PERFILES > ANDREA DEL BOCA
› Por Flor Monfort
Vuelve, revuelve, conquista y triunfa, esquiva enemigos, se cae, se levanta y sigue. En la ficción y en la vida, porque hay pocas vidas más fundidas con la cámara que la de Andrea del Boca (exceptuando a Wanda Nara, claro), niña prodigio que aprendió los mohínes gracias al coaching de mamá y de la mano de papá. Tuvo ella que sortear una pareja violenta, una maternidad complicada, tantos éxitos como heroína de telenovelas como golpes y fracasos, amores y galopes de una mujer cualquiera. Pero no cualquiera se tiene que enfrentar a la diva eterna que pregunta con tono de tía falsa si hay un embarazo en camino. En 2004 Andrea no quería oficializar su estado y Mirtha lo pasó en limpio, dejándola knock out en vivo y abriendo una brecha que difícilmente podamos decir que ahora, que volvió a sentarse a su mesa, se haya cerrado.
Con novela nueva y la curiosidad que despierta verla después de tanto tiempo, Del Boca fue el domingo al tradicional almuerzo a dar explicaciones. La Chiqui estaba con el dedo en la pera, con ese aire de estar más allá, dispuesta a ametrallar “pum pum” a la invitada. Y no es que haya habido un intercambio entre ambas, sino una Del Boca lista para explicar y una Legrand dejando rebotar en el aire un dejo de sospecha porque cada capítulo de Esa mujer cuesta 250 mil pesos y “ésa es plata del Estado” dijo la octogenaria. El round comenzó enseguida y sobre la novela que empezaba al día siguiente poco se supo, aunque Legrand aportó el dato: el mismo nombre lleva un cuento de Rodolfo Walsh que Del Boca no puede desconocer. “Esa mujer” de Walsh es Eva, cuyo cadáver embalsamado se secuestra y la trama reporta un enigma que es también el enigma de “esa mujer”, dicho con desprecio y también con los honores que la mujer emblema merece.
Nicolasa Morales, la heroína de Del Boca, es payamédica, y al descubrir que le queda un solo año de vida por un tumor cerebral, decide disfrutar cada día como si fuera el último. También es “ésa” con el desprecio de los poderosos y también es una más que se vuelve única a la vez que su destino puede ser el de cualquiera. Del Boca es una reincidente en el culebrón que la hizo famosa y en la mesa de quien la chicaneó una vez, acusándola de querer rating a cualquier precio, aun traficando con información sobre su hija. Pero en eso tiene razón la señora, el rating es el rating y esa mesa es un buen lugar para explicar que el Estado puede destinar dinero a una ficción popular sin que la protagonista se lleve un vuelto. De hecho, la información se dispersó al día siguiente y sobre todo la paciencia y mesura de Del Boca para perdonar y replicar sin volverse loca por las interrupciones permanentes: “Vos te tendrías que haber dedicado a la política, querida, si te gusta hablar tanto”, terminó de aconsejarla.
La novela tiene una sola semana de aire, vamos a darle una oportunidad, porque Del Boca sabe de lágrimas y besos y convence siempre, más ahora que los años la alejaron del arquetipo de diosa novelera y es una protagonista real y sincera, más perfecta imposible para llegar de Ushuaia a La Quiaca. Lástima el traspié con el amigo gay que nunca falta en sus tramas, quien en el primer capítulo le cuenta a la heroína que quiere ser papá junto a su pareja y Nicolasa le replica con un: “¿Y quién va a ser la mamá?”.
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