Vie 12.09.2014
las12

HOMENAJES

La bestia pop

Joan Rivers

› Por Marina Yuszczuk

Joan Rivers era una bestia. Quizá por eso esta mujer comediante genial hizo tan buena pareja con la cerdita comediante genial que es Miss Piggy en la escena que les tocó compartir en The Muppets take Manhattan, de 1984: Piggy consigue trabajo en la sección perfumería de una tienda departamental y le toca compartir el mostrador con una rubia de cara angulosa. A Piggy le está yendo mal en su relación con René y en un arranque de baja autoestima le pregunta a su compañera: “¿Te parece que soy linda?”. “Vos sos más que linda”, contesta Joan. Piggy va por más: “¿Despampanante?”. “Bueno, no fuerces las cosas” la interrumpe la humana, y para animarla se propone hacerle una renovación total sólo con maquillaje. Entre montones de labial, colorete, delineador para las cejas (“¡Pero los cerdos no tienen cejas!”; “Bueno, esta cerda sí que va a tener... ¡y ésta también!”, agrega Joan mientras se pinta las suyas), pecas y una nube de polvo para cada una, las dos van subiendo de tono como si la pintura fuera droga. Y esa coquetería tan delicada de maquillarse se va transformando en una cosa payasesca, un juego descontrolado donde hacen como nenas, y no tomándoselas en serio para nada, cosas que otras mujeres se toman demasiado a pecho, como estar presentables, gustar a los otrxs, tratar de ser amadas.

Desbordadas las dos, quedarse en el molde era impensable tanto para Piggy como para Joan Rivers, la una porque bueno, es una chancha. Y la otra también. No debe haber habido mujercita más obscena y bocasucia en toda la historia del espectáculo que Joan Rivers, que ya llevaba casi veinte años de carrera encima para cuando le tocó ser colega de Miss Piggy. Judía, brillante y neoyorquina, Joan Alexandra Molinsky empezó haciendo monólogos y a mediados de los sesenta se hizo visible cuando apareció en The tonight show, que por ese entonces conducía Johnny Carson. Después tuvo sus propios shows, dirigió un par de películas con poca suerte, hizo teatro, stand-up y hasta reality, grabó discos de chistes y publicó varios libros sobre diversos temas, desde la autoayuda hasta consejos para tomar las mejores decisiones camino al quirófano. Es que Joan Rivers no se conformó con el mucho o poco make-over que puede ofrecer el maquillaje, como Miss Piggy. Todo lo contrario; según ella misma confesó, tenía más de 700 cirugías encima, de las que hablaba sin tapujos (y aun así, en un documental del 2010 contó que jamás en su vida un hombre le había dicho que era hermosa), como también hablaba y hasta hizo una película sobre el suicido de su marido, en 1987.

Y como hablaba también de la relación conflictiva y estrechísima con su hija, con la que en los últimos años compartió el reality Joan and Melissa: Joan knows best. Pocas actrices parecen haber entendido y abrazado el mundo del espectáculo como Joan Rivers, que hizo de la fama y la vida vivida públicamente su materia prima y satirizó con brutalidad la histeria de las estrellas, la lucha por la visibilidad y el resguardo de la vida privada. Especialmente con Fashion Police, el adictivo repaso de lo mejor y lo peor en la moda de las celebridades que Rivers condujo en E! Entertainment desde el 2010, y que fue gracias a su ingenio o máquina de tirar one-liners como petardos, uno de los mejores programas de televisión de los últimos años. No había actriz que se salvara de contar qué bombacha llevaba puesta abajo del vestido de gala o qué tipo de faja había elegido, nadie estaba a salvo de que se dijera que estaba vestida o vestido como una puta o puto y que el look le cuadraba bien, ni de que se comparara su vestido de miles de dólares con un árbol de Navidad, un pájaro muerto, o cualquiera que fuera la comparación surgida de una de las mentes más creativas, veloces y brutales, la de una bestia pop que sólo fue mejorando a medida que se acercaba a los ochenta, haciéndolo todo un poco más sincero y, ni hablar, muchísimo más divertido. Vaya a saber qué van a hacer Hollywood, la televisión norteamericana, los diseñadores de moda, las alfombras rojas de tanto Oscar, Grammy, Emmy y los cientos de celebridades que se quedan tan solos sin ella.

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