DEBATES
El bikini bridge se produce cuando una chica es tan
delgada que el traje de baño forma un hueco entre la tela y los huesos de la cadera. El fenómeno se viralizó en autofotos de jóvenes cuasi piel y hueso, multiplicadas en las redes sociales y los medios, elogiando la delgadez extrema y abriendo el debate sobre si Twitter y Facebook reflejan la realidad social o potencian un modelo estético tirano.
› Por Luciana Peker
Era un bikini a lunares amarillo, diminuto, justo, justo... ¿que hasta el hueso quería mostrar? En los ochenta, la canción de Viudas e Hijas de Roque Enroll divertía con los vericuetos de la exhibición playera, que podían dejar a una chica con algún vello púbico al viento. Pero hoy las pieles y pelajes no sólo se muestran en una playa junto al mar, sino que se reproducen con sólo pulsar el celular y ¡listo! Esa imagen ya puede recorrer el mundo. La autofoto registra en algunos pocos casos cuerpos tan delgados que la bikini forma una especie de puente con los huesos de la cadera. Y ese espacio de aire es reivindicado como uno de los hits del verano: el bikini bridge.
Se trata de una tendencia generada a través de las redes sociales y tomada como una ola de chicas dispuestas a lucir piel y hueso frente al mar. La onda del verano se encendió con algunas fotos de trajes de baño sin más que un huesito donde posarse. El 5 de enero, la comunidad virtual “4chan” promovió la imagen de mujeres en las que la parte inferior de la bikini formaba un puente, entre las caderas, sobre el vientre cóncavo. La idea fue que el hashtag #bikinibridge entrara en el trending topic (los temas más vistos y comentados) de Twitter a fuerza de mostrar fotos de famosas (que eran falsas) e incluso de respuestas indignadas. Desde entonces, los medios de comunicación se olvidaron por un rato de buscar colas como icono femenino playero bueh, solo por un rato y tomaron la viralización de la postal de la delgadez extrema como un fenómeno estival.
Aunque, en realidad, se trató de una movida inventada como una broma y fomentada de modo virtual. La periodista especializada en tecnología del canal CN23, Irina Sternik, explica: “Miente, miente, que algo quedará, es la frase que mejor ejemplifica lo que está sucediendo con el ecosistema redes sociales (Twitter, Instagram, Facebook, Pinterest, etcétera) y los medios tradicionales. Las bromas, los memes y los virales se multiplican en la pantalla de la computadora cual virus. Los medios, carentes de contenido, se hacen eco de las agendas de las redes. El resultado es darles visibilidad a noticias falsas, sin chequear, y engordarlas aún más. Así ocurrió días atrás con el falso hacker Camus y así ocurre con decenas de temas diarios en todo el mundo. Esta peligrosa tendencia es más que perjudicial”.
El problema es que hoy día la diferencia se desdibuja. El bikini bridge no está solo. Ya existe el fenómeno thinspiration (inspiración en lo delgado) que fomenta el thin gap (hueco entre los muslos) que se impuso en 2013, hasta el punto de que, en Londres, una clínica estética aumentó en un 240 por ciento las consultas sobre una intervención que elimina la grasa de la parte interna de los muslos o las hotdog legs (piernas salchicha), según describe la periodista Silvia López, en El País. Por eso, la multiplicación de bombachitas ahuecadoras, apenas sujetadoras de caderas, abrieron la sombrilla sobre los riesgos de potenciar el ideal de cuerpos esqueléticos como sinónimo de atracción en el verano.
Sin embargo, ese atractivo es puesto en duda. La química Paula Schaievitch, directora de Icono Cosmética, cuestiona: “Los trastornos alimentarios acompañan la historia de la humanidad. Lo sorprendente en estos tiempos es que se vea al enfermo como un modelo de belleza. Además, buscando la delgadez extrema se puede provocar fragilidad en las uñas, caída del cabello o cambio en el color de la piel. La belleza tiene como parámetros la armonía, lo simétrico y lo saludable, no pareciera que esta ciberpropuesta esté acorde con el eje de la estética”.
Pero también se dispara otro debate: ¿las redes son un espejo social o una palanca para la obsesión por la delgadez? Sharon Haywood, directora de AnyBody Argentina, acusa: “Las redes sociales tienen una influencia potente; han ayudado mucho a hacer crecer la epidemia global de odiar el propio cuerpo. Hay una asociación fuerte entre el uso de Internet y Facebook con una imagen corporal pobre, baja autoestima y depresión (que son factores importantes para desarrollar trastornos alimentarios). Ahora enfrentamos la glorificación de una delgadez muchas veces peligrosa, en sitios pro-ana (anorexia) y con chistes como el bikini bridge, y no hay nada gracioso sobre el sufrimiento que acompaña odiar el propio cuerpo”.
En cambio, Laura Salomé Canteros, periodista digital, gestora de redes sociales y miembra de la Red Periodistas de Argentina en Red por una comunicación no sexista (PAR), no está de acuerdo con dejar un mensaje de peligro en torno de las redes sociales porque sostiene que, bien utilizadas, resultan un eficaz instrumento. “El #bikinibridge es multiplicado por la facilidad con que las imágenes instantáneas se comparten a través de los smartphones. No podría haber sido posible de no ser por el poder de influencia que entre las y los adolescentes tienen las redes sociales. Pero el abuso de formas que fomentan violencias sobre los cuerpos de las mujeres no es diferente que en el que llamamos mundo real”, opina.
Las respuestas a la aplanadora de la delgadez, muchas veces, también son a través de las nuevas tecnologías. Laura Contrera, autora del blog “Gorda! Zine” expresa: “Lxs activistas estamos en inferioridad de condiciones frente a los poderosos intereses de la industria de la dieta, la cosmética y el fitness, pero apelamos a incentivar la resistencia de todos los cuerpos impropios. Y más que contrarrestar los modelos que circulan por Internet o plantear una jerarquía en reversa lo gordo por sobre lo flaco pretendemos visibilizar la estigmatización y el odio al que somos sometidas las personas que no encarnamos adecuadamente el cuerpo regimentado que se nos vende a diario”.
Por eso, ante la viralización de un cuerpo (o hueso) único, Salomé Canteros propone: “Para contrarrestar algunos mensajes en las redes sólo se requiere trasladar creativamente los mismos mecanismos que ya aplicamos para la lucha contra las opresiones de género”.
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