MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
Las ventas de garaje o garage sales suelen aludir a la modalidad de desprenderse de los trastos para luego venderlos a precios insólitos: muy lejos de esa acepción y en un garaje encantador en el límite de Palermo con Villa Crespo, funciona la base de operaciones de Bimba Vintage, el exquisito placard con diversidad de época, texturas y etiquetas ideado hace tres años por la actriz Jazmín Rodríguez y en base a sus búsquedas y hallazgos.
En su abordaje estético, Bimba responde a vestir a las mujeres como muñecas, pues tal es el significado de esa palabra en italiano. En el inicio del recorrido visual cautivan piezas de lencería antigua, de camisones con vainillas, a negligés y visos, en tonos blanco y rosa dior, para continuar con tesoros vintage: un vestido celeste con profusión de perlas y de arabescos en tules que ella compara con
looks de Evangelina Salazar. Además, hay un vestido de tul con corsage en tonos piel y otro en rojo carmín, un vestido camisero Chanel, desprovisto de su etiqueta pero con los logos de rigor, un vestido para playa Pierre Cardin, que por su colorido recuerda a un Pucci, camiseros símil batones monacales en color piel y en negro, plus ineludibles atuendos con lentejuelas para alta noche. Entre unos y otros asoman ciertas ironías sobre el lujo: una camiseta Chanel orgullosa de su logo, algunas remeras con profusión de lentejuelas, camisas bordadas a mano, entre otros. Hay profusión de carteras de lagarto muy ladylike que podrían pasar por fuentes de inspiración para Miuccia Prada, una carterita de mano Gucci con su manija de bambú, una cartera rosa símil bandolera que cuesta lo mismo que una de goma en la cadenas de accesorios, además de sobres de acrílicos en una gran diversidad cromática y otro dorado en una textura y una morfología que emula una caja de bombones. Pero el último capricho estético de Jazmín pareciera ser un exhibidor atiborrado de pulseras de acrílico en sintonía pop y pulseras doradas con profusión de eslabones.
“Mi principal referente de la moda son las revistas, porque me encanta leerlas y releerlas luego de un tiempo, me gusta abrir una página y pensar que tengo que decidirme por un ítem de todo lo que muestran, es una manera de pensar mi guardarropas ideal, a veces me permito quedarme con dos ítems, si es necesario. Y el cine es el gran complemento de esto, las películas clásicas, sobre todo las de Visconti, que hacía mucho hincapié en el vestuario y también las de Alfred Hitchcock. Considero que las ropas de Grace Kelly en La Ventana Indiscreta y Para Atrapar al ladrón, representan unos de mis vestuarios favoritos”, dice Jazmín. Por otro lado, exalta su colección de camisas de seda de YSL Rive Gauche en negro y con un lazo a un modelito de Celine con rayas austeras. Pero el disparador inicial y en la infancia en Rosario, fue una mercería que perteneció a su abuela que se llamó Agugú, aludiendo a las primeras palabras emitidas por la pequeña Jazmín. Agugú representó un mundo de cintas y de lentejuelas, pero también el aprendizaje de ver cómo una tela exhibida allí podía ser transformada en una prenda noble cosida por su abuela. “Eso me marcó, crecí en una familia de trabajadores, no podíamos tener lo nuevo y aprendí a apreciar lo artesanal”, explica.
Corresponde destacar que a fines de 1990 y durante cuatro años, Jazmín fue conductora del programa televisivo Versus de Telefé. Allí hizo entrevistas sobre moda e innumerables viajes por Europa que asegura, le aportaron otra aproximación a la moda. Además trabajó en telenovelas varias, en teatro under junto a su amiga Carla Peterson –habitual usuaria de la marca– y en el cine participó del film Pompeya, donde personificó a una femme fatale y lució vestuarios de su colección. En la actualidad, gestiona la preproducción de un largometraje que escribió junto a su hermano y donde la ropa y los diseñadores no son ajenos a la trama. Bimba es una de las tiendas más codiciadas por las actrices y por las buenas estilistas de moda: “Soy una personal shopper ciruja” y lo dice en relación con su proceso de búsqueda que implica inmiscuirse en los agujeros o locaciones cutres que representan algunas ferias americanas. Corresponde aclarar que el infinito mundo de ropajes que implica zambullirse en el Ejército de Salvación no representa las arenas de su devoción. En la hoja de ruta de sus búsquedas, además de insólitos sitios de Buenos Aires, destaca pequeñas tiendas de pueblo, una de Roque Pérez, en la provincia de Buenos Aires, diversas tienditas que descubrió en pueblos camino a Mendoza y sí, El Roperito, una conocida feria de usado de su ciudad natal. “Acá está toda la moda, es como C&A”, agregará entre risas y en alusión a la cadena democrática y también a sus precios que resultan sensatos en relación con las disparatados cotizaciones de la ropa para el verano actual. Lejos de cualquier pose de coleccionista historiadora de la moda, si bien es fan de los años ’20, al referirse al placard que representa Bimba, no ahonda en cavilaciones sobre épocas, pero destaca su interés por la labor de artesanos y los buenos materiales. De su discurso se desprende un interés por la conservaduría, las prendas y los materiales que permanecen en el tiempo. Agrega que vive en Constitución en un edificio art decó, junto a su marido y su hija de un año. Acerca de las clientas, desliza que “vino una mujer rusa que vive en París y sin siquiera preguntarme los precios se llevó una camisa con azabaches y un vestido de la casa Henriette, una firma que fue el colmo del chic de la alta costura local y donde Nona supo trazar vestidos de novia en colores insólitos. La modelo y conductora de TV Alexa Chung me compró una camisa con encajes, una pollera plato de seda en talle XS, una camisa de seda dorada de La Clocharde y una maxi cartera tipo bolso. Luego supe por intermedio de una clienta que me pasó el link que los publicó en el Vogue británico”.
Acerca de su manual de estilo, advierte que no compra ropa actual, que le irritan los botones mal cosidos o las prendas deshilachadas, que el secreto para recuperar muchas de las prendas consiste en el uso del jabón blanco y revela que algunas piezas se hacen añicos en la tintorería.
En relación con el modus operandi para el asesoramiento de imagen, un ítem esencial en Bimba, dictamina: “importa vestirnos con lo que nos queda mejor y para que nos miren, te chiflen por la calle o tu pareja se sorprenda. No se trata de que tus amigas te pregunten ¿de dónde sacaste ese último modelo? Nunca dejo que mis clientas se vayan con algo que les queda mal”, dice.
Un gag digno de una comedia de enredos acontece cuando el rostro de Jazmín se transforma ante la visión de algo minúsculo, en apariencia imperceptible, pero por su expresión la cronista, que entonces está de espaldas, piensa que hay un arácnido o un roedor fisgoneado en la conversación. Se trataba de una polilla, la peor pesadilla para quienes atesoran ropas de época.
Más info: [email protected] En Facebook: Bimba Vintage.
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