Vie 13.12.2013
las12

CINE

Ante sus ojos

Comienza en el Malba un ciclo dedicado a Lotte Eisner, crítica, teórica y cinematequista alemana que acompañó al cine en sus primeros pasos.

› Por Rosario Bléfari

Una joven nacida en el filo del siglo XIX decide estudiar historia del arte y arqueología, trazando el perfecto terreno de observación para darle cabida a su precoz interés por la imagen en movimiento. Su tesis de 1924 sería “El desarrollo de la composición figurativa en los vasos griegos”. Había leído y conocido a Brecht y se interesó por el teatro y las puestas en escena, en especial las de Max Reinhard. Había nacido al mismo tiempo que el nuevo arte ponía a parpadear escenas y comenzaba el siglo que iba a hacer del cine una industria infernal. En 1927 ya escribía críticas en la revista Film Kurier. Pero al poco tiempo tuvo que huir de Berlín a París en un tren, con el nazismo dificultando estrenos, como el de El acorazado Potemkin o los de obras de teatro de vanguardia y convirtiendo la revista en uno de los blancos de la prensa nazi. Ya en París se entera de dos jóvenes preocupados por salvar películas mudas –Henri Langlois y Georges Franju– y se contacta con ellos para hacer una nota. Así nacería una amistad y sociedad de trabajo que duraría muchos años, fundando en el ‘36 la Cinemateca Francesa. Cuando estalla la guerra Lotte es enviada a un campo de detención en los Pirineos. Durante la ocupación, los alemanes confiscan una gran parte de la Cinemateca. Cuando consiguió escapar del campo, lo que Langlois había podido rescatar y escondía en un viejo castillo fue revisado, catalogado y conservado por Lotte, que se pasaba horas enteras entre las viejas latas. Vivió con el seudónimo Louise Hélène Escoffier, identidad falsa que obtuvo para sobrevivir, ayudada por Langlois y con un modesto cargo en la parte de inventarios en la Dirección General de Cinematografía.

Lotte escribió: “Los artistas expresionistas forman su propio mundo, un universo sin lógica, sin psicología, sin ridículas tragedias privadas. En lugar del sentimiento se busca el éxtasis y la tensión, y así se transforma el claroscuro de la atmósfera en un shock, en un violento contraste entre la luz brillante y la oscuridad intensa”. Su libro La pantalla diabólica fue editado este año en Buenos Aires por la editorial Cuenco de Plata. Muchas veces Lotte tuvo que defender las películas que más le gustaban porque compartían elementos del romanticismo como el misticismo nórdico o la fascinación por la muerte y la impotencia ante el destino presentes en lo germánico tanto como en el nazismo. Más adelante escribió sobre directores europeos como Antonioni. Y cuando Herzog salió del desierto con las imágenes de Fata Morgana, nombre que alude al fenómeno de los espejismos que se forman en él, completará la obra con una voz en off leyendo partes del Popol Vuh para la que elegirá a Lotte, tal vez por la consideración que hacía de su presencia como enlace entre épocas separadas por la guerra: “El camino nos llevaba a la nada. Quedaba abierto un hueco de un cuarto de siglo. De ninguna forma se podía percibir de modo tan dramático en la literatura y en otros ámbitos. Por eso la participación de Lotte H. Eisner en nuestro destino, también en el de los jóvenes, ha levantado un puente en la continuidad cultural e histórica”. Las películas exhibidas en Malba son algunas de aquéllas a las que Lotte se refirió en sus escritos, el cine que le tocó vivir: Dreyer, Murnau, Lang, Einsenstein, etc., y algunos films de directores que reconocieron su trabajo, como Herzog y la ya mencionada y psicodélica Fata Morgana.

Durante todo diciembre, de jueves a domingo en el Malba, Figueroa Alcorta 3415. Entrada general: $30. Estudiantes y jubilados: $15.

Programación completa: malba.org.ar

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