COSAS VEREDES
La actriz Laverne Cox, de la sensacional serie Orange is the New Black, se ha convertido en la primera mujer trans en llegar a la portada de revista Time.
› Por Guadalupe Treibel
Cada treinta segundos, una interviú, opinión o noticia. Que, aun cuando la segunda no ha visto la luz, la tercera temporada ya ha sido encargada. Que Rosie O’Donnell –expresa fanática– ruega encarecidamente que la dejen actuar y tener ¡aunque más no fuera! un paneo. Que su creadora, la genia de Jenji Kohan (Weeds), podría considerarlo. Que ganó un premio GLAAD, entre otros. Que, según tantísimos, es el mejor dramón carcelario que se ha visto o existido. Que Lori Tank Girl Petty tendrá petite participación y ¡cuánta expectativa! Que sale un trailer y es furor de visitas; se sube una foto promocional y se multiplica en veces compartida. Que hoy, viernes 6 de junio, es fecha señalada en cantidad de calendarios porque vuelve el fenómeno Orange is the New Black, una de las más festejadas series del año pasado. “Si no viste la primera season por Netflix, sólo queda asumir que pasaste el 2013 tras las rejas”, arriesgan con jocosidad ciertas voces al hablar, con pasión contagiosa, del programa que puso a buena porción de la audiencia en cárcel domiciliaria: presa de una trama fina con historias bien bomba llevadas por eclécticas actrices; todo el paquete, moño incluido. Incluidas también dosis justas de humor negrísimo, peso dramático y una estructura de flashback que devela –o suma, según el caso– suculentas intrigas.
Menuda tarea, entonces, quedar inmune al sombrío encanto de sus protagonistas, aun cuando los favoritismos se repartan entre la oscilante Piper Chapman (Taylor Schilling), la bad ass Alex Vause (Laura Prepon), la maternal Red (Kate Mulgrew), Crazy Eyes (Uzo Aduba) o Nicky Nichols (Natasha Lyonne), entre otras. Otras como Sophia Burset, quizá quien haya levantado más polvareda y despertado acorazonadas pasiones. Empero, antes de continuar, una breve introducción para quien se interrogue: “¿Quién es SB?”. Cortito y al pie: es una mujer transgénero que solía llamarse Marcus, ser varonil bombero y estar casado con su señora Crystal. Hete aquí que, durante la “dicha” matrimonial, Marcus asume su verdadera identidad/sexualidad y, con el apoyo y cariño de su esposa, decide comenzar la terapia hormonal y operarse para convertirse en su verdadero yo: Sophia. El problema es que los tratamientos son caros y la necesidad apremia; entonces, comete fraudes con tarjetas de crédito, la pescan, recibe condena, el trajecito naranja y a cumplir los años en la correccional. Encerrada, SB se vuelve en la peluquera y, por qué no, consejera de muchas compañeras de situación, padeciendo ella misma inconvenientes personales dificilísimos, como las dosis de hormonas que el sistema penitenciario le escamotea, reduce, obliga a suplicar.
Espléndidamente interpretada por la espléndida afroamericana transgénero Laverne Cox (dato curioso: su hermano gemelo hace las veces de Marcus, cuando el guión demanda mostrar el pasado pretransición del personaje), la calidez, educación, simpatía y problemáticas de Burset han dejado a los/as fanáticos/as completamente prendidos de su porvenir por entregas, coronando a la actriz que le pone la piel como una de las grandes damas de 2013 (y contando...). Y no sólo por darle pantalla al universo trans, devolver al público una imagen positiva y convertirse en ejemplo de cantidad de purretes/as; también por usar su fama para militar activamente por los derechos lgbt. Cuando no está grabando, Cox suele viajar por diferentes estados norteamericanos dando una conferencia titulada “¿No soy acaso una mujer?”. O da entrevistas donde explicita temas de peso, números de relevancia...
Como la tasa de desempleo (ha denunciado que, para los/as trans en Estados Unidos, representa el doble que la media nacional, “multiplicada por cuatro cuando se trata de una mujer afroamericana”). Como la necesidad de comprender cada caso en sí mismo (“La realidad es que yo no represento la totalidad de la comunidad. Hay muchas experiencias y muchas formas de entender la identidad de cada uno. Lo que todos deberían comprender es que la identidad de género no se basa en la genitalidad; no siempre están alineadas”). Como la violencia, la discriminación, el bullying, el desamparo, etcétera.
Todo lo comunica esta graduada del Marymount Manhattan College de Nueva York, todo lo profundiza. De allí que no sea de extrañar que la reconocidísima revista Time haya coronado su última tapa del 9 de junio con doña Cox, volviéndola la primera trans en ser chica de portada. Hecho histórico, sin lugar a dudas, que hablaría de un cambio de paradigma (“Ya no es aceptable que se estigmatice, ridiculice, criminalice o ignore a los transexuales”, dice ella) de no ser porque el gesto se ha leído como un intento de resarcimiento... Ocurre que, de cara a la histórica elección de los cien personajes más influyentes del año de la publicación, los lectores votaron y ubicaron a Laverne entre las más requeridas. Así y todo, la decisión editorial fue dejarla afuera de la mentada lista, para indignación de miles y miles que salieron a la cruza del medio y denostaron la ausencia. Acto seguido, Cox en la tapa reivindicatoria, donde se luce en un vestidito azul y unos tacos imposibles. Más bella y necesaria que nunca.
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