¿Espiar algunas propuestas actuales de la cultura cinematográfica francesa a cualquier hora y sin tener que transitar por una ciudad infernal en este verano fogoso? Un festival de cine francés online donde las películas se pueden ver junto a entrevistas a los cineastas y actores, y hasta unos cuadernos pedagógicos con análisis y fichas para practicar francés. Se puede votar ya que hay un premio del público además de uno de la prensa internacional, uno de redes sociales y el otorgado por un grupo de cineastas presidido por Jean Pierre Jeunet. Son diez largos, dos de ellos belgas, y diez cortos en competencia. Además hay algunas fuera de concurso: dos películas francófonas canadienses y la histórica Los paraguas de Cherburgo (Jacques Demy, 1964) en su versión restaurada, con Catherine Deneuve.

Organiza el festival Unifran Films, una sociedad que desde 1949 reúne a profesionales del cine francés, productores, artistas y exportadores, y se dedica a difundir su cine entre el público y los medios extranjeros mediante una serie de acciones concretas como fomentar la comercialización de películas en plataformas web, un trabajo de “sensibilización” de periodistas extranjeros, la organización de festivales de cine francés en distintos países, apoyando activamente la participación de películas francesas en los festivales internacionales, incluso promoviendo clases de cine de directores franceses en escuelas y universidades de cine del mundo y apoyando la difusión de cortometrajes. Todo corrobora la idea de que los franceses siempre se han dedicado a expandir su cultura al resto del mundo (más allá de la impuesta en sus colonias políticas). Su cine, aunque avasallado como todos por el de Estados Unidos, se empeña en mantenerse posicionado. Y no es para menos: las dos grandes variantes del cine, el documental y el de ficción, nacieron en Francia con las pequeñas películas de los hermanos Lumière y las de Méliès. Con distintos géneros y apuntando al cine más comercial, pero también a continuar con la tradición del cine arte o de autor, los franceses mantienen su voz en alto. Policiales, comedias y películas de terror ganaron mercados sin dejar por eso de mantener vivo el interés del mundo por los herederos de la corriente más innovadora y desenfadada en las formas y en el tratamiento de los conflictos. Fueron desde el comienzo expertos puestistas de las relaciones más peligrosas.

En algún caso puede suceder que haya que cerrar algunos avisos que desvían la atención tramposamente (lo que no sucede si está instalado algún programa que bloquee “pop ups”). Una se puede inscribir o usar su cuenta de alguna red social (lo cual les sirve para ampliar la difusión, claro). Las películas se cargan rápidamente y los largometrajes en competencia son: Boda en Mendoza de Édouard Deluc, Al galope de Louis Do de Lencquesaing, Augustine de Alice Winocour, Como un león de Samuel Collardey, La chica del 14 de julio de Antonin Peretjatko, Roulotte de François Pirot, Pauline detective de Marc Fitoussi, La virgen, los coptos y yo de Namir Abdel Messeeh, El día de las cornejas de Jean-Christophe Dessaint (la única que no se puede ver gratis en la región) y Su ausencia me enfurece de Sandrine Bonnaire, la segunda película dirigida por quien conocemos más como actriz (Jeanne la Pucelle, La ceremonia, etc.), protagonizada por William Hurt, Alexandra Lamy y Augustin Legrand, una historia que desde lo familiar se carga de suspenso. Un hombre regresa de lejos y se reencuentra con su ex mujer y un nuevo hijo, recortado contra la pérdida del hijo que habían tenido juntos años atrás y murió en un accidente. Una de las propuestas más interesantes de una directora que, habiendo trabajado con los directores franceses más prestigiosos y diversos, no parece influenciada directamente por ninguno y va definiendo su universo, que se perfila bastante amargo, eso sí.

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