ESCENAS
Una pareja está al borde de la ruptura. Una vecina se cuela de improviso en sus vidas, entonces sólo quedan la palabra (y la música) como instrumentos para ordenar (o no) tanto caos.
› Por Carolina Selicki Acevedo
Siento cosas por mí se inscribe en el vasto universo de la pareja actual. Mayra (Vanina Montes) y Daniel (Claudio Mattos), opuestos pero complementarios, él excesivamente racional; ella, por demás impulsiva. En medio de una discusión acalorada, una vecina (Virginia Mihura) decide acabar con su vida, cuando sus cálculos fallan, y termina en el balcón de ellos. Este cambio de planes la hace pensar que desde ahí podrá vigilar los movimientos de su amado y saber si realmente ese otro, también odiado, se da cuenta de su falta. Desde ese momento, los diálogos entre M. y D. se intercalan con el monólogo de “la intrusa”. Pese a las diferencias entre cada situación, los une la necesidad de la defensa de sí mismos, de sus deseos, que en esta instancia parecen haber sido devorados por la animalidad y el egoísmo del otro.
Unos pocos elementos bastan en la escena, una planta, una silla y una cajonera tirados en el piso, gomaespuma desperdigada por todo el escenario ofrecen un paisaje claro: desorden, restos de lo que fue, aunque también parezca recrear el inconsciente, aquel que tanto obsesionó al no menos perturbado Freud. Los diálogos y los silencios son atrapantes y, fragmentariamente, la sumatoria de postales parecen hilarse. “Sos como un gorila que no tiene fuerzas para trepar un árbol y se cae y aplasta a los que tiene abajo. En esta casa perdí todo, dejé de valorarme. Vivo solo a pesar de tenerte cerca, y nada me entusiasma más que perderte”, le grita Daniel a Mayra. “Mis amigas deben estar casadas esperando hijos o planeando las próximas vacaciones. ¿Qué les digo? Hola, vení, hice todo al revés que vos, me estoy chocando la cabeza con la misma pared desde hace cinco años... Vengan a la casa del terror...”, se queja Mayra más adelante. En otro momento, su vecina cuenta: “Mi presencia tapaba todas sus ausencias... Me gusta estar acá, es paradójico..., me gusta estar en el lugar equivocado”. A esta trama, a la que no le falta el humor, se suma la exquisita musicalización en vivo (a cargo de Diego Becker) y las canciones entonadas por una de las actrices: la música como un personaje imprescindible.
Virginia (Mar del Plata, 1973), directora de la obra, actriz y productora, cuenta que conoció a Vanina (actriz y docente) y a Claudio (dramaturgo, docente y director) en distintos talleres que realizó y luego de varios años, que incluye un tiempo en España, ideó con Vanina las bases y convocó a su amigo para “completar y potenciar el texto”. Así, lo que comenzó como un trabajo de escritura conjunta y charlas en un bar, se convirtió en esta obra donde aparece “como elemento coincidente la imposibilidad de los personajes de ‘escuchar’ y de ‘ver’ al otro. Personajes enredados en sus propias frustraciones y de alguna manera encapsulados en sus propias creencias. Se trabajó con la idea de síntesis y de sinfín. Ahondar en la idea del error o el equívoco como punto de partida”, señala.
“Junto a la escenógrafa Laura Gamberg y el iluminador Ricardo Sica retomamos la idea de escena-laboratorio”, explica Virginia, a quien le toca, además, encarnar a la vecina, personaje que aunque real parece sobrevolar la historia como un fantasma que no pasa inadvertido. El absurdo se mezcla con lo poético, el drama y la ironía, en una obra que apunta a la incomodidad, llevando al espectador a querer detener toda esa batalla de pensamientos enredados en el “yo” de cada personaje y quedarse con la música. Pero sin hacer oídos sordos.
Funciones: todos los jueves a las 21 hs. en El Camarín de las Musas, Mario Bravo 960. Más info: elcamarindelasmusas.com.ar
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