VISTO Y LEíDO
Beatriz Vignoli presenta Lo gris en el canto de las hojas, su noveno libro de poesía.
› Por Daniel Gigena
“Se escribe más o menos como se leyó, innovando un poco para dar lugar a lo más propio y actual”, decía Beatriz Vignoli en una entrevista. Esa declaración, que se intuye peca de modesta, define quizás el umbral mínimo de la poesía de esta rosarina nacida en 1965, y que acaba de publicar y presentar en su ciudad natal su nuevo libro de poemas, Lo gris en el canto de las hojas. El primer título de la colección de poesía de Baltasara Editora tiene todo para convertirse en un clásico contemporáneo. Escritos entre 2010 y 2013, en los poemas perduran líneas semánticas iniciadas en libros anteriores, como Soliloquios y Bengala.
Vignoli cuenta que la única parte que tuvo unidad desde el principio fue la primera, “Aldaba”, conjuntos de cantos a la mañana y también al mañana. El poema “Parra” establece el tono lírico de la sección: “Como si la belleza pudiera redimirme...”. Muchos de los acentos y aciertos paradójicos de la poesía de Vignoli están contenidos en ese verso, donde se celebra una derrota. En un verso de “Aldaba del que madruga en domingo” –“cuánto que decirte en esta luz de oro al ras de las cosas”– confluyen las dos corrientes a las que podría adscribirse (y a las que ella adscribe sin demasiados reparos) su escritura: la poesía objetivista argentina de los años noventa y la nueva lírica. Vignoli, que divide sus poemas entre “contingentes y necesarios”, comenta: “Mis favoritos son los necesarios, mayormente líricos, donde una música se impone siguiendo la cadencia de una emoción y las palabras surgen de un modo extraño, un poco litúrgico, bastante musical. Lo cotidiano puede ser allí un disparador, pero no es reconocible en el poema, como sí lo es en los del otro grupo. Si en los poemas contingentes lo que prevalece es la vista, en los necesarios predomina el oído y la música manda, en especial la música que me gusta”. Esa musicalidad, que por lo general aportan la alteración barroca del orden de la frase y los quiasmos inesperados y sutiles, se apoya en géneros y estilos populares como el rock o el folklore, y en otros majestuosos como la ópera. Incluso en el antológico poema de la segunda sección “Guerreros éramos” se oye el rumor de una marcha militar, ratificado por palabras como “atrincherados” e “insignia”.
En la segunda sección, “Refinería”, conviven del mejor modo posible poemas de ambas orillas. Se suceden retruécanos como “La fiesta de los tontos” (en otro poema, se advierte que los tontos son los poetas), himnos marciales como “Guerreros éramos” y el extraordinario “Termotanque”, cuya génesis detalla Vignoli en el prólogo. “Falta presión al gas, nada arde bien,/ algo obstruido, algo sucio, a lo mejor/ falta amor en las entrañas de la tierra.” Uno de los polos de Lo gris en el canto de las hojas –el poder de lo que nace– equilibra esa falta de amor, que casi siempre aparece como una pérdida, como un destiempo (“Nostalgia de la esperanza,/ no culpes más al mundo”), con la promesa: “Nos salvará que nazca lo que no tiene precio”.
El otro polo, si hubiera sólo dos, alumbra un aspecto menos amable que el brillo matricial del nacimiento. Varios poemas de las tres partes exploran la potencia de lo muerto y de los muertos. “Versos raspan la piedra de la noche” –una línea del poema “Junio”– parece cifrar el trabajo de lo muerto en la lengua. El poema que da título al libro comienza, igual que otros textos, con una pregunta que se expande y reverbera antes y después de concluida la lectura: “¿Qué es un muerto?”. Ese verso inicial, solitario y capitular, encuentra ecos en el poema inicial de la tercera parte, “Jironada” (término creado por Hugo Padeletti para designar las acuarelas de Adolfo Nigro, una de las cuales ilustra la tapa del libro). En “Morir, soñar, morir de algo que nombra”, Vignoli le presta voz y cuerpo al “prófugo ignífugo” Omar Emir Chabán en uno de los soliloquios, textos dramáticos pensados para cantar o recitar en voz alta, a la manera de una performance chamánica.
Lo gris en el canto de las hojas se presenta mañana, sábado 5 de abril, en la Casa del Pueblo (Av. Entre Ríos 488), en el ciclo de poesía El Rayo Verde, a las 19.
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