es violento que a una chiquita de 16 años le midan los contornos para que la evalúe un jurado”, puntualizó Bajo.

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