MONDO FISHION
› Por Victoria Lescano
La denominación “Moda en abundancia” (Fashion Galore) resulta atinada para referirse a la muestra compuesta de 500 piezas, entre ropajes y accesorios, que pertenecieran al fabuloso y visionario closet de la editora de modas Isabella Blow. Somerset House –la actual sede del London Fashion Week– exhibe esta joya hasta comienzos de marzo de 2014. La particularidad de este rescate cimentado en base a un tesoro de la moda de los siglos XX y XXI lucido por Blow en su extravagante vida y que fuese adquirida, circa 2010, por Daphne Guinness, la heredera del imperio cervecero homónimo, radica en su abordaje y el foco puesto en las extravagancias y cierta apología de las imperfecciones. Lejos de aludir a la asepsia de las tintorerías y la mano inmaculada de los conservadores textiles, varias prendas lucen orgullosas tanto las manchas de rouge que le hiciera Isabella como algunas quemaduras de cigarrillo.
En la ficha técnica se destacan, por un lado, la labor del historiador Alistair O’Neill, un experto del Central Saint Martins y del London College of Fashion; por otro, la asistencia y la mirada de la joven estilista Shonagh Marshall. Autoproclomada “archivista freelance” y por encargo de Daphne Guinness, la joven pasó dos años completos clasificando las ropas de Isabella. Lejos de los atuendos rara avis que vistiera Blow, ella lo hizo vestida con zapatillas, democráticas prendas de Zara y el imprescindible uso de guantes de algodón para relacionarse con las prendas. Acerca del modus operandi de semejante empresa, dijo: “Pasé mucho tiempo en un depósito tomando las medidas de cada prenda, fotografiándolas para proceder a clasificarlas según la etiqueta. Entre los rescates favoritos destaco un abrigo de Alexander McQueen con una quemadura de cigarrillo en el bolsillo. Consideramos que estos rasgos eran importantes para recrear su vida”.
Del lado de la puesta en escena se sumó la labor del estudio de arquitectura Carmody Groarke, así como las instalaciones para la ocasión de la experta en sets Shona Heath (una graduada en diseño de moda en Brighton en 1997 que suele colaborar con Vogue británica e italiana, además de diversas firmas de moda).
El compilado de outfits admite piezas de John Galliano, Viktor & Rolf y Hussein Chalayan, y pone el acento en la colección de graduación de Alexander McQueen de 1992 (y que Blow no vaciló en comprarle). Otros destacados son los tocados de Philip e Philip Treacy y la cofia de malla medieval que en 1989 llevó el día de su boda con Detmar Blow. En ocasiones, Treacy se refirió a la naturalidad con que ella vestía sus sombreros y su reacción algo naïf al argumentar: “No entiendo por qué todo el mundo me pregunta ‘¿dónde está la fiesta?’. Quemaba mis sombreros, los enganchaba con las puertas de los taxis, los perdía, los dejaba en una silla y alguien se sentaba encima. Siempre hablaba de ellos en tercera persona”.
Mientras que el catálogo de la exposición reúne fotografías de Nick Knight, estilismo de Amanda Harlech y la dirección artística de la dueña de la colección, el libro que documenta y celebra el tributo a Blow fue editado por Rizzolli. Isabella Blow, la estilista inglesa célebre por irrumpir en tocados del sombrerero Philip Treacy en las primeras filas de desfiles de Londres y París, influenció la moda de los ’90 y 2000 tanto como Andy Warhol en la escena del arte norteamericano de los ’70 y los ’80. Se suicidó en 2007 a los 49 años: tenía cáncer de ovario y una profunda depresión. Su debut como cazadora de talentos y creadora de estilos ocurrió a comienzos de los años ’80 y en Estados Unidos, cuando luego de graduarse en Artes Orientales en la Universidad de Columbia asistió durante un año a Anna Wintour y luego a André Leon Talley. En 1986 regresó a Londres y trabajó junto a Michael Roberts en las revistas Sunday Times y Tatler. De ahí que las páginas de esas publicaciones fueron el territorio fértil para rarezas de moda recién salidas del Saint Martins o de la escena nocturna inglesa. La avidez de Blow por nuevos estilos hizo foco en los comienzos de Alexander McQueen y en Philip Treacy, el sombrerero que no cesó de idear tocados más excéntricos que sus pensamientos desde que en 1989 hizo para Isabella aquel tocado de novia freak, en su boda con el galerista Detmar Blow. Blow también tuvo sus favoritos en Sudamérica: Alexandre Herchcovitch fue su preferido del circuito del Sao Paulo Fashion Week, mientras que en Buenos Aires aplaudió de pie la colección Tango de Pablo Ramírez, además de elegir varios atuendos (camisas blancas y chambergo alta costura incluidos) para posar en el Café Tortoni para Visionaire. Tan arbitraria como extravagante y de ánimos tan cambiantes como las modas, cuentan que acostumbró a atribuir fines prácticos a los sombreros de su vasta colección. “Me sirven para cuidarme de la gente que no me interesa y así no se atreven a decirme ¿puedo darte un beso? El sombrero lo impide, y sólo me besan las personas a las que amo.”
Entre el ciclo de actividades celebratorias de la gran muestra de Blow, el rouge rojo promete ser tema de conferencias de las expertas en maquillaje de la firma Nars: “Si no usás rouge, no puedo hablarte”, será el título de una ponencia (citando una máxima de moda de Blow), así como otra abordará la historia del carmín bajo el título “¿Qué tipo de rojo sos?”.
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